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jueves, 25 de junio de 2009

TAMARA DREWE

Guión: Posy Simmonds

Dibujo: Posy Simmonds


Editorial: sins entido


Formato: Libro Cartoné. 136 Páginas


Precio: 22€


Calificación: 9/10


Si alguien me llega a decir hace unos años que el slice of life iba a convertirse en uno de mis géneros comiqueros favoritos...

Tal y como comentaba ayer en la recomicdación de El Arte de Volar, había sendas novedades del Salón que D. Álvaro Pons consideraba como aquellas que se ceñían a la expresión "sólo pueden quedar dos". El tebeo de Altarriba y Kim era uno, Tamara Drewe, la obra publicada por Posy Simmonds en la sección Review de los sábados del periódico británico The Guardian que ha conseguido alzarse con dos premios tan sumamente importantes como el de la Crítica de ACBD al mejor álbum publicado en Francia durante el 2008 y el Esencial de Angouleme, el otro. Tantas alabanzas y premios, unidos a la normal curiosidad que ambos habían provocado en un servidor hacían de este volumen una de las compras obligadas del evento comiquero barcelonés.

Y lo cierto es que en esta ocasión todo lo que se ha dicho sobre el trabajo de la autora británica ha sido totalmente justificado. Para empezar, y resumiendo mucho lo que a continuación pasaré a comentar de forma más exhaustiva, Tamara Drewe es una obra apasionante, intensa, que atrapa en la primera página y no te suelta hasta el final, un virtuoso ejercicio en metalenguaje visual que se devora con fruición y que deja una inmejorable sensación en el lector.

Para conseguirlo, Simmonds no echa mano de historias de ciencia ficción, o complicadas tramas de asesinatos envueltas en modélicos thrillers; no necesita de superhéroes en esa clave realista (y casi surrealista) que tanto han explorado Ellis o Morrison, ni tampoco aventuras en el sentido clásico de la palabra. A Simmonds tampoco le hacen falta personajes que tengan el pesado lastre de la continuidad atado a sus páginas, ni precisa de nombres famosos con los que ganarse el público antes de salir publicado. No, la guionista y dibujante, cuya trayectoria se remonta más de treinta años en el pasado, sólo requiere de un puñado de personajes sacados de la clase media británica, un entorno reducido en el que poder controlarlos y un hilo conductor en la forma de una femme fatale, una Dalila que sin poder controlarlo emite una irresistible pulsación sexual que afecta todo lo que se encuentra alrededor, arruinándolo sin remedio. Esa mujer es Tamara Drewe.

Como si de una Agatha Christie se tratara (pero sin que haya un escabroso crimen por medio que resolver..aunque si hay alguna muerte que otra) Simmonds coloca a sus personajes, sus piezas, en el decorado que conforma un pequeño e imaginario pueblo en el condado de Wessex. Allí, y de la manera más natural que a uno pueda ocurrírsele, la autora nos presenta poco a poco a los protagonistas de la tragicomedia: primero está Glen Larson, un orondo escritor americano atascado con su novela que llega a una granja cuyos propietarios, Beth y Nicholas Hardiman, han transformado en un paraiso para literatos. Ella se centra en las tareas de atención a los inquilinos mientras que él, un afamado escritor de novelas de misterio (con un personaje que arrastra gran cantidad de seguidores, el Dr. Inchcombe, una suerte de Hércules Poirot, de nuevo la similitud a Christie), trata de sacar su siguiente trabajo adelante mientras esconde a su esposa sus continuos escarceos amorosos con otras féminas. Completando el eje principal de la historia encontramos a la mujer que da título al volumen, Tamara, una belleza que levanta pasiones y que se convierte en centro de atención allá donde va. Será ellá la que, con su presencia, y de forma directa o indirecta, de lugar a la maraña de acontecimientos que Simmonds desgrana con presteza en las poco menos de ciento cuarenta páginas de que consta la "novela gráfica".

Rodeados de varios secundarios con voz propia y de gran peso específico en la trama, la grandeza de Tamara Drewe radica tanto en la forma en que la artista hace interactuar a sus personajes, como en el realismo que todos ellos destilan y, sobre todo, en el envoltorio con el que la creadora dota a su obra. Muestras de lo primero y de lo segundo son los diálogos, frescos, naturales y que podrían pasar tranquilamente por transcripciones de conversaciones auténticas entre dos (o más) personas cualesquiera sin que, además, los cambios de edad de sus protagonistas (que se mueven desde la adolescencia a la cincuentena) afecten a la gracilidad con la que Simmonds insufla vida a cada uno, siendo tan veraces los personajes de Casey o Jody, dos jovencitas con mucho que decir en el discurrir de la historia, como los de Nicholas o Glen.

Ahora bien, lo que resulta más llamativo a priori, y se descubre después como un potencial inagotable, es la forma visual que la autora da al discurrir de la acción: entremezclando texto con dibujos (unas veces encerrados en viñetas, otras no) Simmonds aporta una inercia a la lectura que resultaría imposible valorar en su justa medida: diferentes tipos de fuentes para identificar de forma sutil a cada personaje cuando este habla por vía de los textos van jugando a un multiplicidad de significados de los cuales tres son los más evidentes. El primero y el segundo, los que se identifican a un golpe de vista, responden al constante juego de protagonismo con que la británica dinamiza la lectura, haciendo que ora el texto sirva de apoyo a las viñetas, ora éstas últimas sean las que relegan su importancia a los párrafos de una prosa brillante en lo descritpivo, vibrante en lo argumental. El tercer sintagma de significado es el que adquiere Tamara Drewe una vez se ha concluido la lectura. Sólo entonces puede apreciarse en su totalidad ese juego metalingüistico de varios niveles que plantea Simmonds, sobre todo en esa dualidad última que adquieren los textos primero como narración en el hilo conductor, después como parte de algo más grande, un algo demasiado valioso para ser expuesto aquí y que prefiero dejar a cada uno el placer de poder descubrir.

....sinceramente, jamás le habría creido.

Sergio Benítez (194)

martes, 9 de junio de 2009

DIARIO de GUERRA: HUGO PRATT vol.1

Guión: VVAA

Dibujo: Hugo Pratt

Editorial: Panini

Formato: Libro Cartoné. 272 Páginas

Precio: 15€

Calificación: 8.5/10

Cuando se es pequeño, uno de los momentos más deseados del año son las vacaciones de verano: dos meses con sus sesenta y pocos días en los que uno sólo debe preocuparse en no hacer nada (como mucho aquellas divertidas Vacaciones Santillana) y llenar sus horas de lecturas, playa, tele, juegos varios y, si es posible, más lecturas. En mi caso, las vacaciones estivales guardaron, durante unos pocos años, un significado más especial ya que era entonces cuando mi padre, ausente durante la práctica totalidad del curso por su doble trabajo como profesor y diseñador de interiores, pasaba más tiempo en casa, momento que un servidor aprovechaba para sentarme con él y que me contará y DIBUJARA historias bélicas. Artista consumado (está feo que yo lo diga pero así es), mi progenitor era capaz de, mientras narraba alguna de las batallas decisivas de la Segunda Guerra Mundial, llenar un A4 con toda clase de tanques, soldados, aviones y lo que la historia le fuera pidiendo. Y asi señores es cómo el que esto suscribe descubrió el fascinante mundo de la contienda que tantas horas de su vida ha llenado, ya sea a través de libros, películas y, cómo no, cómics. Entre estos últimos, si hay una novedad que llevaba tiempo queriendo ver publicada esa era este Diario de Guerra dibujado por el insigne Hugo Pratt.

Teniendo todavía pendiente el entrar de lleno en el universo de Corto Maltés (algo que he intentado un par de veces en el pasado sin llegar a ninguna parte), los contactos con la obra de italiano se han ceñido hasta ahora a los guiones para esas dos magnas obras dibujadas por Manara que son Verano Indio y El Gaucho. Por este motivo, las ganas de poder disfrutar de un Pratt temprano puesto al servicio de los guiones de otros eran enormes y se han visto colmadas sin ningún atisbo de dudas por este primer volumen de Diario de Guerra. Escritos con una facilidad pasmosa, los guiones de los cuatro números aquí recogidos, debidos a sendos escritores británicos totalmente desconocidos (al menos por mi), son todo un compendio de lo que deberían ser las buenas historias bélicas: descriptivas y exhaustivamente documentadas sin ser cargantes, con un claro gusto por una épica contenida, y con personajes que traspasan el papel para llegarnos con todos sus miedos, ansias y preocupaciones, las narraciones de V.A.L Holding acerca del singular tanque, de E. Evans y Alf Wallace sobre el temerario piloto australiano, de Fred Baker y esos dos hermanos cuyo valor es puesto a prueba a bordo de un barco o de Donne Avenell y los valientes marines, nos trasladan de forma inequívoca a otra época; una en la que el ejército era visto con mucho menos pragmatismo y mayor gloria.

Y en medio de todos los guionistas un Hugo Pratt que, a falta de calificativos más "serios", se sale. Componiendo cada página con tres viñetas a lo sumo (la tónica general serán dos), el artista italiano narra a su antojo las aventuras de los militares en los diversos frentes que se nos presentan. Y ya sea en el desierto, como en la costa de Normandía, Pratt resuelve cada viñeta con una gracilidad reservada sólo a los genios, dibujando con soltura, y muchas veces simplemente insinuando, las formas que permiten al lector apercibirse de lo que se pretende narrar. Las caracterizaciones de los personajes, cercanas a lo que luego se le verá en Corto, no dejan perderse en ningún momento, aunque lo mejor del trabajo del artista se reserve para unos escenarios y una maquinaria bélica que, en muchos casos, quedan perfectamente definidos con cuatro líneas.

Sólo resta alabar la edición de Panini, cuidada tanto en la encuadernación como en la impresión (algo habitual en la editorial), y desear que hasta el próximo volumen, el tiempo pase volando, ya que clásicos tan accesibles a cualquier tipo de lectores como este que hoy recomicdamos son, seamos sinceros, bastante difíciles de encontrar.

Sergio Benítez (180)