Dibujo: Émile Bravo
Editorial: Ponent Mon
Formato: Tapa dura. 112 Páginas
Precio: 18 €
Calificación: 8,5/10
Dios, como no cambie mis hábitos de lectura creo que acabaré enganchado al prozac o a algo igualmente chungo. Si hace algunos días reseñaba ese clásico moderno que es Jimmy Corrigan y terminé por los suelos ahora le toca el turno a otra obra que quizás es bastante más colorida y vivaracha que la de Ware, aunque eso sí, preparaos para un final de infarto, y no porque el desenlace sea tipo thriller, no, más bien es porque los autores nos arrancarán el corazón y lo espachurrarán delante de nuestras narices.
Tras leer muy buenas críticas de este album por la red me dispuse a rebuscar en la comicteca de mi primo Santi con la sana esperanza de que se hubiera pasado por alguna tienda y lo hubiese adquirido. Y vaya si lo había adquirido. Después de surtirme de este Mi Mamá Está En América Y Ha Conocido A Buffalo Bill y otros tantos tomos me respatingué en mi sillón de lectura y, ¡ala! a disfrutar. Y que disfrute oigan.
Los autores de la obra, totalmente desconocidos por este vuestro servidor, se marcan una de las historias más tiernas que he tenido el gusto de leer. El guión de Jean Regnaud, que no Renaud (gracias Alvaro Pons), es bien sencillo: ¿Dónde está la madre del protagonista, un niño de seis años? Desde las primeras páginas, una vez que el lector se percata de por donde van a ir los tiros, nos tememos lo peor, la forma en que se resolverá la historia nos va a hacer apretar los dientes y rezar porque estemos equivocados.
El encargado de plasmar tan singular situación es Émile Bravo (éste sí está bien escrito), otro desconocido, el cual, a mi personalmente me ha dejado con la boca abierta. Un trazo sencillo y limpio retrata a la perfección las distintas situaciones en las que transcurre la acción: casa, escuela, casa de los abuelos, parque, etc.
Cada uno de los capítulos, a parte de estar perfectamente definido, no solo por la temática sino también por el empleo de un color distinto en el fondo de la página (el último tendrá un rojo oscuro bastante bien elegido), nos dejará pistas sobre el paradero de la madre. Creo recordar que el señor Alvaro Pons tituló la reseña de este comic El Fin De La Infancia, quizás me atrevería a añadir y de la Inocencia, que al fin y al cabo es lo que destila cada una de las páginas de este album.
El trabajo de los autores, que en un principio puede parecer fácil, es sencillamente espectacular. El retrato de la infancia que nos muestran es de ternura infinita, el mundo visto a través de los ojos de unos niños de seis años, con su imaginación funcionando al doscientos por ciento, dará pie a situaciones totalmente disparatadas y humorísticas, como la visita de un psicólogo a la escuela y la posterior confusión con las SS. Impagable.
Tras leer muy buenas críticas de este album por la red me dispuse a rebuscar en la comicteca de mi primo Santi con la sana esperanza de que se hubiera pasado por alguna tienda y lo hubiese adquirido. Y vaya si lo había adquirido. Después de surtirme de este Mi Mamá Está En América Y Ha Conocido A Buffalo Bill y otros tantos tomos me respatingué en mi sillón de lectura y, ¡ala! a disfrutar. Y que disfrute oigan.
Los autores de la obra, totalmente desconocidos por este vuestro servidor, se marcan una de las historias más tiernas que he tenido el gusto de leer. El guión de Jean Regnaud, que no Renaud (gracias Alvaro Pons), es bien sencillo: ¿Dónde está la madre del protagonista, un niño de seis años? Desde las primeras páginas, una vez que el lector se percata de por donde van a ir los tiros, nos tememos lo peor, la forma en que se resolverá la historia nos va a hacer apretar los dientes y rezar porque estemos equivocados.
El encargado de plasmar tan singular situación es Émile Bravo (éste sí está bien escrito), otro desconocido, el cual, a mi personalmente me ha dejado con la boca abierta. Un trazo sencillo y limpio retrata a la perfección las distintas situaciones en las que transcurre la acción: casa, escuela, casa de los abuelos, parque, etc.
Cada uno de los capítulos, a parte de estar perfectamente definido, no solo por la temática sino también por el empleo de un color distinto en el fondo de la página (el último tendrá un rojo oscuro bastante bien elegido), nos dejará pistas sobre el paradero de la madre. Creo recordar que el señor Alvaro Pons tituló la reseña de este comic El Fin De La Infancia, quizás me atrevería a añadir y de la Inocencia, que al fin y al cabo es lo que destila cada una de las páginas de este album.
El trabajo de los autores, que en un principio puede parecer fácil, es sencillamente espectacular. El retrato de la infancia que nos muestran es de ternura infinita, el mundo visto a través de los ojos de unos niños de seis años, con su imaginación funcionando al doscientos por ciento, dará pie a situaciones totalmente disparatadas y humorísticas, como la visita de un psicólogo a la escuela y la posterior confusión con las SS. Impagable.
Resumiendo, una historia bastante inteligente, de impecable factura y de final… bueno, ya me cuentan el final cuando la lean. Si ya lo decía la canción, sorpresas te da la vida, aunque algunas sean más agradables que otras. Prometo una próxima reseña más alegre, por su bien y por el mío, que esto no puede ser bueno, de verdad que no.
Marione (14)
No hay comentarios:
Publicar un comentario