lunes, 18 de mayo de 2009

MEDZ YEGHREN. La GRAN CATÁSTROFE

Guión: Paolo Cossi

Dibujo: Paolo Cossi

Editorial: Ponent Mon

Formato: Libro Rústica. 146 Páginas

Precio: 15€

Calificación: 6/10

Ignorado por la historia y rescatado por la cultura reciente (os recomiendo ver la estupenda Ararat de Atom Egoyam), el genocidio del pueblo armenio a mano de los turcos en los comienzos de la Primera Guerra Mundial, pasó desapercibido a los ojos de un mundo que se volcaba en saber como finalizaría el conflicto que se libraba en centro-Europa. Un medio como el cómic, que quizás tiene menos ataduras visuales que el cine (que al fin y al cabo siempre depende de las calificaciones morales para poder ganar más o menos dinero), era el idóneo para que un autor comprometido fijara sus miras en él y plasmara en viñetas lo que la muerte de más de un millón de personas supuso para una cultura que desde entonces está casi extinta. Paolo Cossi casi llega a ser ese autor.

Y digo casi puesto que si bien ya es un paso importante que el autor italiano desee utilizar el cómic como otros compañeros de profesión ( Pascal Croci en Auschwitz, Joe Kubert en Yossel, Dave Sim en Judenhass) la fuerza del mensaje que podía haber conseguido queda diluida por una narración algo fragmentada, un dibujo que sin ser "feo" tiene demasiados altibajos y un tono general que trata por todos los medios de ser crudo y descarnado, pero que, a la postre, transmite demasiada frialdad. Para poder acometer la historia desde un punto humano y no desde la voz de la historia, que siempre tiende a olvidar al individuo, Cossi echa mano de varios personajes que sufren el exterminio en primera fila, ya sea desde el "bando" armenio, como el turco o el de un soldado alemán cuyo gobierno estaba en ese momento aliado con el de Turquía en el conflicto mundial.

Al tomar la decisión de ir alternando entre los devenires de unos y otros, el artista intenta ser políticamente correcto , y trata por todos los medios de dar un paso atrás, de compensar de forma milimétrica la narración entre unos y otros y no decantarse por ninguno a la hora de emitir un juicio de valor sobre lo que se nos está mostrando, sin darse cuenta que es una tarea tan compleja la que se autoimpone que al final sólo sale victorioso en momentos puntuales que no son suficientes como para conseguir aportar un mayor empaque emocional a un conjunto que se muestra distante en exceso. Tanto es así, que las posiciones que el artista toma de cuando en cuando se antojan peligrosamente maniqueas, fracasando estrepitosamente en sus denodados intentos de mantenerse ecuánime cuando pinta a los militares y políticos turcos como seres sedientos de sangre.

En definitiva, no nos encontramos ante un tebeo que mueva a la reflexión más allá de lo que lo hace la mera constatación de que cualquier genocidio es un acto de maldad extrema injustificable por parte de los perpetradores. Si se desea denunciar un hecho tan horrible uno tiene que tener claro que la posición que tome, ya sea de narrador impertérrito o de cronista implicado. Cossi no hace ni lo uno ni lo otro, y su indefinición es la causante última de la irregularidad de la lectura.

Sergio Benítez (164)

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