Dibujo: Goran Parlov
Editorial: Panini
Formato: 100% Marvel. 120 Páginas
Precio:10.75€
Calificación: 7/10
Que Garth Ennis es un cafre (dicho desde la mayor admiración, ojo) no es nada nuevo. Sólo hay que echar un rápido vistazo a cualquiera de los muchos cómics que han salido de la pluma del irlandés para darse cuenta de la mala baba que gasta cuando se pone. Dentro de su ingente producción, varias son las series en las que la verborrea del guionista ha dado mejores frutos: Hitman, Preacher y Punisher. En un futuro no muy lejano hablaremos probablemente de las dos primeras, lo que nos permite centrarnos a continuación en la colección de Frank Castle.
A lo largo de los últimos ocho años, y a través de tres colecciones, Ennis ha demostrado que tras el arrollador éxito que cosechó con la grandiosa Preacher, mantiene una forma envidiable. El primer contacto del guionista con el justiciero de Marvel, se desarrolla en una maxiserie de 12 números dentro del sello Marvel Knights creado por Joe Quesada. En el año que abarca la aparición de dicha maxiserie, Ennis coloca de nuevo a Punisher en el lugar que se merece dentro del universo marveliano y, haciendo gala del humor gamberro y extremo que le caracteriza, nos deja una de las mejores (sino la mejor) historia de cuantas se han contado acerca de Frank Castle. Tanto es así, que en la fallida adaptación a la gran pantalla protagonizada por Thomas Jane, los vecinos de Castle y el personaje del Ruso son calcos de sus contrapartidas bidimensionales.
Tras esa primera maxiserie se decide, desde las altas cúpulas de Marvel, que ya es hora de devolver al Punisher a su lugar mensual, dando comienzo así, aún bajo el sello Marvel Knights, la primera serie regular del personaje guionizada por Ennis. Durante 37 números, y tres años Ennis vierte todo su buen hacer a la hora de confeccionar esos secundarios extremos que tanto le caracterizan y que tan buen telón de fondo conforman en casi todas sus colecciones. Violencia sádica, sangre y situaciones límite llevadas a la hipérbole, caracterizan a una colección cuyas ventas, sin ser sobresalientes, permiten a Ennis seguir disfrutando mes a mes con la escritura de un personaje que, hoy por hoy no se entendería sin su singular aportación. A su lado, en la primera singladura y en el arranque de esta segunda, un Steve Dillon cuyos personales lápices ya pudiéramos disfrutar en Preacher. Junto a Dillon, serán dibujantes de regular aparición en la colección los correctos Goran Parlov, Manuel Gutierrez, Leandro Fernandez y John McCrea (creador junto a Ennis de Hitman).
Mudada la colección de Marvel Knights (que se queda chico para el bestial tratamiento que Ennis da al personaje) la serie va a parar al sello Max, orientado a un público adulto. Y es precisamente en el transcurso de los 57 números aparecidos hasta la fecha bajo este sello donde nace Barracuda; probablemente el mayor cabronazo que haya pisado nunca una viñeta (y mira que Castle se las gasta que da gusto). Un negro inmenso que sólo sabe hablar con tacos, follar y matar a quien se le ponga por delante. Tanta dulzura no es pasada de largo por Punisher que, en uno de sus encuentros, le corta los dedos de una mano y lo echa a los tiburones.
Sobreviviendo a tan traumática experiencia es cómo encontramos a "Cuda" al comienzo de esta miniserie cuya primera página dice todo acerca de Ennis: en primer plano una prostituta limpiándose la boca, en segundo un Barracuda con cara de felicidad subiéndose la cremallera del pantalón. Tras esa splash page, lo que sigue no tiene desperdicio: un antiguo conocido de nuestro peculiar héroe le encarga que se lleve a su hijo hemofílico (sic) a que se haga un hombre matando a uno de sus principales enemigos. Como podrán imaginar no será tarea fácil.
Ennis se lo pasa bomba escribiendo unos diálogos en los que la necesidad de contención es nula. Hay tacos, actitudes salvajemente violentas, sexo, desnudos, drogas y sangre para saciar al más pintado; todo ello aderezado del negrísimo sentido del humor que caracteriza al guionista irlandés. En el apartado gráfico Parlov, cuyo parecido al patriarca de los Kubert es innegable, cumple de sobra con lo que exige el guión planificando perfectamente las páginas y componiendo un conjunto que supera con mucho a lo que los otros dibujantes de la serie regular (sobre todo Leandro Fernández) son capaces de ofrecer.
Entretenimiento que se devora en un suspiro, Barracuda: El Regreso es una de esas lecturas de transición (entre otras de mayor calado) tan necesarias como agradecidas a las que, de cuando en cuando, hay que recurrir. Cómic de evasión en estado puro, sin más pretensiones que hacer pasar un rato extremadamente divertido a aquellos que se acerquen a sus páginas. Si lo hacen lleven consigo un pañuelo, no vaya a ser que tanta sangre termine salpicándoles.
A lo largo de los últimos ocho años, y a través de tres colecciones, Ennis ha demostrado que tras el arrollador éxito que cosechó con la grandiosa Preacher, mantiene una forma envidiable. El primer contacto del guionista con el justiciero de Marvel, se desarrolla en una maxiserie de 12 números dentro del sello Marvel Knights creado por Joe Quesada. En el año que abarca la aparición de dicha maxiserie, Ennis coloca de nuevo a Punisher en el lugar que se merece dentro del universo marveliano y, haciendo gala del humor gamberro y extremo que le caracteriza, nos deja una de las mejores (sino la mejor) historia de cuantas se han contado acerca de Frank Castle. Tanto es así, que en la fallida adaptación a la gran pantalla protagonizada por Thomas Jane, los vecinos de Castle y el personaje del Ruso son calcos de sus contrapartidas bidimensionales.
Tras esa primera maxiserie se decide, desde las altas cúpulas de Marvel, que ya es hora de devolver al Punisher a su lugar mensual, dando comienzo así, aún bajo el sello Marvel Knights, la primera serie regular del personaje guionizada por Ennis. Durante 37 números, y tres años Ennis vierte todo su buen hacer a la hora de confeccionar esos secundarios extremos que tanto le caracterizan y que tan buen telón de fondo conforman en casi todas sus colecciones. Violencia sádica, sangre y situaciones límite llevadas a la hipérbole, caracterizan a una colección cuyas ventas, sin ser sobresalientes, permiten a Ennis seguir disfrutando mes a mes con la escritura de un personaje que, hoy por hoy no se entendería sin su singular aportación. A su lado, en la primera singladura y en el arranque de esta segunda, un Steve Dillon cuyos personales lápices ya pudiéramos disfrutar en Preacher. Junto a Dillon, serán dibujantes de regular aparición en la colección los correctos Goran Parlov, Manuel Gutierrez, Leandro Fernandez y John McCrea (creador junto a Ennis de Hitman).
Mudada la colección de Marvel Knights (que se queda chico para el bestial tratamiento que Ennis da al personaje) la serie va a parar al sello Max, orientado a un público adulto. Y es precisamente en el transcurso de los 57 números aparecidos hasta la fecha bajo este sello donde nace Barracuda; probablemente el mayor cabronazo que haya pisado nunca una viñeta (y mira que Castle se las gasta que da gusto). Un negro inmenso que sólo sabe hablar con tacos, follar y matar a quien se le ponga por delante. Tanta dulzura no es pasada de largo por Punisher que, en uno de sus encuentros, le corta los dedos de una mano y lo echa a los tiburones.
Sobreviviendo a tan traumática experiencia es cómo encontramos a "Cuda" al comienzo de esta miniserie cuya primera página dice todo acerca de Ennis: en primer plano una prostituta limpiándose la boca, en segundo un Barracuda con cara de felicidad subiéndose la cremallera del pantalón. Tras esa splash page, lo que sigue no tiene desperdicio: un antiguo conocido de nuestro peculiar héroe le encarga que se lleve a su hijo hemofílico (sic) a que se haga un hombre matando a uno de sus principales enemigos. Como podrán imaginar no será tarea fácil.
Ennis se lo pasa bomba escribiendo unos diálogos en los que la necesidad de contención es nula. Hay tacos, actitudes salvajemente violentas, sexo, desnudos, drogas y sangre para saciar al más pintado; todo ello aderezado del negrísimo sentido del humor que caracteriza al guionista irlandés. En el apartado gráfico Parlov, cuyo parecido al patriarca de los Kubert es innegable, cumple de sobra con lo que exige el guión planificando perfectamente las páginas y componiendo un conjunto que supera con mucho a lo que los otros dibujantes de la serie regular (sobre todo Leandro Fernández) son capaces de ofrecer.
Entretenimiento que se devora en un suspiro, Barracuda: El Regreso es una de esas lecturas de transición (entre otras de mayor calado) tan necesarias como agradecidas a las que, de cuando en cuando, hay que recurrir. Cómic de evasión en estado puro, sin más pretensiones que hacer pasar un rato extremadamente divertido a aquellos que se acerquen a sus páginas. Si lo hacen lleven consigo un pañuelo, no vaya a ser que tanta sangre termine salpicándoles.
Sergio Benítez (1)
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