Dibujo: Jim Borgman
Editorial: Norma
Formato: Libro Rústica. 128 Páginas. 9 Volúmenes publicados hasta la fecha
Precio: 11€
Calificación: 8/10
Un rápido vistazo a las cada vez más cargadas estanterías de mi estudio, sirve para revelar que las tiras cómicas, y las reediciones de material publicado previamente en periódicos forma una parte importante de mi colección de cómics. En esa fugaz mirada podriáis encontrar desde el Todo Mafalda hasta el Popeye de Segar pasando por Krazy Kat, Prince Valiant (en esa magnífica edición de Manuel Caldas que uno de estos días comentaremos por aquí), el tomo completo de Little Nemo, B.C, Garfield, el Flash Gordon de Raymond, todas las ediciones habidas y por haber de Liberty Meadows, Dennis the Menace (en la impresionante edición de Fantagraphics), el Spirit de Eisner al completo, una edición integral de lujo de Calvin & Hobbes y, evidentemente, el Zits que ahora nos ocupa. Y sí, lo se, faltan cosas como Terry and the Pirates o Charlie Brown; pero tranquilos, todo se andará...
A lo que íbamos. Zits (que significa acné en inglés) nace en 1997 de la mano de Jerry Scott, creador de Baby Blues y su amigo Jim Borgman. Desde entonces ha cosechado premios por doquier y se ha visto traducida a multitud de idiomas; un merecidísimo recorrido para una de las tiras más frescas, divertidas y universales de cuantas se editan en los diarios actualmente.
Su protagonista, Jeremy Duncan, es un adolescente con los problemas e inquietudes propias de dicha edad. Y si las segundas pasan por chicas, ordenadores y salidas con los amigos; los primeros tienen nombre y apellidos, Walt y Connie Duncan, sus (sufridos) progenitores. Planteando los conflictos generacionales siempre desde la perspectiva del humor, Scott logra que temas de hondo calado social se deslicen casi sin notarse en las líneas de diálogo de sus personajes. Y aunque el mensaje de Scott es claro desde un principio (padres e hijos no tienen porque estar condenados a entenderse, pero si a respetarse mutuamente), la verborrea cómica que derrocha el autor es tan realista, que muchas veces es imposible no ver reflejadas en las viñetas situaciones vividas en los años de nuestra adolescencia.
El dibujo de Borgman mantiene la chispa de los guiones mediante un trazo vivaz y rápido, y no pierde de vista en ningún momento la perfecta planificación y dosificación del humor de los aquellos, ya sea en una viñeta, o en cinco. Deudor directo de la forma de plantear la tira que Bill Watterson, creador de Calvin & Hobbes, ejercitara durante los años que duró su mítica serie, Borgman introduce un par de detalles que hacen que su estilo pronto adquiera personalidad. Quizás el más llamativo sea ese uso tan original de las onomatopeyas que sustituye los habituales rótulos de crash, plaf o tac, tac, tac por la acción que los provoca, esto es, en lugar de la última, aparecerá, por ejemplo, teclea,teclea,teclea.
Entre tanta lectura seria o de superhéroes, siempre es de agradecer saber que tienes la oportunidad de echar mano de Zits (y quien dice Zits, dice Liberty Meadows, Mafalda, Dennis the Menace o Krazy Kat) y por un momento olvidarte de todos tus problemas mediante esa sana terapia que es la risa. Que Scott y Borgman sigan arrancándonos carcajadas tras 11 años al frente de la tira es razón más que suficiente para acercarse a Zits. Si necesitan alguna más, abran cualquiera de los nueve tomos editados por Norma, no se arrepentirán.
A lo que íbamos. Zits (que significa acné en inglés) nace en 1997 de la mano de Jerry Scott, creador de Baby Blues y su amigo Jim Borgman. Desde entonces ha cosechado premios por doquier y se ha visto traducida a multitud de idiomas; un merecidísimo recorrido para una de las tiras más frescas, divertidas y universales de cuantas se editan en los diarios actualmente.
Su protagonista, Jeremy Duncan, es un adolescente con los problemas e inquietudes propias de dicha edad. Y si las segundas pasan por chicas, ordenadores y salidas con los amigos; los primeros tienen nombre y apellidos, Walt y Connie Duncan, sus (sufridos) progenitores. Planteando los conflictos generacionales siempre desde la perspectiva del humor, Scott logra que temas de hondo calado social se deslicen casi sin notarse en las líneas de diálogo de sus personajes. Y aunque el mensaje de Scott es claro desde un principio (padres e hijos no tienen porque estar condenados a entenderse, pero si a respetarse mutuamente), la verborrea cómica que derrocha el autor es tan realista, que muchas veces es imposible no ver reflejadas en las viñetas situaciones vividas en los años de nuestra adolescencia.
El dibujo de Borgman mantiene la chispa de los guiones mediante un trazo vivaz y rápido, y no pierde de vista en ningún momento la perfecta planificación y dosificación del humor de los aquellos, ya sea en una viñeta, o en cinco. Deudor directo de la forma de plantear la tira que Bill Watterson, creador de Calvin & Hobbes, ejercitara durante los años que duró su mítica serie, Borgman introduce un par de detalles que hacen que su estilo pronto adquiera personalidad. Quizás el más llamativo sea ese uso tan original de las onomatopeyas que sustituye los habituales rótulos de crash, plaf o tac, tac, tac por la acción que los provoca, esto es, en lugar de la última, aparecerá, por ejemplo, teclea,teclea,teclea.
Entre tanta lectura seria o de superhéroes, siempre es de agradecer saber que tienes la oportunidad de echar mano de Zits (y quien dice Zits, dice Liberty Meadows, Mafalda, Dennis the Menace o Krazy Kat) y por un momento olvidarte de todos tus problemas mediante esa sana terapia que es la risa. Que Scott y Borgman sigan arrancándonos carcajadas tras 11 años al frente de la tira es razón más que suficiente para acercarse a Zits. Si necesitan alguna más, abran cualquiera de los nueve tomos editados por Norma, no se arrepentirán.
Sergio Benítez (12)
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