martes, 22 de mayo de 2012

él. Los VIVIENTES MUERTOS

Guión y Dibujo: Óscar Martín

Editorial: Ominiky

Formato: Libro Cartoné. 128 Páginas

Precio: 20€

Calificación: 8/10




Parecía un dibujo salido de una película de Disney...si no hubiera sido porque en un mano llevaba un pistolón enorme, en la otra una espada sanguinolenta y a sus pies yacía muerto un bicho gigantesco. Para los que lo hayan leído, sabrán que estoy hablando de la portada del recopilatorio de Solo que Edicions de Ponent editaba hace un lustro. Para los que no...¡¡¡¿¿¿que cojones estáis haciendo con vuestras vidas que no habéis leído una de las series más cafres y mejor dibujadas que se han editado en nuestro país???!!!...contento me tenéis.

Pero dicho tomo no era el primer contacto que los lectores teníamos con aquella rata gigante que se paseaba desmembrando toda clase de criaturas en un mundo post-apocaliptico a lo Mad Max ya que, como he apuntado en el párrafo anterior, el volumen que hoy se puede encontrar en cualquier librería...¡¡¡ya estáis tardando!!!...recopila lo que anteriormente había sido publicado en nueve números con alma de fanzine con los que en algún momento el que esto suscribe se había cruzado por alguna de las varias tiendas de cómics de Sevilla creyendo que lo que tenía delante era el trabajo inaugural de un autor novel que intentaba abrirse camino. No podía estar más equivocado.

Para los que no lo sepan, Óscar Martín lleva dando tumbos en el mundo del cómic desde que comenzara, en 1986 (sí, el tipo lleva casi tres décadas dándole al callo) a dibujar y guionizar la serie de Tom & Jerry para países como Alemania o Suecia, una labor que, jalonada en sus comienzos por trabajos para la Disney (su trazo no engaña), fue galardonada por Warner Bros en 2002 con el Lifetime Achieve Award, un premio tremendamente prestigioso y raro que suponía el punto álgido de una carrera que, no obstante, iba discurriendo de forma paralela por lugares completamente ajenos. 

Y es que, quizás para desfogar toda la mala leche que en Tom & Jerry siempre queda diluida, quizás para dar salida a una compulsión narrativa que probablemente quede ahogada por los patrones de unos cómics dirigidos principalmente a infantes, Óscar Martín comienza con Solo una andadura que lo llevará, primero, a publicar dos álbumes más de la rata y el mundo apocalíptico (también editados por De Ponent e igualmente imprescindibles) y, después, a tocar en las puertas de Casterman para iniciar en 2006 La Hermandad, una serie de cuatro volúmenes de los que hasta la fecha sólo han aparecido dos y que, si bien a nivel gráfico cuentan con un gran trabajo del artista, en lo que a la historia se refiere queda excesivamente lastrada, siendo este último el más que probable motivo por el que, tras un segundo álbum aparecido en 2008, no haya tenido continuidad.

Algo que importa bien poco si tenemos en cuenta que, a la espera de que aparezca ese ansiado nuevo tomo de Solo (un proyecto colectivo que está cercano a su publicación), Martín decide regalar a sus seguidores con la creación de un chucho irreverente, fumador, mujeriego, malhablado y, en definitiva, encantador que, en un alarde de originalidad tiene por nombre él. Con un primer volumen publicado por Ominiky el pasado 2011, y considerando el abultadísimo panorama del tebeo español en la actualidad, habrá sido más que normal que él haya pasado por vuestro radar sin haberos coscado. Y lo cierto es que muchos podréis pensar que con la vastedad de historias que se cuentan hoy por hoy en nuestras viñetas, el humor desenfrenado y de marcado carácter friki que plasma Martín en sus páginas está demasiado visto como para merecer vuestra atención. Y os estarías equivocando.

Libre de cualquier atadura editorial, de cualquier esquema o patrón y dispuesto a hacer lo que le salga de las gónadas, Martín consigue con el primer volumen de él una lectura fresca en la que se rompe la cuarta pared de forma constante para implicar al lector en un relato de corte noir en el que nuestro "héroe" tendrá que investigar un misterioso misterio (os podría desvelar cuál, pero tendría que mataros). Arropado por un trazo también liberado de cualquier atadura, Martín experimenta en las páginas del cómic con multitud de recursos, haciendo de la lectura de él, quién si no, una auténtica gozada con la que reir a placer; y dejando, obviamente, con ganas de más, mucho más. Unas ganas que ahora vienen a cubrir estos Vivientes Muertos

Agarrándose a la actual moda de los zombis, la opción de contar una historia de muertos vivientes, ha pasado de ser una novedad a convertirse en un abuso por parte de cualquiera que pretenda que le presten atención. Pero lean bien el título de este segundo volumen de él (que Ominiky ha publicado en esta ocasión en tapa dura tras haber ido sacándolo en varias entregas digitales a través de Koomic), no es una historia que avanza por ese manido MacGuffin que comienzan a ser ya los no muertos, si no que Martín reordena las palabras y da con un concepto que le sirve para, dentro de la coña constante en la que se desarrollan las páginas del libro (él no para de criticar a lo que nuestro artista hace al otro lado del tablero), arremeter de frente contra la sociedad en la que nos ha tocado vivir. 

Muy a la manera del fantástico análisis que Aleix Saló hace en Simiocracia, Martín lleva a su personaje a un hipotético futuro en el que las cadenas de televisión sólo emiten concursos y programas basura que lavan el cerebro a los televidentes; un futuro en el que el fútbol ha trascendido la manida frase de ser "el opio del pueblo" para convertirse en una droga dura; un futuro en el que el gobierno y los poderes fácticos hacen lo que pueden para mantener en un estado de constante subyugación a sus gobernados, ofreciéndoles cuanta más basura y miedo mejor para, así, hacer con sus vidas básicamente lo que les plazca; un futuro, en defnitiva, que se parece demasiado a nuestro presente, convirtiendo así Martín la lectura de un cómic de "cachondeo" en toda una crítica nada somera hacia esos vivientes muertos en los que ya se han convertido buena parte de la población de nuestra piel de toro. Tan sólo por eso (y cuando tengan el volumen en las manos verán que hay mucho más que disfrutar en su lectura) vale la pena atender a un cómic de esos que, como diría nuestro amigo Mario, "tiesquetener".

Sergio Benítez (IX) 

4 comentarios:

Pardi dijo...

Hace años que sigo a Oscar Martín desde que descubrí el primer cómic de Solo.Todo lo que publica lo he comprado y nunca decepciona. De lo mejor del cómic español, divertido, buen dibujo y mucha calidad. Salu2

sebelo2 dijo...

Amen Pardi, Amen ;)
Saludetes,
Sergio

Marione dijo...

Mira como te ha salido otra vez la vena Disney. Yo sinceramente nunca le he llegado a coger el punto a Martín. Admito que es un estilo muy llamativo mezclado con unas ideas bastante originales pero... Que no, que le falta algo.
Si es verdad que cuando Solo se publicaba en grapichuelas se vendía como rosquillas y eso estando el mercado como estaba es digno de mención y alabanza.
Saludazos

sebelo2 dijo...

Esteee...a Martín no le falta nada Mario, es a ti al que le falta lo que hay que tener para saber apreciarlo :P
Saludetes,
Sergio