Editorial: Planeta DeAgostini
Formato: Cartoné. 80 Páginas
Precio: 10.95€
Calificación: 9/10
Cuando hace tres años se estrenaba en los cines Hotel Rwanda, los espectadores de todo el mundo podían contemplar por fin el grotesco genocidio que, a partir de abril de 1994, acabó con la vida de más de 800.000 personas en el país africano. La cinta, dirigida con un magnífico pulso por Terry George, y protagonizada magistralmente por Don Cheadle, suponía ante todo un hermoso canto a la esperanza de que algún día la humanidad deje de luchar (la reseña completa de la película la podéis leer siguiendo el enlace a Cine&Bso). Deogratias se sitúa en el extremo opuesto del espectro para mostrarnos la desesperanzadora historia de un adolescente hutu (la tribu dominante en Ruanda) al que la guerra dejará marcado de forma indeleble.
La biografía de Stassen es, como poco, singular: nacido en Lieja (Bélgica), el autor empezó a viajar desde muy joven por el continente africano recorriendo Marruecos, Algeria, Costa de Marfil y una decena más de países, hasta que recaló en Ruanda, su actual residencia. Las múltiples experiencias acumuladas en estos viajes se notan nada más abrir la primera página de Deogratias: los contrastados colores diurnos se contraponen perfectamente a las uniformes viñetas nocturnas aportando con ello una indeleble sensación de realismo que se ve reforzada aún más si cabe por la claridad del trazo y la facilidad para caracterizar (aunque sea caricaturizando) a los personajes del relato.
Consciente de que la historia que necesita contar no requiere de grandes aspavientos gráficos, Stassen cuida minuciosamente que sus páginas contrapesen a la perfección la simplicista fuerza de sus dibujos con el tremendo mensaje que cargan las líneas del guión: estructurando el relato a base de flashbacks, desde un primer momento sentimos un pesado hálito de dramatismo que el autor va desgranando con una alucinante contención durante el desarrollo de la historia. Ello permite dejar respirar a su protagonista, turbulento sufridor de unos acontecimientos que le superan con creces. A la largo de las breves ochenta páginas que dura la historia, Stassen va alternando los citados flashbacks con un presente en el que Deogratias ha perdido el juicio, se cree un perro y sólo es capaz de relacionarse con sus semejantes para mendigar cerveza de banana y alertar acerca de unos perros fantasma que al parecer lo persiguen.
Poco podemos imaginar lo que el autor nos tiene preparado cuando nos estalla en la cara con toda su fuerza y carga simbólica en las últimas páginas. Demolido por el desenlace, no es hasta tiempo después de haber concluido la lectura que somos capaces de empezar a aprehender las valiosas lecciones vitales que Stassen imparte con este Deogratias. Y si comenzaba esta reseña citando una película, Hotel Rwanda, la concluyo nombrando a otra, En el Valle de Elah, cuyas concomitancias argumentales con Deogratias no hacen sino poner de relieve la necesariedad de que miradas críticas hacia la guerra sigan tomando forma desde las esferas del pensamiento y las artes. Quizás algún día se logre concienciar al mundo de que el diálogo y el entendimiento son las mejores armas con las que cuenta la raza humana.
Sergio Benítez (9)
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