Guión: Fernando Fernández
Dibujo: Fernando Fernández
Editorial: Nueva Frontera
Formato: Álbum Cartoné. 54 Páginas
Calificación: 7/10
Desvistiéndose del atuendo de autor fantastique en el que se enmarcan sus obras más conocidas (Zora, Drácula, las historias de Círculos que veíamos en el Cuando el Cómic es Arte), y entrando de lleno en la que fue su segunda profesión durante muchos años, el periodismo; Fernando Fernández ofrecía a principios de los ochenta, y de la mano de este álbum publicado por la desaparecida Nueva Frontera, un análisis a caballo entre la realidad y la ficción de cómo España perdía, en 1898, la última de las colonias que habían formado su vasto imperio, la isla de Cuba.
Revestido de un estilo gráfico con un dibujo poco limpio, de compulsión por las sombras elaboradas a base de líneas y la rapidez en el trazo antes que el gusto por el detalle que le habíamos observado hasta esta lectura, donde Fernández no decepciona es en su magistral sentido de la narrativa y la composición: no hay dos páginas en Cuba, 1898 cuya estructura sea igual a las demás, obviando el artista la utilización de esquemas aviñetados concretos para dar rienda suelta a su portentosa imaginación a la hora de enfrentarse con la página en blanco. Primando la acción por encima de otras consideraciones, aunque haya algo de lugar para pasajes más reposados, las "secuencias" de enfrentamientos entre grupos armados resultan brillantes se las mire por dónde se las mire, algo que también es aplicable a la fabulosa labor de documentación que el barcelonés lleva a cabo ya sea en los uniformes, las localizaciones o los buques de cada armada (estadounidense o española).
Ahora bien, si a la narrativa visual no se le podría poner ninguna pega, no se le puede aplicar el mismo rasero (al menos no con la misma intensidad) a la labor que el artista realiza en el guión. Destacables resulta de ésta el esfuerzo consciente que Fernández hace para quedarse en una aproximación neutral a los acontecimientos, no posicionándose del lado de ninguna de las tres facciones que se vieron implicadas en el conflicto (la de los rebeldes cubanos, la de los norteamericanos y la de los españoles). Asimismo, cabe reseñar la capacidad para narrar en poco más de cincuenta páginas todos los acontecimientos que se produjeron en los tres años que se abarcan en el tebeo sin que en el intento se pierda la coherencia argumental. El estructurar la historia a través de un personaje externo, un médico italiano, ayuda también a mantener el interés por un relato que, no obstante, decae en ritmo en alguna que otra ocasión debido principalmente a dos motivos: por un lado el desaforado interés por meter (casi con calzador) detalles políticos que se terminan perdiendo en el conjunto de la historia, y por el otro por esa forzada historia de amor que queda deslucida en el conjunto por su poca profundidad y escueto desarrollo.
La sensación general que deja la lectura es de haber asistido a un trabajado tour de force al que quizás le habría sobrado algo del carácter ficticio y que sin duda se excede en sus ambiciones documentalistas, detalles ambos que quedan en segundo plano por mor del virtuosismo gráfico del gran artista que es Fernández.
Revestido de un estilo gráfico con un dibujo poco limpio, de compulsión por las sombras elaboradas a base de líneas y la rapidez en el trazo antes que el gusto por el detalle que le habíamos observado hasta esta lectura, donde Fernández no decepciona es en su magistral sentido de la narrativa y la composición: no hay dos páginas en Cuba, 1898 cuya estructura sea igual a las demás, obviando el artista la utilización de esquemas aviñetados concretos para dar rienda suelta a su portentosa imaginación a la hora de enfrentarse con la página en blanco. Primando la acción por encima de otras consideraciones, aunque haya algo de lugar para pasajes más reposados, las "secuencias" de enfrentamientos entre grupos armados resultan brillantes se las mire por dónde se las mire, algo que también es aplicable a la fabulosa labor de documentación que el barcelonés lleva a cabo ya sea en los uniformes, las localizaciones o los buques de cada armada (estadounidense o española).
Ahora bien, si a la narrativa visual no se le podría poner ninguna pega, no se le puede aplicar el mismo rasero (al menos no con la misma intensidad) a la labor que el artista realiza en el guión. Destacables resulta de ésta el esfuerzo consciente que Fernández hace para quedarse en una aproximación neutral a los acontecimientos, no posicionándose del lado de ninguna de las tres facciones que se vieron implicadas en el conflicto (la de los rebeldes cubanos, la de los norteamericanos y la de los españoles). Asimismo, cabe reseñar la capacidad para narrar en poco más de cincuenta páginas todos los acontecimientos que se produjeron en los tres años que se abarcan en el tebeo sin que en el intento se pierda la coherencia argumental. El estructurar la historia a través de un personaje externo, un médico italiano, ayuda también a mantener el interés por un relato que, no obstante, decae en ritmo en alguna que otra ocasión debido principalmente a dos motivos: por un lado el desaforado interés por meter (casi con calzador) detalles políticos que se terminan perdiendo en el conjunto de la historia, y por el otro por esa forzada historia de amor que queda deslucida en el conjunto por su poca profundidad y escueto desarrollo.
La sensación general que deja la lectura es de haber asistido a un trabajado tour de force al que quizás le habría sobrado algo del carácter ficticio y que sin duda se excede en sus ambiciones documentalistas, detalles ambos que quedan en segundo plano por mor del virtuosismo gráfico del gran artista que es Fernández.
Sergio Benítez (349)
4 comentarios:
Ahhhhhh. Fernando Fernandez. Da igual lo que haga. Que delicia de dibujillos. Su Zora o Dracula son de lo mejor que se puede apreciar visualmente. ¿Quien es Alez Ross?
FFF (Fernando Fernandez Forever) Mira que bonito me ha quedao.
Saludazos
Este tebeo rondaba la casa familiar hace muchiiiimos años. Ver la portada ha sido el detonante de tal recuerdo.
Y leerlo de nuevo, supongo, que me será un placer indescriptible. Tendré que preguntar a mi hermano.
Saludos.
Tarea pendiente la mía la de descubrir a Fernandez, tengo el Dracula de Glenat en la estantería pendiente de lectura y su Zora pendiente de compra.
Estupenda labor la que está haciendo Glenat con autores como Gimenez, Bea, Victor de la Fuente o el propio Fernandez, con las ediciones que se merecen estos grandes de la historieta española.
Muy buena reseña Sergio.
Saludos.
Oscar.
Pues tardando estás ya Óscar en ponerte con Drácula, quizás su mejor trabajo (aunque los demás no le van a la zaga).
Y Toni, de nada por haberte hecho recordar tiempos de infante ;P
Saludetes a todos,
Sergio
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