Dibujo: Enrique Breccia
Editorial: Doedytores
Formato: Libro Rústica. 64 Páginas
Precio: 10.95€
Calificación: Incalificable
La última (y ahora que lo pienso, única) vez que usamos por estos lares el término incalificable para evitar ponerle nota a una de nuestras recomicdaciones, el tebeo agraciado fue Shaolin Cowboy, un producto tan sumamente extraño y surrealista que escapaba a cualquier tipo de calificación ortodoxa que a uno pudiera ocurrírsele. Con Marco Mono no queda más remedio que adherirse a los mismos parámetros con los que juzgábamos la obra de Darrow, tal es el calibre que manejan tanto Trillo a los guiones como Breccia a su siempre espectacular dibujo.
Marco Mono es un primate que se dedica a vagar por un fantástico mundo dedicándose más a meterse donde no le llaman y a enredar que a deshacer entuertos. En teoría, su profesión es la de vender ilusiones, aunque en la práctica sólo le veremos ejercer tan curiosa tarea en sólo una de las varias historias cortas que pueblan la fragmentada y curiosa narración. Se nota durante ésta, y se nota mucho, que este trabajo (como pasa con muchos otros de otros autores de tanta personalidad como Trillo) fue un experimento encaminado a descubrir hasta dónde era capaz de llegar, y como tal, la lectura del mismo resulta ardua, no porque su carga de texto sea muy profusa, sino porque muchas veces hay que desentrañar el verdadero significado de lo que el guionista argentino pretende transmitir, Aún en este semblante tan obtuso, es bastante evidente que, en gran parte de la acción, lo que Trillo construye es una constante y demoledora fábula contra la sinrazón de nuestra sociedad vista a través de un personaje que resulta ora execrable, ora adorable, pero siempre agudo e incisivo, algo que Breccia sabe recoger a la perfección con un dibujo que, sin llegar a la majestuosidad de su Alvar Mayor o a la profusión de su Lovecraft, concuerda a la perfección con el tono irreverente y alocado que su partenaire aporta a este singular tebeo.
Marco Mono es un primate que se dedica a vagar por un fantástico mundo dedicándose más a meterse donde no le llaman y a enredar que a deshacer entuertos. En teoría, su profesión es la de vender ilusiones, aunque en la práctica sólo le veremos ejercer tan curiosa tarea en sólo una de las varias historias cortas que pueblan la fragmentada y curiosa narración. Se nota durante ésta, y se nota mucho, que este trabajo (como pasa con muchos otros de otros autores de tanta personalidad como Trillo) fue un experimento encaminado a descubrir hasta dónde era capaz de llegar, y como tal, la lectura del mismo resulta ardua, no porque su carga de texto sea muy profusa, sino porque muchas veces hay que desentrañar el verdadero significado de lo que el guionista argentino pretende transmitir, Aún en este semblante tan obtuso, es bastante evidente que, en gran parte de la acción, lo que Trillo construye es una constante y demoledora fábula contra la sinrazón de nuestra sociedad vista a través de un personaje que resulta ora execrable, ora adorable, pero siempre agudo e incisivo, algo que Breccia sabe recoger a la perfección con un dibujo que, sin llegar a la majestuosidad de su Alvar Mayor o a la profusión de su Lovecraft, concuerda a la perfección con el tono irreverente y alocado que su partenaire aporta a este singular tebeo.
Sergio Benítez (371)
4 comentarios:
¡La de fiestas que hice cuando vi el tebeo en la estantería de la tienda!.
Oscar.
Yo también le hice fiestas, como a todo lo que sale editado de los Breccia, pero en este caso me podía haber ahorrado los esfuerzos...¡vaya ida de olla de cómic!.
Saludetes,
Sergio
Ahhhhhhhhh, jajajajajaja...
Las idas de olla bien llevadas suelen estar bien.
A mi shaolin cowboy me parecio brutal xDD (una pena que quede inconclusa).
Publicar un comentario