En el NOMBRE del DIABLO

Guión: Esteban Maroto

Dibujo: Esteban Maroto

Editorial: Toutain

Formato: Álbum Rústica. 48 Páginas

Calificación: 6.5/10

Hasta donde mi memoria es capaz de servirme, Las Crónicas de Atlantis fue una lectura que, en su momento, llegó a causarme bastante impacto. No porque fuera una obra maestra del medio (recuerdo que el guión no era gran cosa por mucho que lo firmara Peter David) sino porque sirvió para descubrir a un joven coleccionista al gran Esteban Maroto. Mucho ha llovido desde aquel momento, y muchas veces había pensado en otear la red para ver qué había disponible del autor y si era posible hacerme con algo de ello, llegándome la oportunidad de nuevo a través de Todocolección con este En el Nombre del Diablo que encontré tirado de precio (me parece que no llegue a desembolsar ni seis euros por él).

Con un grafismo portentoso y una narrativa soberbia que hace y deshace la estructura como le viene en gana, En el Nombre del Diablo sirve como un corolario perfecto de lo que Maroto era capaz de concretar a los lápices. Conocido, y con mucha razón, por sus espectaculares féminas (una característica que comparte con muchos de sus coetáneos), no sería de recibo hacer mención sólo a éstas cuando por las páginas del volumen el artista hace gala de una naturalidad pasmosa a la hora de plasmar la figura humana, al mismo tiempo que destila una elegancia sublime en la concreción de la misma. Estas características pugnan en dura liza por ser el aspecto más sobresaliente del tebeo con la imaginación que el dibujante derrocha a la hora de concretar fantásticas criaturas de toda índole, sean celestiales, demoníacas o terrenales, dotando a todas ellas del mismo verismo que el que correspondería a un ser vivo real.

El problema es que su habilidad a los guiones no está a la altura de su tremenda capacidad gráfica (que merecería un sobresaliente sin dudarlo) y, a la postre, es responsabilidad de aquéllos la normalita puntuación del volumen. A vista de pájaro, las historias contenidas aquí pueden dividirse en dos grandes grupos: las dos primeras y el resto. Aquellas que abren la lectura, y que a la postre son las mejores, parten de libres acercamientos desde un punto de vista muy poco ortodoxo para con la religión, al Génesis y la historia de Caín y Abel, observadas ambas a través del prisma del maligno. La originalidad y atrevimiento de aproximarse a algo que siempre arrastra tanta polémica pronto se olvida en aras de construir historias acerca de la brujería, en las que Maroto explora, con poco tino, los tópicos más recurrentes asociados con la práctica de la magia negra, salvándose del conjunto aquella en la que, arremetiendo contra la Inquisición y sus persecuciones, da toda una lección acerca de la tolerancia. De todas formas no se le pueden pedir mucho más a estas historias cortas que autores como él producían casi en serie en la época de esplendor de las revistas de cómic en nuestro país, una época añorada que esperamos algún día vuelva a encontrar a su público.

Sergio Benítez (347)