miércoles, 31 de diciembre de 2008

FREAKS of the HEARTLAND

Guión: Steve Niles

Dibujo: Greg Ruth

Editorial: Norma

Formato: TPB 152 Páginas

Precio: 15 €

Calificación: 7,5/10

No sabía muy bien que recomicdación podía hacer para cerrar el año. Estuve comentando con mi compañero de blog que quizás una así en plan apocalíptica…Watchmen, no esa no, que es mu larga y además, ya se hará cuando se estrene la peli, si es que se estrena algún día. Quizás una más normalita. Mientras me estrujaba el rasudoque me vino a la cabeza, al más puro estilo convulsión Matrix, este cómic.

Recordaba que la historia me hizo bastante tilín cuando me la leí hace ya algunos años y el dibujo era de lo más interesantón que había visto por entonces, así que pensé, ¿por qué no? Y en eso estoy ahora mismo.

La historia es muy apropiada para las fechas en las que estamos, ya saben, "mu bonita". Sencillita, que tampoco hace falta castigar más de la cuenta el cerebro, bastante sobrecargado estos días de estímulos. En un pueblo perdido de la América profunda tuvo lugar hace algunos años unos nacimientos de criaturas deformes. Todos guardaban cierta similitud. Tras ser repudiados y tratados como animales ocurrirá algo que cambiará la situación.

Steve Niles se sale un poco del registro al que nos tiene acostumbrados, vampiros ultramacarras, tinajas y tinajas de sangre y mucha mala baba, para esculpir un historia en la que la moraleja parece ser que la belleza está en el interior, muy La Bella y La Bestia, pero sin canciones y con algún que otro desmembramiento, no todo iba a ser escenas moñas.

La parte gráfica corre a cargo de Greg Ruth, habitual en comics como Matrix o Conan. Su trazo recuerda bastante a Dave McKean aunque con un acabado más curvado, las formas de los dibujos no son tan sueltas como las del inglés. Si a ésto sumamos que la paleta de colores es realmente acertada para el tono de la historia, el nivel final resulta bastante alto.

Y con esta reseña se acaba el 2008. Quizás no sea la mejor obra para despedirse de un año pero la historia es lo suficientemente bonita como para que nos coja un pellizquito en la patata y el resultado global aprueba con nota alta.

Tan solo desear que el 2009 se porte igual de bien con todos nosotros y que por supuesto nos traiga más obras de calidad para compartir con todos ustedes.

Cuidado con las uvas que la cosa no está como para ir perdiendo visitantes.

F E L I Z 2 0 0 9

Marione (47)

martes, 30 de diciembre de 2008

CAFE BUDAPEST

Guión y Dibujo: Alfonso Zapico

Editorial: Astiberri

Formato: Rústica con solapas. 168 Páginas

Precio: 16€

Calificación: 7/10

Llega un momento en que cualquier justificación que se le quiera hacer a un conflicto armado resulta vacua, sin sentido y estúpida. Aplicando esta máxima a la lucha que judíos y musulmanes mantienen desde hace casi seis décadas nos encontramos con un ejemplo de lo absurda que puede llegar a ser la raza humana. Esta última afirmación es precisamente la conclusión a la que nos quiere conducir Alfonso Zapico con su nueva obra, Café Budapest.

Relato bien construido y documentado con exhaustividad, Café Budapest sigue las andanzas de Yechezkel, un joven judío húngaro que, tras sobrevivir los horrores de la Segunda Guerra Mundial, decide marchar de Hungría para reencontrarse con su tío Josef en Jerusalén. Con su madre (superviviente de Auschwitz) Chaskel, que es como lo llaman sus familiares, huye de un país que ha pasado de ser controlado por los Nazis a ser subyugado por los Comunistas, para encontrarse otro en el que musulmanes y judíos viven en una soliviantada calma a la espera de que las Naciones Unidas tomen una decisión con respecto al futuro estado de Israel.

En esta tesitura Zapico hace evolucionar el relato en torno a la contraposición de dos personajes, cuyas diatribas quedan encuadradas en el marco intercultural del café que da nombre al cómic y perfectamente complementadas por un reparto coral que sirve al autor para completar un magnífico fresco histórico. Chaskel, joven e idealista (y por tanto, inocente) no comprende por qué las diferencias de raza son óbice para el conflicto. Josef, un veterano de conflictos anarquistas que entiende demasiado bien lo que a su sobrino se le escapa, huye de cualquier implicación política o violenta ante el asombro de compatriotas judíos que lo tachan de traidor por variopintos motivos. El principal, regentar un café en el que judíos, musulmanes, egipcios e ingleses olvidan sus diferencias (que por más que nos obstinemos en pensar lo contrario, son INEXISTENTES) para pasar un buen rato.

El discurso del autor pasa con agilidad de la sonrisa al drama, apoyándose en un personal grafismo que define a la perfección a los personajes y juega con la composición narrativa a placer, regalándonos momentazos como esa visualización en paralelo de sendos atentados. La carga intelectual de lo que se desgrana en las poco menos de doscientas páginas, tan idealista como la del protagonista, se agradece (y mucho) en estos absurdos tiempos en los que nos ha tocado vivir. Aunque centrado en un conflicto que ha demostrado todo lo contrario a lo que él expone, la validez de las ideas expuestas por la lectura, resulta quizás de mayor empaque si cabe por oponerse firmemente a la sinrazón humana. Que además tan profunda reflexión provenga de alguien relativamente joven (el autor tiene veintisiete años) es una señal estupenda de que la juventud no esta "tan perdida" como la sociedad quiere hacernos creer. Una lectura muy recomicdable.

Sergio Benítez (89)

lunes, 29 de diciembre de 2008

Las ÁGUILAS de ROMA Libro 1

Guión y Dibujo: Enrico Marini

Editorial: Norma

Formato: Álbum Cartoné. 60 Páginas

Precio: 15€

Calificación: 7/10


Para un dibujante con la creatividad de Enrico Marini dar el salto a autor completo era sólo cuestión de tiempo. Tras observar como ponía toda su pasión como dibujante al servicio de guionistas como Smolderen (en Olivier Varese y Gipsy) o Dufaux (Rapaces, El Escorpión) no parecía ilógico pensar que tarde o temprano el dibujante italiano sentiría el prurito que ha llevado a muchos autores en el transcurso de los años a querer controlar la totalidad de lo que se publica con su nombre. Y la verdad es que su arranque como guionista no podría ser más prometedor.

Y digo prometedor, que no brillante, ya que la historia que Marini desgrana en su calidad de guionista tira de lugares comunes muy visitados por la literatura y, sobre todo, por el cine. Así, no deben extrañarnos los razonables parecidos entre el arranque de la acción con el inicio de Gladiator, ambos enmarcados en Germania; o los derroteros por los que avanza el resto, que con un maquillado aire de peplum provoca en el lector una continua sensación de dejá vu, desarrollándose de forma previsible, aunque ello no quite para que la factura final de lo ideado por Marini sea más que correcta.

Lo que sigue evidenciando cualquier guionista que trabaje con el dibujante (ya sea otro o él mismo) es que el genio visual del artista supera con creces toda aquella historia que se le pueda poner por delante. Ya imagine futuros semi apocalípticos, mundos poblados de criaturas nocturnas o recree la Roma renacentista, la personalidad que Marini imprime con ese estilo a caballo entre Otomo y Rosinski ha hecho de él uno de los mejores dibujantes actuales en el panorama europeo. Las Águilas de Roma es una nueva muestra (quizás la mejor) de dicha posición: la clásica forma de componer la página, siempre con viñetas cerradas, encierra un storytelling vibrante que aleja a las preciosistas aguadas del dibujante de ser meras pinturas que contemplar, una virtud que se completa con un dominio absoluto de la figura humana, sobre todo si es del bello sexo.

Aunque como guionista aún le quede mucho camino que recorrer, este primer volumen de Las Águilas de Roma es un comienzo eficaz que no dista mucho de lo que otros loados compañeros de profesión consiguieron en sus inicios. Esperemos que en las siguientes entregas Marini vaya puliendo su estilo y precise más la orientación que pretende dar al puñado de ideas sueltas que desarrolla en este primer libro. Ahí estaremos nosotros para leerlo y, por supuesto, comentarlo.

Sergio Benítez (88)

domingo, 28 de diciembre de 2008

JUEZ DREDD MEGACITY BLUES



Guión: Alan Grant y John Wagner

Dibujo: Simon Bisley


Editorial: Norma

Formato: Álbum 48 Páginas

Calificación: 8/10


Hace poco, en el especial dedicado a Will Eisner, una de las reseñas de las que me encargué fue Pequeños Milagros, una recopilación de historias cortas, que si te cogía en un día tontorrón bien podías dejar caer algunas lagrimillas. Ahora le toca el turno a otro tomo compuesto, también, por historietas de escasa longitud, y al igual que las de Eisner, también podemos ponernos a llorar, pero por otros motivos bien distintos.

Cuando se es un zagal cuya indumentaria principal son las camisetas negras de grupos heavilones y el hobby principal es leer tebeos, no puedes ir por ahí diciendo que tus lecturas favoritas son los comics de Disney y los Pumby, no. Lo que te pide el cuerpo son cafradas tipo Lobo o mucho 2000 AD, vamos, el Juez Dredd para más señas.

Recuerdo perfectamente cuando me compré este volumen de Cimoc Extra Color. Que manera de fardar: “Esto es lo que leen los tipos chungos de barrio y no esas apestosidades de los mutantes”. Pasan los años y con un poco más de calma y sentido común casi sigo pensando lo mismo, pero es evidente que muchas cosas ha cambiado.

Las historias de Dredd hay que tomarlas como lo que son, un autentico desenfreno de violencia (ultraviolencia si lo dibuja Bisley), consignas de lo más fascistoide, motoristas zumbados, mujerzuelas de las más cachondas y humor negro y grueso en cantidades industriales. ¿Es entonces un comic de ésos que se califican como trabajo menor? ¡Por favor! Pues claro que no. Después de un buen tiempo sin releerme esta Canción Triste de la Megaciudad puedo decir que ya quisiera yo envejecer tan bien como este tebeo.

Los guiones de Alan Grant y John Wagner siguen teniendo ese halo de gamberrismo, descaro e incorrección política de hace algunos años, y siguen provocando, al menos a mí, carcajadas a troche y moche. Las situaciones planteadas en cada una de las historias no pueden ser más absurdas, y es justamente ahí donde reside el principal acierto y encanto de estos guiones.

Si a ésto añadimos un ilustrador de estilo enfermizo y exagerado, que además sea un auténtico Heavy Metal Warrior como Simon Bisley, pues apaga y vámonos. Menudo recital de sangre, puñetazos, desmembramientos y demás escenitas dignas de la trastienda de una casquería se marca el bueno de Simon.

Lo dicho un poco más arriba haciendo referencia a la juventud de este tierno infante bien se podría aplicar a edades un poco más avanzadas. Quizás haya colgado las camisetas negras de música ratonera pero en cuanto a las lecturas, la cosa se ha movido poco. Así que si quieres ser un auténtico embrutesio de la vida y que no te tachen de nenaza…¡MIRATE EN EL PUÑO DE DREDD!

Marione (46)

sábado, 27 de diciembre de 2008

PUTA FÁBRICA

Guión: Jean-Pierre Levaray

Dibujo: Efix

Editorial: La Oveja Roja

Formato: Libro Rústica. 136 Páginas

Precio: 14.50€

Calificación: 6/10

Habiendo nacido en una zona muy industrializada, desde pequeño me acostumbré al peculiar skyline que las acerías, petroquímicas y refinerías dibujaban en las noches con sus miles de puntos de luz creando cualquiera de los escenarios de fondo de Blade Runner. Y aunque tengo conocidos que trabajaban o trabajan en dichas fábricas, siempre sentí curiosidad por saber cómo sería la vida de un obrero cualquiera, con esos peculiares turnos (dos mañanas, dos tardes, dos noches...y cuatro días de descanso) que obligan a perderse muchos momentos de la vida familiar. Y eso es precisamente lo que Jean-Pierre Levaray reflejaba en su libro Putain D'Usine. Tras obtener bastante éxito en el país vecino con sus inusuales memorias laborales, Levaray se planteó un paso que, aunque chocante para nosotros, no lo es tanto si se considera el abultado mercado francés del tebeo, convertir su novela en cómic.

Publicado en España bajo el joven sello La Oveja Roja, Puta Fábrica supone una mirada caleidoscópica a un mundo, el de los trabajadores de industrias, que Levaray desgrana en diecisiete capítulos de longitud desigual: tan pronto nos encontramos con una pequeña anécdota que no ocupa más de una página por las dos caras, tan pronto el autor se extiende a lo largo de diecisiete para narrarnos la desesperación que supone verse despedido. La mirada que el escritor vierte sobre esta amarga vida está cargada de resentimiento e ironía y no deja de ser chocante que, aún despotricando de ella como hace a lo largo de las más de ciento treinta páginas que componen el tomo, Levaray siga hoy en día trabajando en la Puta Fábrica.

Una fábrica que es universal, que el autor no intenta particularizar en casi ningún momento para poder dotar de mayor fuerza a su mensaje; mensaje que pierde fuerza si no se ha vivido en algún momento en las mismas circunstancias. Este hecho, unido a la desigualdad de longitud en los capítulos, provoca que la lectura de Puta Fábrica varíe demasiado en intensidad, algo que Efix ayuda a paliar con su maravillosa labor a los lápices. El joven dibujante echa mano de todos los recursos a su alcance para dotar de idiosincrasia propia a la lectura independiente de cada capítulo, mostrándose ante nuestros ojos como un eficaz artista tanto a lápiz, como en tonalidades de grises o negros y blancos que recuerdan mucho a las contrastadas páginas de Eduardo Risso.

Puta Fábrica no es brillante, pero si muy amena. Queda lejos de servir de vehículo para poder plantear un debate firme y sesudo acerca de la orientación que debería darse al trabajo del obrero, pero sí muestra, aunque sólo sea de forma sesgada, que el espíritu humano encuentra solaz hasta en las más adversas condiciones. Su discurso queda ciertamente deslavazado por lo episódico de la lectura, pero un paseo calmado por la misma que no pretenda engullir el tomo de una sentada, deja tiempo para que afloren ciertas enseñanzas vitales que permiten entrever valores de humanidad y compañerismo que nunca está de más recordar.

Sergio Benítez (87)

viernes, 26 de diciembre de 2008

SCALPED: NACIÓN INDIA

Guión: Jason Aaron

Dibujo: R.M. Guéra

Editorial: Planeta DeAgostini

Formato: Rústica.128 Páginas

Precio: 10.95€

Calificación: 7/10


Sumergirse cada mes en las abundantes páginas del Previews (el catálogo de venta anticipada de cómics en EEUU) para dar con alguna nueva colección a la que hincarle el diente siempre resulta bastante gratificante, máxime cuando se encuentran pequeñas joyas de esas que suelen pasar desapercibidas. El pasado 2007 una de ellas se llamó The Other Side. Atraído por el dibujo de Cameron Stewart, que ya me había conquistado con su labor en el Catwoman de Brubaker decidí arriesgarme a gastar los $12.99 (algo menos de 10€) que marcaba el recopilatorio de la miniserie de cinco números en la que su guionista, un tal Jason Aaron, nos contaba una historia acerca de los horrores de Vietnam vista desde los dos frentes (un poco como Tora, Tora, Tora pero con mucho menos espectáculo y más carga psicológica).

Sin ser norteamericano, algo casi imprescindible para poder aprehender en su totalidad cualquier relato que se sitúe en aquella absurda guerra, he de decir que disfruté de una lectura bastante asequible para aquellos que no han nacido en el país de las barras y estrellas. Más allá de la apabullante labor de Stewart, me sorprendió gratamente el esfuerzo de Aaron tanto por universalizar gran parte del mensaje anti -bélico, como por plantear una crítica abierta contra la maquinaria militar de su país. Y si no hubiese sido por un fortuito encuentro con un antiguo y buen amigo esta reseña acabaría aquí.

A Jesús lo conocí mucho tiempo antes de que su nombre pasara por boca de todos los aficionados a este mundillo del cómic, primero como uno de los que se lanzaron a aquella fracasada aventura que fue el sello Laberinto, después como entintador de otro buen amigo mío, Carlos Pacheco. Cuando entablé amistad con él, Jesús Merino trabajaba en una tienda de cómics de Granada llamada Dune. Por azar del destino, que quiso que terminará poniendo su estupendo hacer al servicio de los lápices del señor Pacheco, Jesús (jerezano de nacimiento) terminaría mudándose a Algeciras, que por un casual resulta ser mi ciudad natal. El caso es que, ya no por tanta casualidad (y aunque mantenemos cierto contacto por teléfono) somos clientes de la misma (única) tienda de cómics de la ciudad portuaria, y estaba cantado que tarde o temprano teníamos que coincidir allí. Fue precisamente en una de estos encuentros cuando Jesús me recomendó que, sin lugar a dudas, comprara Scalped, colección que desconocía hasta el momento, y que, avatares de la vida, estaba guionizada por Jason Aaron.

Como ya hiciera en parte con The Other Side, Aaron traza con Scalped una historia narrada desde un sesgo poco conocido de la sociedad norteamericana, el de los nativoamericanos. Para ello toma a un personaje cuyo nombre, Dashiell Caballo Terco, es de esos que habla por sí sólo. Le insufla vida como un exiliado de su tribu que vuelve tras quince años al hogar. Y lo dota de cierto halo de misterio rodeándolo de unas intrigas policiales de las que él es más protagonista de lo que parece a primera vista.

Apoyándose en el adecuado trazo de Guéra (otro total desconocido) Aaron usa los tres primeros números, de los cinco recopilados en el tomo, para definir a todos los personajes de la historia y el papel que jugarán en el desarrollo de la serie; mientras que los otros dos los dedica a escarbar en el pasado de varios de ellos, un pasado que, como se comprueba en el impactante final del recopilatorio, no está tan atrás en el tiempo. Definiendo con precisión a cada uno de los "actores" de este particular drama con tintes épicos (los que aportan esos flashbacks tan bien encajados) Aaron escribe en estos cinco primeros números de Scalped un arranque más que prometedor para una serie que ya ha sido loada por muchos rincones de la red como uno de los puntales de Vertigo. Como quiera que suelo ser bastante escéptico a la hora de dar crédito a tales tipos de afirmaciones, habrá que esperar a la edición por parte de Planeta de los siguientes tomos para calibrar si, realmente, Scalped es TAN buena como dicen.

Sergio Benítez (86)

jueves, 25 de diciembre de 2008

The SPIRIT ARCHIVES




Guión: Will Eisner

Dibujo: Will Eisner & VVAA

Editorial: DC

Formato: Tomos Cartoné. 200 Páginas

Precio: $49.99-$59.99

Calificación: Obra Maestra


Y llegamos por fin al final de nuestro particular homenaje a Will Eisner con una traca que ríanse ustedes de la de la Feria de Sevilla. A lo largo de 26 tomos y ocho años de publicación, DC ha recogido todo el material que tanto Eisner como sus colaboradores dibujaron para Spirit durante los doce años que duró la legendaria serie. Un trabajo digno de admiración el de la editorial norteamericana cuyo mimo, cuidado y respeto hacia el material original era puesto de relieve con cada nueva entrega de esta INDISPENSABLE colección que debería estar en cualquier tebeoteca que se precie de serlo. Pero me estoy adelantando, esto parece más un párrafo de conclusiones que el comienzo de una recomicdación. Volvamos a empezar y esta ver, hagámoslo desde el principio...

Como el propio autor narra en las últimas páginas de The Dreamer, la oportunidad de abandonar su próspero estudio para pasar a dibujar una historia semanal que sería publicada en los periódicos (llegando así a muchos más lectores que los de los cómics de la época y, sobre todo, mucho más cultos) le surge a finales de la década de los treinta, concretamente en 1939, año en que Eisner firma un contrato con Everett Arnold para la formación de un nuevo estudio al margen del que el autor ya tenía con Jerry Iger. Dicho estudio se pone al servicio de la creación de historias que por un lado serán para Quality Comics (una de las editoriales del momento), y por el otro irán a parar a un suplemento de cómics incluido en ciertos diarios. Poco puede imaginar un jovencísimo Will Eisner, que por aquél entonces sólo cuenta con veintidós años de edad, que la arriesgada decisión de abandonar Eisner & Iger cambiará su vida y la historia del noveno arte para siempre.

2 de Junio de 1940, una fecha para el recuerdo. Aparece la primera historia de The Spirit. El origen del personaje es de sobra conocido por todos: Denny Colt es un detective que tras enfrentarse al malvado Dr.Cobra es dado por muerto, situación que aprovechará para combatir el crimen desde el cementerio de Wildwood con una nueva identidad y oculto tras un simple antifaz. Un comienzo sencillo para un personaje que ya en su primera incursión cuenta con una galería de secundarios que se mantendrán con él hasta el final. El comisario Dolan, que se verá obligado a salvaguardar la identidad del héroe de forma continua; su hija Ellen, la eterna enamorada de Spirit y una mujer de armas tomar (algo inusual para la época) y Ebony White, el controvertido ayudante del héroe debido a su origen afro-americano.

En los dos años que pasan entre su primera aparición hasta que Eisner es llamado a filas en Mayo del 42, el dibujo del artista sufrirá una constante aunque en principio lenta evolución. Ya desde las primeras entregas (o secciones, como se les llama en inglés) se nota la pugna del dibujante por librarse del constreñimiento provocado por la forma de trabajar a la que estaba acostumbrado en el estudio (con esas páginas pre-aviñetadas) y el firme deseo de incurrir en nuevas formas narrativas que rompan dichos cerrados esquemas. Esta pugna es ya apreciable en la historia que relata el origen del personaje, donde Eisner introduce viñetas oblicuas y circulares que rompen la monotonía del rectángulo, contando también desde el comienzo con las características cabeceras a toda página que jugando con el título de la serie, se terminarían convirtiendo en su seña de indentidad más reconocible y plagiada.

Además, el artista de estos comienzos no es ni de lejos el que después tanto llegaremos a admirar, y aunque en su forma de narrar ya se atisbas los rasgos que potenciará en el futuro, su dibujo dista mucho de atesorar la plasticidad que después tendrá y carece de una correcta proporción anatómica, siendo sus figuras demasiado estilizadas. Con todo un potencial por desarrollar, será en Junio de 1941 cuando Eisner nos regale por primera vez una muestra clara de lo que The Spirit llegará a ser. Bajo el título Killer McNoby, el dibujante rompe toda estructura tradicional de cómic, prescindiendo de viñetas para realmente ilustrar un relato escrito, en una historia claramente precursora de lo que después será la novela gráfica.

El lanzamiento de la tira diaria en Octubre de 1941 habla por si sólo acerca de la inmensa popularidad que el personaje ha alcanzado en tan sólo año y pocos meses, en un espacio que se aprovecharía para relatar historias fuera de continuidad y que seguiría hasta Marzo del 44. Dos años antes de dicho cierre, como ya apuntábamos más arriba, Eisner es llamado a filas, permaneciendo en servicio activo hasta otoño del 45, con la contienda en Europa ya cerrada. Su regreso a la serie se produce en Diciembre de ese mismo año, y se deja notar. Con un estilo muy pulido (no obstante el artista dibujo durante sus años de servicio cómics de toda índole para el ejército) y cercano al más reconocible del autor, Eisner comienza a dar pasos de gigante en su creación, recuperando el control total sobre el personaje, que había seguido sin él gracias a su enorme cantidad de ayudantes.

Es evidente que resultaría una tarea gargantuesca (y un tedio de narices) si ahora pretendiéramos analizar de forma pormenorizada todos y cada uno de los logros de Eisner al frente de una colección en la que se mantendría durante siete años más de forma casi ininterrumpida. Baste decir que su re-incorporación supondrá las apariciones de personajes tan míticos como el villano Octopus (al que nunca llegó a vérsele la cara) o las femmes fatales Satine y P'Gell, que tantos quebraderos de cabeza darán a nuestro héroe, y que, cada semana, Eisner se las apaña para sorprender al lector con historias frescas y tremendamente entretenidas en las que el artista da lo mejor de si mismo al tablero.

Viéndose obligado por sus contratos con el ejército a dejar cada vez más la colección en manos de sus ayudantes, Eisner decide que Spirit debe terminar, eligiendo para la despedida del personaje a un ayudante de lujo, un Wally Wood que, junto a Jules Feiffer (colaborador durante muchos años en la serie), pergeñará un grand finale para la colección, la mítica serialización de Spirit en la Luna. Wood, que ya era un autor de reconocido prestigio por sus trabajos de ciencia-ficción para EC, lega a las generaciones futuras una de las mejores historias del personaje, fusionando en lo visual su característico estilo con el de Eisner a lo largo de diez agotadoras semanas en las que el artista compagina como puede el trabajo en Spirit con sus otros compromisos artísticos.

El 5 de Octubre de 1952 con la sección titulada Denny Colt, UFO Investigator, The Spirit toca a su fin. Atrás quedan doce años de historias geniales y momentos inolvidables que a través de los tomos primorosamente editados por DC (o Norma en nuestro país) tendremos la oportunidad de disfrutar durante los lustros por venir. En el tintero nos hemos dejado muchas cosas, lo sabemos, pero estamos ante una de esas raras ocasiones en que necesitaríamos mucho (pero que mucho, mucho) tiempo para poder cubrir todo lo que hay que decir sobre este pilar fundamental del noveno arte. En lugar de eso, creo que nunca volveremos a instaros de forma tan enérgica a que leáis The Spirit, un tebeo por el que no pasan las décadas y que, sin duda alguna, es historia viva de esta gran afición nuestra.

Sergio Benítez (86)

miércoles, 24 de diciembre de 2008

PEQUEÑOS MILAGROS




Guión y Dibujo: Will Eisner

Editorial: Norma

Formato: TPB 110 Páginas

Precio: 15,50 €

Calificación: 9.5/10


En estas fechas tan señaladas en las que algo inexplicable nos embarga y nos hace estar de mejor humor, no podía faltar una obra que destile magia y buenas intenciones por cada una de las páginas de las que se compone. Pequeños Milagros es una recopilación de cuatro historias cortas, algunas muy cortas y otras no tanto.

Me gusta imaginarme a Will Eisner como un tipo bonachón, siempre de buen humor y siempre intentando contagiar esas buenas maneras de las que daba ejemplo, al menos en sus obras. Su granito de arena en el intento de hacer que las personas se comportaran mejor, bien podría ser estas historietillas que tan buen sabor de boca dejan.

¿Qué nos vamos a encontrar en Pequeños Milagros? Pues desde un caradura que intenta estafar a miembros de su propia familia hasta la relación de una sordomuda con un tullido, pasando por la sensatez de un chaval para evitar una paliza o la presencia de un niño completamente desconocido en un barrio.

Historias sencillas que en mayor o menor medida tienen cierta magia, cierto elemento inexplicable que hace que nos maravillemos en cada lectura. Es precisamente esa sencillez la que nos hace, al menos a mí, pensar en la genialidad de Eisner. No basta con tener una buena idea, eso al fin y al cabo, cualquiera puede tenerla. Hay que saber plasmarla, y si es en tan sólo unas pocas páginas, uno tiene que saber perfectamente qué es lo que quiere hacer, tener las ideas muy claras, la planificación debe estar estudiada al milímetro. Ni que decir tiene que Eisner sabía todo ésto y más.

Hay algo que me ha llamado la atención en la relectura de esta obra. Nunca se le puede achacar nada al aspecto gráfico que Eisner utilizaba en sus novelas gráficas. Y en este caso no iba a ser menos. Pero sí que me he encontrado con un dibujante más perfeccionista que en las dos obras recomicdadas estos días pasados. El acabado de los Pequeños Milagros es perfecto, de 10. La técnica utilizada, y pido perdón de antemano por si me equivoco, parece lápiz embellecido con acuarela. Hay páginas, muchas, en las que nos vamos a quedar embobados, mirando los detalles. Auténticas maravillas.

Poco más que añadir por mi parte a esta reseña y a este especial que hemos hecho del maestro. Tan solo recomicdarles encarecidamente que, quien lo tenga se lo vuelva a leer, y quien no, que vaya corriendo a la librería más cercana y se haga con cualquier trabajo de Eisner, hasta la más normalita de sus obras promete un rato inolvidable.

Puede que sean estas fechas que nos ponen tontorrones, pero son lecturas como Pequeños Milagros las que nos pueden hacer cambiar, ser mejores personas. Se puede leer en la introducción, escrita por el mismo Eisner: “Es difícil defender la existencia de los milagros, creas en ellos o no. Yo creo en ellos

Yo también.

Marione (45)

martes, 23 de diciembre de 2008

VIAJE al CORAZÓN de la TORMENTA




Guión y Dibujo: Will Eisner

Editorial: Norma

Formato: TPB 207 Páginas

Precio: 14 €

Calificación: 10/10

Me sonó el móvil cuando estaba haciendo las típicas compras navideñas. Era Sergio preguntándome cual era la razón, motivo o circunstancia de no haber colgado reseña. “Pero si yo colgué ayer”. Y era totalmente cierto, tan cierto como que el lunes también me tocaba a mí. Glups. Le había hecho un desplante a una obra del mismísimo maestro Eisner.

Para este especial de Eisner tenía claro un par de cosas. La primera era que la mayoría de lo recomicdado iba a tener unas notas bastante altas. La otra era las obras que iba a reseñar, al menos las dos que tengo siempre en mente: La Avenida Dropsie y, por supuesto, Viaje Al Corazón De La Tormenta.

Cualquiera que haya leído algo de Eisner sabrá a que me refiero. El viaje que nos propone Eisner es a través de su vida. Una vida llena de buenos y malos recuerdos siempre con un nexo en común, el antisemitismo. Algo muy recurrente en la obra del autor y que sabe como sacarle el máximo provecho.

Un joven Will es llamado a filas. Cuando va en el autobús hacia el campo de entrenamiento lo único que puede hacer es mirar por la ventana y recordar distintas etapas de su vida, desde la niñez, pasando por la adolescencia, hasta la madurez, que en ocasiones se antoja realmente apresurada teniendo en cuenta las circunstancias que rodeaban a los judíos de la época.

Una retrospectiva, un cuadro familiar o un árbol genealógico ilustrado, cualquier cosa vale para definir este Viaje propuesto por Eisner. De nuevo los personajes están perfectamente caracterizados. Las mujeres que con 25 años eran consideradas unas solteronas y se casaban con el primer hombre que se cruzara en su camino, los maridos, la mayoría borrachos y maltratadores, los alemanes, siempre mostrando sus prejuicios en contra de los judíos, y éstos últimos, que son retratados casi siempre como gente muy calculadora, más pendientes del dinero que de otra cosa.

Como siempre, el releer al maestro se convierte en un ejercicio de lo más gratificante. Siempre se encuentra algo nuevo, siempre hay matices que pasan inadvertidos en las primeras lecturas, que más tarde descubriremos en posteriores visitas a su particular universo poblado de gente sencilla y real como la vida misma. Algo bastante complicado de encontrar en la mayoría de comics publicados hoy en día, y, que desde la desaparición del Eisner, se muestra como una tarea cada vez más complicada. Solo un grandísimo autor podría conectar todo lo contado en una novela gráfica de más de 200 páginas en una última ilustración que es sencillamente magistral. Se le echa de menos maestro.
Marione (44)

lunes, 22 de diciembre de 2008

The DREAMER & The BUILDING




Guión y Dibujo: Will Eisner

Editorial: DC

Formato: Álbum Rústica. 56 Páginas

Precio: $7.95

Calificación: 7.5/10


Corría 1986 cuando Eisner, después de haber editado con gran éxito sus dos primeras novelas gráficas (A Contract with God y Life on Another Planet), abordaba The Dreamer, un cómic de carácter marcadamente autobiográfico en el que el artista, cambiando nombres, rememoraba sus primeros años como profesional en el mundo del noveno arte. Es sus propias palabras, "es una historia que debería satisfacer a aquellos que sientan curiosidad sobre la vida en y alrededor de un estudio típico de cómics en la mitad de la década de los treinta. La intención es que sea una especie de novela gráfica histórica situada en el amanecer de la industria del cómic".

Con esta intención, y para evitar que su innovadora narrativa visual sirva de estorbo en el relato de la historia que tanto desea contar, Eisner levanta el pedal del acelerador, reduciendo al mínimo su expresión formal. Así, no encontraremos en The Dreamer recursos tan llamativos como los utilizados en The Spirit o A Contract with God, reduciéndose estos a la personal forma en la que las viñetas siguen diluyéndose al antojo del artista.

Despejado el camino, Eisner centra sus esfuerzos en recordar y trasladar al lector cuántas más situaciones vividas mejor, algo que no siempre resulta favorable a una lectura fluida. Sin querer poner en duda al maestro, da la sensación muchas veces durante The Dreamer, que Eisner primó el deseo de introducir tal o cual recuerdo o anécdota, a imponer un criterio firme que rechazara aquellas que transforman a la lectura en episódica e inconstante. Afortunadamente, el genio de Eisner es lo suficientemente grande como para evitar que ese pequeño problema se convierta en un gran escollo, y a la postre The Dreamer es precisamente lo que él quiere que sea: una forma de que los lectores podamos descubrir los inicios de nombres tan míticos dentro de este mundillo como Bob Powell, George Tuska, Lou Fine, Jack Kirby o el propio Will Eisner.

Guión y Dibujo: Will Eisner

Editorial: DC

Formato: Álbum Rústica. 80 Páginas

Precio: $9.95

Calificación: 9/10

Un año después de la publicación de The Dreamer, Eisner editaba (a través de Kitchen Sink, sello bajo el que verían la luz la gran mayoría de sus trabajos en los ochenta) The Building, una fantástica novela gráfica en la que el artista ponía de nuevo en relieve su singular maestría a la hora de relatar historias cercanas con gente de la calle, añadiendo en este caso, una suerte de componente fantástica que el autor centra en el edificio que da nombre al cómic y sobre la que aducía que "no es que le haya otorgado al edificio poderes sobrenaturales, sino que creo que lo sobrenatural no es más que el resto psíquico que acumula cualquier objeto con el que vivimos".

Más allá de que aparezcan o no fantasmas en el relato, lo fascinante de The Building es ver cómo Eisner es capaz de construir una historia acerca de una masa inerte de ladrillos y cemento, hacer que casi nos lleguemos a encariñar con el edificio, cuajar una lectura intensa como pocas y para colmo, hacerlo de tal manera que parezca fácil. Usando como telón de fondo y observador impasible de los acontecimientos a un bloque que guarda no pocas similitudes con el mítico Flatiron neoyorquino, Eisner narra una historia en cuatro tiempos, los que corresponden a las cuatro vidas de los fantasmas con los que se inicia el relato. A través de sus historias, en las que la tragedia siempre es un elemento presente, el artista ofrece un retrato, entre líneas, de los aspectos menos llamativos de las relaciones humanas, con sus miserias y sus pocos altos y sus muchos bajos.

A diferencia de The Dreamer, The Building nos devuelve a un Eisner pletórico en lo visual, retomando el dibujante la imaginería de recursos narrativos que tanto explorara en The Spirit: con un apropiado tono sepia dominando toda la impresión, el artista nos ofrece un recital de maestría desde las páginas completas que abren y cierran el volumen y la narración de cada vida (páginas que van ajustando a la perfección lo temporal en el relato) hasta aquellas que se dedican a contar la historia de los cuatro personajes, retomando esa manera de aviñetar que sólo el sabía dominar a la hora de dividir el área de lectura con elementos propios del discurso visual (como utilizar las separaciones entre estancias para diferenciar varios tiempos).

Lectura soberbia, The Building se establece por méritos propios dentro de las mejores obras de Eisner, todo un mérito si tenemos en cuenta que ninguna de las muchas que el artista editó entre 1978 y su muerte bajan del notable.

Sergio Benítez (85)

domingo, 21 de diciembre de 2008

La AVENIDA DROPSIE




G
uión y Dibujo: Will Eisner

Editorial: Norma

Formato: Album 170 Páginas

Precio: 15 €

Calificación: 9,5/10

“Para el estreno de la peli de Spirit toca especial de Eisner. Así que ya sabes” Algo parecido me soltó mi compañero de blog hace algunos meses. Y aquí estamos, pensando exactamente lo mismo que pensé en aquel momento: “¿Qué digo de una obra de Eisner si hasta la menos inspirada le da miles de vueltas a cualquier cosa que se publica hoy en día?”

Me puse manos a la obra y rebusqué entre todos los tebeos Eisneros. La conclusión se volvía a repetir, todas son la leche. Teniendo en cuenta las elegidas por Sergio, me agencié un par de las que tenía un grato recuerdo.

No se qué tienen las novelas gráficas de Eisner, pero lo que sí tengo claro es que se pueden leer decenas de veces que siempre entran igual de bien. La Avenida Dropsie ha pasado por mis manos sus buenas seis o siete veces y créanme que cada vez se me hace más entretenido el leerla. Esos personajes sencillos, casi siempre rodeados de miseria, vecindarios ruinosos, malos muy malos, casi esperpénticos, esas esposas con cara de arpía que resultan impagables, miles de conflictos raciales y unas dosis perfectamente equilibradas de ternura y realismo social-histórico que tan pronto nos ablandan el corazón como nos lo parte en mil pedazos.

Quizás es aquí donde reside esa magia de la que hablaba antes. Eisner repite patrones tanto en creación de personajes como en tramas y subtramas, pero amigo, nunca se le podrá acusar de autoplagio, porque cada una de sus obras rezuma personalidad por los cuatro costados, una personalidad que sólo los maestros saben imprimir a las obras maestras.

En La Avenida Dropsie nos vamos a encontrar con un buen puñado de personajes cuyas vidas se irán cruzando a lo largo de las páginas del volumen. Y la propia avenida, no es que sea un personaje más, sino que es el personaje principal, es el hilo conductor de todas las pequeñas historias que se crean entre sus vecinos y, a la misma vez que evolucionan (o involucionan) los personajes, la avenida también lo hará, haciéndose mayor, enfermando o renaciendo.

De la capacidad de Eisner para plasmar sus ideas no voy a añadir absolutamente nada, basta con pegarle un ligero vistazo a cualquier obra dibujada por el maestro para darse cuenta del manejo que tenía a la hora de componer la página (la 157 es "pa morí por Dió").

La expresión “obra inmortal” deja muy poco lugar a la imaginación, eso sí, si la buscan en un diccionario, la foto de Eisner debería estar acompañando la entrada, porque, a la larga, fue a lo que se dedicó en vida, a crear historias que disfrutamos nosotros y que disfrutarán nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos, y los hijos de los hijos de…y así hasta cansarse.

Marione (43)

sábado, 20 de diciembre de 2008

CONTRATO con DIOS

A seis días del (temido) estreno de la particular visión que Frank Miller ha cuajado en celuloide acerca de Spirit, queremos dedicar un especial centrado en la figura de su creador, el maestro Will Eisner. A lo largo de seis recomicdaciones daremos un breve repaso a obras fundamentales de su carrera, empezando por aquella que reinventó el noveno arte y terminando, el día 25, con un extenso (o al menos esa es la intención) estudio centrado en The Spirit. Sin más preámbulos, os invitamos a adentraros en el fascinante mundo de un genio. Bienvenidos seáis.




Guión y Dibujo: Will Eisner

Editorial: DC

Formato: Libro Rústica. 200 Páginas

Precio: $12.95

Calificación: Obra Maestra

Ya que es la primera vez que vamos a hablar de Will Eisner en este blog, creo que es de recibo comenzar por el principio. Y no, no me refiero a realizar ahora una exhaustiva biografía del maestro, sino a comentar cuál fue mi primer contacto con su obra. No recuerdo el año exactamente, aunque lo más probable es que fuera a principios de los noventa. Por aquel entonces un incipiente coleccionista comenzaba a echarle el ojo a todo aquello que podía circular por sus manos. Teniendo en cuenta mi lugar de residencia en dichos años (mi ciudad natal) y la poca distribución que en el había de cómics, cualquier descubrimiento era un logro. Durante un tiempo, mis medios de conseguir tebeos se limitaban a una pequeña tienda que llevaba un peculiar anciano llamado Antonio y la paulatina transformación que estaba sufriendo mi videoclub habitual, abriéndose a comercializar los lanzamientos mensuales de Fórum, Norma y Zinco.

Fue precisamente en aquella pequeña cueva de Ali-Babá que era la tienda de Antonio que un día fui a dar con un retapado con varios de los números de The Spirit editados por Norma (si mal no recuerdo en uno de ellos estaba la historia de La Fortuna de los Portier). Prendado por un dibujo que no se parecía nada a los de los cómics de mutantes o Batman/Superman que por entonces compraba, la cosa quedó no obstante ahí, ya que no fui capaz de encontrar nada más de Eisner durante bastante tiempo.

La partida a Sevilla para cursar los estudios universitarios cambiaría por completo mi forma de leer y coleccionar cómics. De repente tenía a mi disposición varias tiendas de cómics (entre ellas la añorada Elektra) y acceso al catálogo de Previews. Poco tiempo después llegaría internet, y con él, el mayor punto de inflexión que se ha dado en mi vida como aficionado al cómic, Milehigh. Con compras constantes todos los meses de todo aquello que no había tenido la oportunidad de leer en años, pronto supe del servicio de pedidos de Previews que la tienda de Chuck Rozanski ofrecía (y sigue ofreciendo). Y si cuento todo esto es porque fue en el primero de estos pedidos donde incluí el volumen que ahora nos ocupa (este y, muy poco tiempo después, el número uno de los Spirit Archives).

Ansioso por recibir y leer lo que ya sabía por muchas fuentes era una obra seminal en la historia del noveno arte, no podía imaginar hasta que punto tan potente afirmación se quedaba corta. Y es que cuando una obra de arte llega a tener la consideración de clásico atemporal, es por algo.

Ocho años después de leer Contrato con Dios por primera vez, y aprovechando la oportunidad que me brindaba este especial que hemos preparado en lecturas reCOMICdadas, he vuelto a repasar la obra con la que Eisner daba el pistoletazo de salida a una nueva forma de hacer cómics, instaurando además un nuevo término que ya ha pasado a la historia, el de Novela Gráfica, pudiendo constatar que, como Casablanca, la obra ha ganado con los años. Mucho ha llovido desde que en 1978 Eisner publicara por primera vez este volumen que ni era una novela ilustrada ni un cómic con largas parrafadas, sino una suerte de hijo bastardo entre ambas fórmulas de lectura que ampliaba las constreñidas fronteras del cómic-book tradicional.

Para ello, Eisner saca todo el partido posible al abonado campo de experimentación que supuso para él los doce años en los que dibujó (interrumpidamente) The Spirit: la forma de diluir la viñeta hasta el punto de no acotarla en la gran mayoría del desarrollo del relato; el uso de la tipografía como parte fundamental de la historia (esas letras al inicio de Contrato con Dios parecen formar parte de la lluvia) o la miríada de recursos visuales que tanto ensayó en la citada publicación son algunos de los hitos sobre los que Eisner sigue incidiendo en el discurso visual y argumental que desarrolla aquí.

Pero claro, Contrato con Dios (y los otros tres relatos que lo acompañan, de los que me quedo con ese trágico The Super) no está protagonizado por un detective resucitado milagrosamente que se dedica a combatir al villano de turno, sino por gente corriente extraída de forma parcial de los recuerdos del propio autor. Al igual que hace con sus páginas, Eisner desdibuja los anquilosados límites que separan buenos de malos en sus guiones para Spirit, concretando en esta obra todo un discurso acerca de las muchas tonalidades de gris en las que se define el ser humano. Como analista de una sociedad (la americana formada por inmigrantes) y una época (los años treinta), Eisner no se conforma con ser mero observador, sino que se implica de lleno en la narración, arrastrando a los lectores en dicho proceso y presentándonos a toda una galería de personajes de carne y hueso, cuya tridimensionalidad queda enmascarada de forma consciente por el estilo cartoon del autor.

Podríamos seguir hablando durante muchos párrafos más acerca, no sólo de por qué Eisner es la figura que es dentro del noveno arte, sino también de por qué Contrato con Dios no ha envejecido ni un ápice en treinta años y cómo un tebeo de finales de los setenta puede seguir generando nuevas lecturas y sesudos debates. En lugar de ello os invitamos, con más fuerza si cabe de la que lo hemos hecho cuando una obra nos ha calado enormemente, primero a la obligada lectura (previa compra, obviamente) de este mayestático tebeo, después a que por favor compartáis con nosotros vuestras impresiones en la medida que así lo queráis. Lo dicho, una Obra Maestra del Arte Secuencial.

Sergio Benítez (84)

viernes, 19 de diciembre de 2008

PÍLDORAS AZULES

Guión y Dibujo: Frederik Peeters

Editorial: Astiberri

Formato: Libro Rústica. 204 Páginas

Precio: 16€

Calificación: 9.5/10


Decía hace unos días en el especial que dediqué a Clandestine que hace pocos años ni me hubiera planteado adquirir Píldoras Azules. Mentía.

Cambien años por poco más de una docena de meses y ajustaremos más el radical cambio que se ha producido en las lecturas que ahora estoy descubriendo: ya no resulta tan importante la estética a la hora de decidir si compro o no cierto título mientras exista una cierta certeza de que la historia que desarrolle el cómic en cuestión me atrape con brío. Contando con dicha certeza de manos de las fervorosas recomendaciones de mi compañero Mario, no podía seguir ignorando la llamada que Píldoras Azules me hacía cada vez que pasaba por su lado en mi tienda de cómics habitual y, como podrán imaginar, hace unas cuantas semanas fue liberado de esa cárcel de madera que son las estanterías de Amuleto.

Tras leer la hermosísima historia de Peeters lo primero que debo exclamar es un sonoro GRACIAS dirigido, cómo no, a Mario. Aunque, lógicamente, ambos compartimos esta estupenda filia que es leer cómics, cada uno seguimos manteniendo pequeñas parcelas de privacidad no exploradas por el otro. Una de esas parcelas, en la que Mario sí ha navegado a placer mucho antes que yo, es el cómic de corte independiente, ya sea americano o europeo. El caso es que en los años que hace que nos conocemos (que ya son unos pocos), Mario, desde su entrañable humildad, siempre ha intentado que mi colección se compusiera de algo más que tomos y tomos de superhéroes. Al final algo de ese mensaje ha tenido que calar, y buena prueba de ello la podéis encontrar observando la gran variedad de géneros y países que tocamos en este rincón de crítica.

Con un personalísimo estilo de dibujo que llama la atención nada más abrir un cómic con su nombre en la portada (y ya hablaremos de lo camaleónico de su trazo cuando repasemos RG) Frederik Peeters es, ante todo, un brillante narrador de historias como pocos se cuentan en este medio. Comprendo que dicha aseveración sea un poco arriesgada teniendo en cuenta que aún tengo pendiente la lectura de su otra "obra maestra", Lupus, pero espero que sean capaces de perdonármela si les digo que no soy muy dado a regalar exacerbados piropos. Sólo tienen que efectuar un breve repaso a lo que se ha escrito por aquí para constatarlo.

El caso es que a la hora de referirme a esta maravilla aviñetada que es Píldoras Azules, todos esos epítetos que normalmente suelo guardar para momentos puntuales, se agolpan en mi cabeza sin dar cabida a que pueda ordenarlos, menos aún transcribirlos. La experiencia vital que supone la lectura de la obra de Peeters es casi equivalente a situarse en la posición de un inesperado voyeur que tuviera acceso a los más recónditos secretos que encierra nuestro corazón. Este paseo por una vida, la suya, que Peeters efectúa con una honestidad que huye en todo momento de sensiblerías inútiles, va recalando en momentos que oscilan entre la trivial (el hijo de Cati probando la sal) y los más profundos sentimientos (Cati y Frederik conversando, después de haber hecho el amor, acerca de por qué se quieren) ostentando ambos una inusitada y poco común solidez que encuentra su paroxismo en ese impresionante capítulo en el que Peeters utiliza a la figura de un mamut para improvisar un complejo psicoanálisis de su yo más profundo.

La franqueza con la que el autor afronta el relato, es de tal magnitud que atraviesa sin problemas cualquier barrera moral o psicológica, hace añicos las evidentes diferencias culturales (que no generacionales) y borra por completo los pocos prejuicios que pudiera albergar aún hacia este tipo de cómic, y es precisamente la que hace tan grande a Píldoras Azules. Y aunque no sea la primera vez que leo en formato de tebeo una historia autobiográfica (ahí está las geniales True Story Swear to God, Fun Home o Piel Color Miel para demostrarlo) tengo que admitir que no estaba preparado para la arremetida emocional que ha supuesto este enorme cómic. De nuevo, muchas gracias Mario.

Sergio Benítez (83)

jueves, 18 de diciembre de 2008

Surge FERD'NAND. Tiras de 1937




Guión y Dibujo: Mik

Editorial: Libri Impressi

Formato: Rústica. 108 Páginas

Precio: 12.50€

Calificación: 7/10

Fue verlo anunciado y ya sabía a ciencia cierta que Ferd'nand se iba a incorporar sí o sí a mi colección. ¿Los motivos?. Dos muy evidentes y que alguna vez ya hemos comentado por aquí.

El primero de ellos, esa "enfermedad" a la que hacía referencia a principios de semana cuando recomicdaba Toxic Planet, y es que es ver tira de prensa y hacérseme la boca agua, más aún si tenemos en cuenta que se trata de uno de los títulos con más solera en el medio.

El segundo es algo bastante más personal y tiene que ver directamente con quién editaba el tomo, un nombre del que ya hablamos cuando hace unos meses recomicdábamos Príncipe Valiente, Manuel Caldas. Decíamos entonces que la labor de recuperación y restauración que el portugués está haciendo con la obra de Foster era tan valorable como podía serlo el magistral trabajo del autor norteamericano. Algo que se puede aplicar directamente al volumen que nos ocupa.

Con igual cariño hacia el trabajo del danés Mik, Caldas edita el que pretende ser primer volumen de una serie indefinida que abarcará (de la misma manera que Fantagraphics ha planteado con su excelsa edición de Dennis the Menace) todas las tiras que el artista dibujó en vida, una tarea titánica que probablemente terminará transformándose, si las ventas acompañan, en una inmensa colección de casi ¡cincuenta volúmenes!.

Sean cincuenta o sean cinco (esperemos que lo primero y no lo segundo), lo cierto es que Ferd'nand viene a llenar un hueco más dentro de todo el material clásico que nunca ha visto la luz en nuestro país, al menos en formato de tomo. En el caso que nos ocupa, y como muy bien apunta Caldas en la extensa introducción bilingüe que incluye este primer volumen (y de la que deberían aprender muchas de las grandes editoriales que publican el cómic pelado y mondado), Ferd'nand se trata de la más famosa tira pantomímica de todos los tiempos.

Sin diálogos de ningún tipo y valiéndose tan sólo de onomatopeyas tan sencillas como signos de interrogación o exclamación, Mik plantea con Ferd'nand un cómic visual al cien por cien, demostrando en el intento una singular maestría, ya desde la primera tira, a la hora de controlar la temporización de los gags y la condensación del mismo sin que el lector tenga que hacer un ejercicio de imaginación extremo. La facilidad con la que el autor danés provoca la risa es igual de asombrosa que la variedad de chistes visuales que llega a incluir a través de un personaje al que siempre le están sucediendo anécdotas de lo más surrealistas, tirando Mik de un repertorio de gags tan abultado como inagotable.

Con su trazo simple pero eficaz, digno heredero de la mejor tradición norteamericana (con claras connotaciones Segarianas y Herrimanianas), Mik consigue una y otra vez con su personaje arrancar la carcajada del lector, no teniendo más pretensión que esa, la de hacer reír por reír, sin atarse a una historia o lastrarse con una continuidad innecesaria, algo que, hoy más que nunca, es digno de ser reivindicado. Este carácter desenfadado y liviano convierte a Ferd'nand en un escapismo de lujo, un intermezzo perfecto entre lecturas más sesudas que nunca viene mal tener a mano.

Sergio Benítez (83)