viernes, 29 de mayo de 2009

IAN integral

Guión: Fabien Vehlmann

Dibujo: Ralph Meyer

Editorial: Dibbuks

Formato: Rústica. 200 Páginas

Precio: 18€

Calificación: 9/10

Si hay una experiencia recurrente que detesto profundamente es la de ir al cine a ver una producción española e ir sintiéndome paulatinamente más incómodo conforme el final se acerca, sobre todo por la certeza (casi siempre ineludible) de que la conclusión de la cinta se cargará todo lo bueno que hemos visto hasta entonces. Cuando cuento esta historieta a alguien y me pide un ejemplo claro de lo que estoy diciendo siempre tomo el mismo: El Día de la Bestia, una cinta fresca con actuaciones estupendas por parte de todo el reparto pero que en su clímax se venía abajo indefectiblemente.

Algo parecido es lo que me suele pasar cuando me siento a leer un cómic europeo, cuanto mejor es el transcurso de la lectura, mayores son los temores de que los autores tropiecen de forma sonora en el final. Y esa fue la sensación que me mantuvo acongojado (por no decir acoj....) durante las primeras ciento noventa y cinco páginas de IAN; aunque a tenor de la calificación obtenida, es evidente que su final resulta de lo más adecuado y no rompe en absoluto con lo pergeñado por Vehlmann y Meyer en el resto de la lectura.

Aunque el orden lógico de comentar un tebeo siempre me haya parecido que es guión-dibujos, no voy a poder evitar invertirlo en esta recomicdación, más que nada porque lo que Meyer logra con sus páginas en IAN sólo puede calificarse de MAGISTRAL. Ignorando de forma consciente las cacareadas y evidentes influencias de Moebius en el dibujo del francés, es imposible no quedarse anonadado ante la cantidad de detalles, la perfección en las perspectivas, lo increíble de los diseños, la maestría con la que queda caracterizado cada personaje y la fluida narrativa con la que Meyer sorprende una y otra vez a lo largo de las doscientas páginas que conforman este tomo integral. Y si en el primer volumen de los cuatro que conforman la cuidada edición española de Dibbuks se nota cierta profusión en el entintado de unos lápices que tienen que ser un placer para la vista, Meyer corrige tal tendencia con un dibujo mucho más claro en los otros tres números, ayudándose de aguadas grises que otorgan mayor profundidad y mejor definición a su asombroso trabajo.

Con tamaña "competencia" a su lado Vehlmann tiene realmente complicado que su guión quede a la altura de lo que Meyer extrae de él para plasmarlo en el terreno visual. Pero al contrario de lo que se podría esperar (un envoltorio magnífico, para una historia de lo más floja), el guionista francés pergeña una trama en la que se dibuja un futuro próximo bastante plausible que huye de agoreras miradas apocalípticas para centrarse en ofrecer una visión algo crítica, pero de marcado carácter fantástico, acerca de la creación de inteligencia artificial con forma humana. Tal punto de partida sirve a Velhmann para analizar lo deleznable de la segregación racial, apuntando esta vez las iras de sus personajes humanos a la aberración que supone IAN (acrónimo de Inteligencia Artificial Neuromecánica). De forma simultánea, y aunque sea a través de un ser que no es humano, Vehlmann araña la superficie del debate de hasta dónde llega la influencia de los medios de comunicación actuales sobre la sociedad.

Como decía al principio, IAN resulta una lectura compacta, con muy pocas fisuras a las que asirse desde un punto de vista negativo. En este sentido, mucha gente ha criticado la decisión de Dibbuks de no publicar la edición en color (que por las planchas que he podido ver tampoco es nada del otro mundo), defecto que, en la opinión del que esto suscribe, no sólo es inexistente sino que con esta las páginas en blanco y negro se permite al lector disfrutar mucho más del excelente trabajo de Meyer.

Sergio Benítez (173)

jueves, 28 de mayo de 2009

PYONGYANG

Guión y Dibujo: Guy Delisle

Editorial: Astiberri

Formato: Rústica. 184 Páginas

Precio: 18€

Calificación: 8.5/10

Haber nacido justo el día en que el rumbo de España cambió con el final del franquismo, siempre ha provocado en mi una enorme curiosidad acerca de lo que esos oscuros cuarenta años llegaron a suponer para la historia de nuestro país. Saciada a través de mis abuelos, mis padres, mis suegros o los abuelos de mi mujer, la conclusión a la que siempre llego tras escuchar las historias de opresión y miedo, es que hemos tenido muchísima suerte de haber nacido en un país libre. Lamentablemente, los habitantes de Corea del Norte no pueden decir lo mismo.

Incluido dentro de esos países que conforman el "Eje del Mal" por ese amigo de los niños que es George W.Bush, Corea del Norte no ha conocido otra cosa que el actual régimen desde que en 1948 el dictador Kim Il Sung se instaurara en el poder, siendo sustituido tras su muerte por su hijo, el también amigo de los niños, Kim Jong-Il. Bajo la mirada totalitarista y poco humanitaria de su "gran líder", muy pocas cosas son las que han podido transpirar hacia el exterior del país asiático. Y aunque sólo fuera por eso, ya sería más que de agradecer el esfuerzo de Guy Delisle por aproximar a los lectores de Pyongyang una cultura que de tan extraña, resulta hasta surrealista.

¿Se imaginan lo que sería no poder navegar por internet?.¿O no poder lavar la ropa en una lavadora porque el gobierno no puede permitirse el lujo de gastar electricidad?. ¿Se imaginan lo que sería cobrar el trabajo en arroz?. ¿O tener que estar preparado por si en cualquier momento son llamados a filas para combatir el imperialismo yanqui?. Todas estas preguntas y sus impensables respuestas son bajo las que tienen que vivir los coreanos todos los días.

Y precisamente ahí es donde asoma su curiosa mirada el quebequés Delisle. Haciendo gala de una genial acidez y un acertado sentido de la ironía, el autor cuenta sus experiencias en las dos semanas que tuvo que pasar en Pyongyang (la capital) por cuestiones de trabajo. A través de un sencillo trazo, Delisle va hilvanando los días a través de unas páginas que reflejan la poderosa narrativa del artista, que no escatima en recursos visuales a la hora de acercar sus pensamientos y vivencias al lector. Que Delisle se dedica al mundo de la animación es algo que todas y cada una de las páginas de Pyongyan destilan por los cuatro costados, y no es de extrañar que aún en su citada sencillez, releamos alguna página para poder volver a sorprendernos con la sutileza de un chiste, ya sea en el campo de lo visual o en los bocadillos de diálogo.

La obvia consecuencia directa de tan recomicdable lectura es que Delisle ya ha pasado a la larga lista de autores a los que seguir fielmente; y sus otros dos trabajos publicados en España, Shenzhen y Crónicas Birmanas, han ido a engrosar esa lista negra de la que Mario habló en su momento, resultando más que probable que tarden poco en abandonarla.

Sergio Benítez (172)

miércoles, 27 de mayo de 2009

PLASMER



Guión: Glenn Dakin

Dibujo: Pasqual Ferry

Editorial: forum

Formato: Rústica. 104 Páginas

Calificación: 1/10

Cuando empecé a coleccionar cómics en firme, algunas de las primeras cosas que pasaron por mis manos fueron los fallidos proyectos de Marvel UK. Death's Head, Los Caballeros de Pendragón o Dark Guard formaron parte efímera (bueno, la última sigue estando por ahí en una de mis estanterías) de una colección que, por costumbre, ha ido reciclándose cada cierto tiempo para así erradicar aquello que no vale la pena conservar.

Curiosamente, más que nada porque por aquel entonces compraba a lo loco casi todo lo que veía, Plasmer fue una de las pocas cosas que no adquirí allá por 1994 y que el año pasado tuve ocasión de rescatar a través del hermano de mi gran amigo Jesús. Y lo hice llevado por un único motivo, poder leer una de las pocas cosas de Pasqual Ferry a la que no había tenido acceso. Ahora me arrepiento.

Leyendo la introducción de Antoni Guiral uno se podría pensar que el cierre de Marvel UK fue una gran pérdida para el mundo de los cómics. Lo que yo puedo decirles es que, leyendo Plasmer, respiro aliviado sabiendo que la versión europea (británica más bien) de La Casa de las Ideas no llegó a buen puerto. ¡Menudo tebeo!. Sin coherencia, trama argumental sólida, personajes bien definidos, coherencia, claridad narrativa, un coloreado correcto, coherencia, un Pasqual Ferry que parezca Pasqual Ferry, solidez, coherencia...¿he dicho ya que le falta coherencia?. Sinceramente, creo que sobra todo lo que se pueda decir sobre semejante despropósito. Lo mejor que puedo hacer es terminar ya esta reseña que se esta prolongando en exce..........

Sergio Benítez (171)

martes, 26 de mayo de 2009

HIJOS de la ALHAMBRA

Guión y Dibujo: Paco Roca

Editorial: Planeta DeAgostini

Formato: Álbum Cartoné. 52 Páginas

Precio: 8.95€

Calificación: 7.5/10

Terminamos (por ahora) nuestro prolongado e intermitente repaso a la obra de Paco Roca con Hijos de la Alhambra, un tebeo que demuestra, por si acaso los otros cuatro que hemos recomicdado no lo hubieran hecho ya, que el artista valenciano no quiere encasillarse ni a la de tres. Y si no me creen hagan un breve repaso a lo que hasta ahora habíamos reseñado de él: Arrugas, esa brillante y enternecedora visión del Alzheimer; El Faro, situado en los albores de la Guerra Civil española; El Juego Lúgubre, visión onírica y descarnada de Salvador Dalí, Las Calles de Arena, fascinante de principio a fin y ahora este Hijos de la Alhambra, cuya acción se desarrolla en la capital granadina a mediados del siglo XIX y tiene por protagonista a un ficticio pintor francés romántico (en la acepción artística de la palabra) que viaja a nuestro país.

Tal punto de partida sirve a Roca para construir un relato que en no pocas ocasiones recuerda (en cierto modo) a El Juego Lúgubre. Ello es debido principalmente a cómo el autor juega con el lector, dejando pistas poco concretas a lo largo de la narración que desembocan en un siniestro clímax que, de no ser por la introducción de ciertos elementos de corte fantástico, habría resultado mucho más efectivo. Ese desliz final no empaña un trabajo sólido en el que los protagonistas, como pasa en el resto de sus obras, son descritos con suma facilidad trascendiendo en algunos momentos la bidimensionalidad a la que están constreñidos.

Para ello, Roca vuelve a lucir un dominio de la narrativa envidiable al que en esta ocasión se unen unos fondos documentados de forma exhaustiva y un diseño de personajes perfectamente ajustados al periodo histórico en el que se desarrolla la acción; un conjunto coronado por un brillante uso de la paleta de colores infográficos, tarea que llevó al dibujante casi medio año.

Mientras sigo intentando conseguir ese Gog que hasta ahora se ha mostrado escurridizo, sólo resta volver a disfrutar una y otra vez de cualquiera de los grandes tebeos ideados por el artista español, y no son necesarias vanas excusas, ya que cualquier relectura de un cómic de Paco Roca se antoja mucho más apetecible que muchas otras.

Sergio Benítez (170)

lunes, 25 de mayo de 2009

LA COSA NOSTRA. Segunda Época

Guión: David Chauvel

Dibujo: Erwan Le Saëc

Editorial: Planeta DeAgostini

Formato: Cartoné. 247 Páginas

Precio: 20€

Calificación: 6/10

Decía en la reseña correspondiente al primer volumen de la presente serie que era por mor de la labor de Chauvel y no por la irregularidad de su dibujante el que la lectura no terminara deviniendo en un hecho a olvidar. Esta afirmación es la misma que podemos aplicar a esta Segunda Época, con ciertas matizaciones.

Unos matices que se centran ante todo en la inmensa labor de documentación de Chauvel que, como pasaba en el primer volumen, vuelve a jugar en contra del fluir de la narración. Si ya en el primero la superabundancia de nombres, fechas, datos y localizaciones hacía del Padrino II una cinta más simple que el mecanismo de un chupete; en este segundo tomo los rasgos anteriormente descritos se elevan unas cuantas potencias, lastrando el ritmo de la lectura hasta el punto de que la práctica totalidad de la primera mitad del relato sea casi insufrible. No así la segunda, cuando Chavel toma las riendas de lo que quiere contar y comienza a simplificar la presencia de nombres (aunque no lo suficiente) para esclarecer los hechos que llevan a Lucky Luciano a la cima del crimen organizado neoyorquino.

Lo que no cambia (e incluso empeora) ni un ápice es el irregular y estático trazo de Saëc. Viéndose obligado a caracterizar a la miríada de personajes que pueblan las páginas del tomo, el dibujante pronto demuestra que el trabajo le viene muy grande: a Saëc le cuesta disimular, más que en el material recogido en el primero volumen, sus evidentes carencias, unos handicaps hacen que la mencionada primera parte de la Segunda Época sea aún más pantanosa.

Cuando se termina la lectura de La Cosa Nostra, Segunda Época, queda la sensación de haber querido ingerir la enciclopedia Larousse de una sentada. Quizás hubiera sido recomendable que Chauvel hubiera dilatado más la sucesión de acontecimientos para su mejor digestión. En lugar de ello, la prolongada deglución hace que, en un momento u otro de la lectura, tengamos que acudir de forma ineludible al frasco de sales de fruta para aligerar el paso de tamaña caterva de platos.

Sergio Benítez (169)

viernes, 22 de mayo de 2009

El CURIOSO CASO de BENJAMIN BUTTON

Guión: N. de Phillips y C.Weir adaptando a F.Scott Fitzgerald

Dibujo: Kevin Cornell

Editorial: Gadir

Formato: Libro Rústica. 136 Páginas

Precio: 14€

Calificación: 7/10

Como quiera que mis opiniones sobre cine son vertidas todas las semanas en El Correo de Andalucía y, más de cuando en cuando, en Cine & Bso, no suelo hacer muchas observaciones acerca de tal o cual filme en este blog, dedicado como está, de forma íntegra, a las recomicdaciones. Pero no voy a desaprovechar la ocasión que me brinda la adaptación de la novela de Scott Fitzgerald para hablar, aunque sea de forma suscinta de la que, en lo que llevamos de 2009, es en mi opinión la mejor película que se ha estrenado en cines junto con esa maravilla que se llama Star Trek. Cineasta apasionante desde Alien 3, David Fincher no ha dejado nunca indiferente, y tras el pequeño bajón que supuso Zodiac (ya quisieran muchos directores que sus bajones fueran de la entidad de dicho filme), el realizador de Seven volvía a cubrirse de gloria con El Curioso Caso de Benjamin Button, una libre adaptación del relato de Fitzgerald en la que el cineasta demuestra, fuera de toda duda, la inmensa capacidad que tiene para narrar como le venga en gana. Con unos Brad Pitt y Cate Blanchett magníficos en sus papeles, la cinta debería ser de visión obligada para todo aquél que se declare amante del séptimo arte.

Con estos antecedentes es lógico que, cuando hace un par de semanas daba una vuelta con Mario por la Fnac de Sevilla, fuera ver la presente adaptación y me la llevara casi sin pensar sobre todo después de leerme en dicha tienda una introducción en la que se nos avisa de la fidedigna adaptación del texto original que Nunzio De Phillips y Christina Weir habían hecho. Y la verdad sea dicha, sin que sirva de precedente, un texto introductorio es sincero y no intenta hacer autopublicidad engañosa del material al que se refiere. Con el recuerdo vago de una lectura que le hice hace ya muchos años al relato de Fitzgerald, De Phillips y Weir realzan de manera brillante las intenciones sarcásticas y el subyacente humor caústico del que hacía gala el autor de El Gran Gastby: con un ritmo pausado, que permite a los adaptadores tomarse su tiempo para no dejarse nada en el tintero, esta traslación a viñetas de Benjamin Button es toda una agradable sorpresa sobre todo si se tiene tan reciente lo que Fincher rodó y se compara con las páginas de esta "novela gráfica". Las mayores diferencias entre filme y texto original/adaptación, las encontramos en el arranque, ya que Fincher opta por hacer que Button nazca con el tamaño de un bebé, mientras que Fitzgerald - y por extensión los guionistas del tebeo - hacen que este venga al mundo con el tamaño de un anciano de ochenta y muchos años. La sorpresa que supone ver a un señor con largas barbas y pelo blanco, sentado en una cuna con un sonajero es de esas que si no te provocan al menos media sonrisa, tienes un serio problema.

Conservando ese tono durante todo el relato, que pasa de puntillas por los momentos más dramáticos centrándose en elucubrar con la hipótesis de qué pasaría si nacierámos ancianos y conforme cumplieramos años fueramos rejuveneciendo, los guionistas se apoyan enormemente en la labor de Kevin Cornell, que se hace eco directo del carácter calmado de la adaptación, y sus viñetas, coloreadas en apagados tonos sepia y sin grandes alardes compositivos, concuerdan a la perfección con lo que la lectura quiere transmitir, dejando una grata sensación final y la impresión de haber leído una aproximación bastante exacta y de lo que fueron las intenciones iniciales de Fitzgerald hace la friolera de ochenta y siete años.

Sergio Benítez (168)

jueves, 21 de mayo de 2009

ESTAFADOS

Guión: Alex Robinson

Dibujo: Alex Robinson


Editorial: Astiberri


Formato: Cartoné. 352 Páginas


Precio: 24€


Calificación: 8/10

Aunque tanto este tomo como el de Malas Ventas habían pasado ya por mis manos varias veces en diferentes visitas a dispares tiendas de cómics, nunca me había planteado su compra por un motivo muy claro: las evidentes carencias como dibujante (que no narrador) de Alex Robinson. El ser independiente no es óbice para que sólo tu vena de escritor sea la que cautive al potencial público que se acerca a tus obras, pero en el caso de Robinson, tal afirmación es muy cierta. El problema que ello plantea a un primer acercamiento a la obra del artista es que si no es por algún tipo de recomicdación será difícil aproximarse a ella. En mi caso dicha recomicdación llegaba, en el recuerdo, por parte de un Mario al que Malas Ventas había gustado bastante.

Sin la solidez suficiente como para que la acción causa (recomicdación) efecto (compra del tomo) fuera directa, indagué un poco por la red, encontrándome con que todas las reacciones apuntaban hacia la genialidad de Estafados.
Decidido a probar, compré el tomo y presto me puse a la lectura. Lo primero que detecté, y que ya sabía, es que el dibujo de Robinson estaba lejos de agradarme. No se si es la extrema caricaturización de la figura humana, o sus acusadas carencias a la hora de controlar la anatomía de sus personajes, pero el caso es que el de Robinson es uno de esos dibujos que uno se atrevería a decir (aunque fuera en voz baja) que es feo. ¿Porqué entonces una calificación tan elevada?. Sencillo. Lo que Robinson carece como dibujante lo suple con creces como narrador y en exceso como escritor.

Como narrador, Robinson experimenta con la composición de página y el tempo de la acción a placer, siendo un ejemplo brillante de la conjunción de ambos factores esas últimas páginas que intentan mostrar visualmente esa frase hecha de que "cuando vas a morir tu vida pasa por delante de tus ojos en pocos segundos". Como escritor, descubro a un artista hábil en todo aquello que a uno pueda antojársele necesario para hacer avanzar una historia de vidas cruzadas con personajes tan dispares como una estrella del rock, un obsesivo y repulsivo gusano de oficina o un falsificador de artículos deportivos. La facilidad de Robinson para ir haciendo que estos dispares personajes formen parte de un crisol coherente sólo está reñida por su asombrosa capacidad para convertir hasta el más mínimo detalle en pieza fundamental del lienzo que es Estafados.


Dos detalles son los que no terminan de elevar a esta novela gráfica a la categoría de sobresaliente. Uno ya lo hemos comentado, su dibujo; el segundo es que el giro final se antoje demasiado forzado, como si Robinson quisiera endulzar el tono gris de todo el relato, aunque para hacerlo use sacarina en lugar de azúcar. Tal rotura con el discurrir de la historia provoca que su coda no entronque con las sensaciones que van transmitiendo esos capítulos en cuenta atrás (genial recurso, por cierto). Aún así, esas ocho páginas no tienen tanto peso específico en la valoración global como para arruinar una lectura que, ante todo, consigue difuminar de forma brillante la barrera entre cómic y novela.

Sergio Benítez (167)

miércoles, 20 de mayo de 2009

EVELYN. El EXTRAORDINARIO CASO del DOCTO CORMAN

Guión: Andrés G.Leiva

Dibujo: Andrés G.Leiva

Editorial: sins entido

Formato: Álbum Cartoné. 64 Páginas

Precio: 13€

Calificación: 6.5/10

Aunque haya pasado ya casi un siglo desde que el expresionismo hiciera su aparición en las artes (sobre todo en arquitectura, pintura y en el cine) resulta curioso observar como de cuando en cuando, surgen proyectos como este Evelyn que entroncan de pleno en lo que la citada corriente artística llego a ofrecer.

Recogiendo el testigo visual de Munch y los intereses narrativos de Lang o Murnau, Andrés G.Leiva se adentra con Evelyn en el siempre fascinante mundo de los vampiros a través de una historia de marcado carácter gótico cuya acción gira en torno a cuatro personajes: el Doctor Corman que da nombre al título, Mr.Prince, cuyos intereses siempre quedan ocultos hasta la revelación final; Eryp Mav (leánlo al revés), el desencadenante de la búsqueda a la que somete el primero, y Evelyn, una niña con ciertos poderes víctima de unas circunstancias que la superan. Con ellos, y algún secundario relevante para el avanzar de la trama, Leiva construye una historia que, sin ser original en exceso, atrapa a un lector intrigado en resolver el misterio que se esconde detrás de varios detalles que el artista va introduciendo de forma sutil a lo largo de la acción. Teniendo en cuenta su brevedad, y que Leiva no gusta de cargar las páginas con muchos diálogos ni cuadros de apoyo, la lectura se pasa en un suspiro, algo que no impide poder apreciar el verdadero punto fuerte de la obra, el dibujo del cordobés.

De enorme plasticidad y un uso asombroso de los negros y grises, Leiva concreta un tebeo singular que resulta en un festín para la vista: de luces mortecinas y sombrías, rostros más sugeridos que definidos y con una niebla que lo envuelve todo, el dibujante va componiendo una macabra sinfonía visual en la que se adivinan ciertas influencias de la obra de Breccia en general y su Mort Cinder en particular, aunque el trazo de artista andaluz nada tenga que ver con la compulsión de líneas del argentino. Reproducido con presteza por la estupenda edición de sins entido (que nos ofrece varias páginas finales con bocetos), el dibujo de Leiva, terminado con ceras y toques de lo que parece ser óleo, captura la atención del lector y estimula su imaginación mucho más de lo que el guión llega a conseguir, logrando las viñetas y la cuidada ambientación, trasladarnos a la gris época victoriana en la que se desarrolla la historia. Sin duda alguna, un tebeo para disfrutar a la luz de unas velas y con la casa completamente en silencio.

Sergio Benítez (166)

martes, 19 de mayo de 2009

PIETROLINO

Guión: Alejandro Jodorowsky

Dibujo: Olivier G. Boiscommun

Editorial: Norma

Formato: Álbum Cartoné. 96 Páginas

Precio: 18€

Calificación: 4.5/10

A ver, a ver, ¡aquí está! "Ingredientes para que un cómic pueda gustarme".Veamos:

1. Que el guionista sea un autor reconocido y antes haya disfrutado como un enano con alguna lectura suya. Sí, de Jodorowsky aluciné en su momento con la saga de Los Metabarones, siete volúmenes impresionantes en los que el chileno dejaba volar la imaginación para ofrecernos una mirada intensa como pocas a una imaginaria dinastía de señores del espacio cuyos hijos siempre tienen que asesinar a sus padres. Y si grande era el trabajo del escritor, enorme era la tarea de Juan Giménez, que daba el do de pecho en cada página con unos diseños de personajes asombrosos y unos acabados de fondos impresionantes. Aunque claro, también puestos a pensar, también es el autor de las sucesivas secuelas y precuelas de El Incal, que mejor no hablamos de ellas... Dejémoslo en UN PUNTO a FAVOR.

2. Que contenga elementos argumentales llamativos o cercanos a tus filias. Sí, y uno muy grande. La Segunda Guerra Mundial como marco de parte del desarrollo de la historia. Arrancando la acción en París durante la ocupación nazi, Jodorowsky presenta a tres personajes, Pietrolino, Simio y NOMBRE DE LA MUJER, los integrantes de un grupo de variedades ambulante entre los que destaca el primero, un mimo capaz de emocionar al público con sólo mover sus manos. Capturado por los alemanes, Pietrolino pasará por mil penurias en un campo de trabajos forzados hasta el día de la Liberación, un momento que cambiará su vida. El problema es que el escritor (y tantas otras cosas) no pone toda la carne en el asador en ningún momento de la narración, quedándose el tebeo a medias tintas, sobre todo en el plano emocional, alardeando toda la lectura de una frialdad tan extrema que hace que, ni nos importe Pietrolino ni la suerte que puedan correr él o sus amigos. Teniendo en consideración que mucho de lo que le acaece tiene lugar en un periodo temporal que tanto y tan bueno ha dado de si, resulta incomprensible que Jodorowsky haya desaprovechado el potencial que le hubiera dado, qué duda cabe, explotar más la semblanza dramática de los hechos. En su lugar, el artista se limita a pasar de puntillas por la un segmento de la vida del mimo, y lo que más llama la atención es que encima intente colarnos que es un sentido homenaje a Marcel Marceau (la idea original era que el payaso francés la interpretara en teatro) . Lo segundo pase, pero de sentido, poco, muy, muy poco, y para muestra, ese final cuya "arrebatadora poesía" se queda en agua de borrajas. UN PUNTO en CONTRA.

3. Por último, el cómic deberá contar con un dibujo lo suficientemente atractivo como para llamar la atención y provocar su compra, sobreviviendo con honores a la posterior lectura y sirviendo a la historia de manera indefectible.
Bufff. Lo primero lo cumple si el vistazo que se le efectúa se hace de pasada, teniendo el trazo de Boiscommun cierta componente que lo hace llamativo a vista de pájaro. El problema es que los otros dos factores no llegan a cuajar ni de lejos: una mirada más analítica del dibujo revela muchos problemas en el trazo del artista, desde severas carencias anatómicas hasta graves meteduras de pata con las perspectivas de fondo. Esto último provoca que el dibujo no termine de casar con lo que el guió requiere (que tampoco es mucho no crean) y que, en última instancia, la sensación que le quede a uno es de haber gastado el dinero inútilmente, y no están los tiempos para eso, la verdad. UN PUNTO en CONTRA.

Resultado final (veáse la calificación más arriba)

Sergio Benítez (165)

lunes, 18 de mayo de 2009

MEDZ YEGHREN. La GRAN CATÁSTROFE

Guión: Paolo Cossi

Dibujo: Paolo Cossi

Editorial: Ponent Mon

Formato: Libro Rústica. 146 Páginas

Precio: 15€

Calificación: 6/10

Ignorado por la historia y rescatado por la cultura reciente (os recomiendo ver la estupenda Ararat de Atom Egoyam), el genocidio del pueblo armenio a mano de los turcos en los comienzos de la Primera Guerra Mundial, pasó desapercibido a los ojos de un mundo que se volcaba en saber como finalizaría el conflicto que se libraba en centro-Europa. Un medio como el cómic, que quizás tiene menos ataduras visuales que el cine (que al fin y al cabo siempre depende de las calificaciones morales para poder ganar más o menos dinero), era el idóneo para que un autor comprometido fijara sus miras en él y plasmara en viñetas lo que la muerte de más de un millón de personas supuso para una cultura que desde entonces está casi extinta. Paolo Cossi casi llega a ser ese autor.

Y digo casi puesto que si bien ya es un paso importante que el autor italiano desee utilizar el cómic como otros compañeros de profesión ( Pascal Croci en Auschwitz, Joe Kubert en Yossel, Dave Sim en Judenhass) la fuerza del mensaje que podía haber conseguido queda diluida por una narración algo fragmentada, un dibujo que sin ser "feo" tiene demasiados altibajos y un tono general que trata por todos los medios de ser crudo y descarnado, pero que, a la postre, transmite demasiada frialdad. Para poder acometer la historia desde un punto humano y no desde la voz de la historia, que siempre tiende a olvidar al individuo, Cossi echa mano de varios personajes que sufren el exterminio en primera fila, ya sea desde el "bando" armenio, como el turco o el de un soldado alemán cuyo gobierno estaba en ese momento aliado con el de Turquía en el conflicto mundial.

Al tomar la decisión de ir alternando entre los devenires de unos y otros, el artista intenta ser políticamente correcto , y trata por todos los medios de dar un paso atrás, de compensar de forma milimétrica la narración entre unos y otros y no decantarse por ninguno a la hora de emitir un juicio de valor sobre lo que se nos está mostrando, sin darse cuenta que es una tarea tan compleja la que se autoimpone que al final sólo sale victorioso en momentos puntuales que no son suficientes como para conseguir aportar un mayor empaque emocional a un conjunto que se muestra distante en exceso. Tanto es así, que las posiciones que el artista toma de cuando en cuando se antojan peligrosamente maniqueas, fracasando estrepitosamente en sus denodados intentos de mantenerse ecuánime cuando pinta a los militares y políticos turcos como seres sedientos de sangre.

En definitiva, no nos encontramos ante un tebeo que mueva a la reflexión más allá de lo que lo hace la mera constatación de que cualquier genocidio es un acto de maldad extrema injustificable por parte de los perpetradores. Si se desea denunciar un hecho tan horrible uno tiene que tener claro que la posición que tome, ya sea de narrador impertérrito o de cronista implicado. Cossi no hace ni lo uno ni lo otro, y su indefinición es la causante última de la irregularidad de la lectura.

Sergio Benítez (164)

viernes, 15 de mayo de 2009

ASUNTOS PENDIENTES

Guión: Julio Videras

Dibujo: Karles Sellés

Editorial: Diábolo

Formato: Cartoné. 80 Páginas

Precio: 11.95€

Calificación: 7/10

La primera vez que pude ver El Padrino tenía trece o catorce años. Por aquel entonces Tele 5 se disponía a emitir el remontaje que Coppola había hecho de sus dos primeras entregas en un experimento llamado La Saga del Padrino. Tras el enorme impacto que supuso su visionado, acudí raudo a mi videoclub para alquilar los VHS de las dos películas tal y como se habían estrenado en los cines, pudiendo disfrutar de lo que tanto me habían hablado mi padre y mi abuelo. Poco después se estrenaba en los cines El Padrino III, la más irregular de las tres cintas, aunque con momentos como el del montaje de Caballeria Rusticana que quitaban el hipo. El Padrino III terminó por despertar mi interés por el cine relacionado con la mafia en un año en el que, casualidades de la vida, se estrenaban dos de las mejores películas que se hayan hecho relacionadas con dicho sub-género del cine negro, Uno de los Nuestros y la magistral obra de los Coen, Muerte Entre las Flores.

Esta pequeña historia pretende poneros en situación acerca de mi predisposición para hacerme con cualquier cómic que narre historias relacionadas con el mundo de la mafia. No es de extrañar pues que formen parte de mi colección títulos como la saga de La Cosa Nostra, 100 Balas o Johnny Double, y menos aún que tan pronto vi en mi tienda habitual este Asuntos Pendientes, me hiciera con él.

Acabada la lectura, los sentimientos acerca de este proyecto son encontrados, inclinándose muy (pero que muy) a favor del guión, y mostrándose reticentes en cuanto al dibujo. Del primero, obra de un inspirado Julio Videras, hay que destacar sus tremendas cualidades cinematográficas y la capacidad del guionista para mantener la intriga y el interés durante las ajustadas ochenta páginas sobre las que se desarrolla la historia. Decía Hitchcock que toda película debe comenzar con una escena vertiginosa para después ir aumentando en intensidad. Parece que Videras tiene muy bien aprendida esta lección, pues tras un impecable prólogo sabe ir haciendo crecer la tensión alrededor de los carismáticos personajes que pueblan la historia, ya sea dando vida al policía como describiendo a ese Don Enzo, émulo nonagenario de Vito Corleone, trufando la misma con constantes referencias al séptimo arte (desde ese actor porno y su productora hasta el final, importado directamente de Pulp Fiction).

Es el dibujo de Sellés el que rebaja algunos enteros la apreciación que del tebeo se obtiene finalmente. No es que el trabajo del valenciano sea malo, es que no está a la altura de lo que el guión de Videras hubiera exigido: de trazo inquieto (incluso sucio en muchas ocasiones) y narrativa en ocasiones confusa, al dibujo de Sellés le falta la definición necesaria para poder caracterizar de forma correcta a los personajes de una historia con tan clara vocación coral.

Con todo, el trabajo de Sellés no llega a ser un obstáculo tan molesto como para que la lectura de Asuntos Pendientes no se disfrute de principio a fin y se conforme como mejor aproximación al mundo de la mafia que muchas de las mediocres películas que se han pergeñado en Hollywood. Si a esto unimos la estupenda labor de edición de Diábolo, creo que huelga decir que Asuntos Pendientes es una lectura muy recomicdable, ¿o no?.

Sergio Benítez (163)

jueves, 14 de mayo de 2009

PRINCE of PERSIA

Guión: Jordan Mechner & A.B.Sina

Dibujo: Leuyen Pham & Alex Puvilland

Editorial: Norma

Formato: Libro Rústica. 208 Páginas

Precio: 16€

Calificación: 5.5/10

No es que me esperara algo en particular. De hecho, si las expectativas con las que suelo ir al cine para ver una adaptación de videojuegos son nulas (y no es para menos dados los nefastos guiones de los que suelen hacer gala todas), aquellas con las que abordaba la lectura de Prince of Persia no eran mucho mejores, máxime si tenemos en cuenta que mis encuentros con el mítico videojuego se limitaban por una parte a las horas muertas que pasé jugando hace ya bastantes lustros a su primera parte y, por la otra, a las que me aguardan en su última encarnación para la PS3. Ahora bien, lo último que esperaba encontrar era un cómic tan enrevesado y complejo desde el punto de vista narrativo que dejara de lado el carácter claramente aventurero de los videojuegos para centrarse en una historia poco atrayente (al menos para el que esto suscribe, claro está).

Si el motivo que me llevó a su compra fue el dibujo, justo es que comience comentando el único aspecto de la novela gráfica que merece ser destacado. Tanto es así, que si no fuera por lo irregular del guión, la puntuación del cómic habría subido algo más. Provenientes la primera de la ilustración infantil, el segundo del mundo de la animación de Dreamworks, los dibujantes Pham y Puvilland dotan a la historia de una narrativa gráfica muy personal que remite de forma inmediata al trabajo del segundo para la magnífica Prince of Egypt. El problema es que tanto el color, que debería haber diferenciado más entre las dos líneas temporales, como el ajuste a las necesidades del guión, que en otro caso habría sido una virtud, arruinan en parte el personal grafismo del que hace gala el dibujo.

Pero nada es comparable a lo poco que la doble labor de Mechner (creador del videojuego) y A.B. Sina llega a dar de sí. La idea base de la historia es presentar a dos "Príncipes de Persia", uno en el pasado, otro en el presente de la narración, planteando además que la protagonista femenina sea reencarnación del primero. A través de ellos tres, el guión va tejiendo una compleja trama con continuos saltos temporales en los que aspectos demasiado metafísicos e ininteligibles van haciendo aparición sin que quede claro el porqué de su inclusión ni el objetivo de la misma. La confusión que estos crean, unida a la que se deriva de lo confuso de las líneas temporales consigue sacar a este lector de la historia mucho antes de que, llegando el final, cobre cierto sentido. El esfuerzo del clímax resulta tardío e insuficiente, y en términos generales, Prince of Persia deja un regusto amargo que provoca el rápido olvido de lo leído. En fin, lo decía al principio, ¿qué se podía esperar?.

Sergio Benítez (162)

miércoles, 13 de mayo de 2009

OWLY vol.5: TINY TALES

Guión: Andy Runton

Dibujo: Andy Runton

Editorial: Top Shelf

Formato: Libro Rústica. 176 Páginas

Precio: $10.00

Calificación: 10/10

Siempre he creído firmemente que para crecer sanos y fuertes hacen falta dos Danoninos y no uno.....ahora en serio, lo que siempre he pensado es que ese momento crítico que es el paso de la niñez a la adolescencia es un proceso tan delicado que si uno no está bien guiado a través de él (y eso es labor íntegra de los padres) puede quedar marcado de por vida. En ese proceso de infinidad de cambios hay muchas características de nuestra infancia que quedan relegadas a una suerte de cajón de sastre en el que, casi siempre, quedan completamente olvidadas. En el caso de los hombres, es muy normal que, por la influencia paterna y una masculinidad (muy) mal entendida, a ese cajón del olvido vayan a parar cualidades tan poco apreciadas como la sensibilidad y la ternura. Gracias a Dios, o a quien quiera que sea el que lo puso en la Tierra, para remediarlo está Andy Runton.

Descubierto gracias a la extinta Fourth Rail, que hablaba de su primer tomo de forma maravillosa, tarde muy poco en hacerme con él y el segundo a través de la web de Midtown Comics. Desde entonces han pasado cinco años en los que Runton, único responsable de tan maravillosa lectura, ha publicado religiosamente un tomo por año, consiguiendo un enorme reconocimiento en Estados Unidos desde el momento en el que el personaje vio la luz. Las bases de partida de Owly son muy simples, en las primeras páginas del primer volumen se nos presenta a un pequeño búho (de ahí el título, owl es búho en inglés) que vive en un árbol cuidando con primor del entorno que le rodea pero que no tiene ningún amigo. Todo eso cambia cuando una noche, volviendo a su casa salva a un gusano de morir ahogado. Wormy, pues ese es su nombre, se convierte desde ese momento en inseparable compañero de aventuras del protagonista. En los tomos e historias siguientes se irán añadiendo personajes como una glotona ardilla, el mapache que regenta una tienda de cuidados para plantas, una pareja de risueños colibríes o el pequeño marsupial con el que Runton ocupará la totalidad del cuarto volumen.

A todos ellos, y por supuesto, a este quinto que se encarga de recoger historias inéditas, aquellas aparecidas en el Free Comic Book Day (¿llegará esta magnífica iniciativa a España alguna vez? y bocetos iniciales del personaje, se les pueden aplicar los mismos adjetivos: enternecedor, mono, dulce, conmovedor, agradable, sincero, honesto, divertido...epítetos todos que redundan sobre la inmensa capacidad que tiene Runton a través de sus historias de llenar los corazones y espíritus de aquellos que las leen con una sensación de bienestar extremo sólo comparable al que se tiene cuando siendo niño descubres algo que te hace feliz. Y eso es precisamente lo que destilan todas y cada una de las páginas de Owly, felicidad, unas intensas ganas por parte del autor de conseguir que los lectores podamos sentirnos llenos de dicha por unos momentos, los breves minutos en los que se consumen los pequeños tomitos, prologándose esa sensación mucho más allá del final de los mismos. A través de historias, ya sean cortas o largas, que siempre contienen alguna semilla de los mejores valores que se les pueden transmitir a los niños (y que a los adultos no nos vendría mal recordar de cuando en cuando), el autor consigue concretar un tebeo que sabe devolverle al lector la implicación que en su consumo se ponga, siendo esta recompensa tanto más beneficiosa cuanto mayor sea lo que nos volquemos en ella. Así, no es extraño que, en las muchas azarosas campañas en las que se ven envueltos Owly y Wormy, la congoja por alguna situación o la risa tierna que uno suele poner cuando ve a un bebé hacer alguna monada, se vayan alternando sin que los goznes que articulan ambas chirríen en absoluto.

Colmando este dechado de genialidad me he dejado un último detalle para el final, y es que Owly carece de diálogos. Consciente de que quiere hacer que su creación llegue a todo tipo de público y traspase las fronteras de su país sin casi necesitar traducción, Runton evita los bocadillos sustituyéndolos por inteligentes metáforas visuales, signos de carácter universal y la ocasional aparición de alguna palabra escrita para apoyar las viñetas cuando resulta imposible explicar lo que se quiere con los dibujos. Estos, de una sencillez y candidez apabullantes, se dejan en blanco y negro, definiendo a cada personaje con cuatro trazos y dotando tanto al búho como al gusano de una vida que ya quisieran para sí muchos superhéroes de "carne y hueso". Tanto si tienes hijos como si no (si estás en el primer caso esta recomicdación no deberías pasarla por alto) Owly es un cómic que debería formar parte, no ya de tu tebeoteca, sino de tu biblioteca, ya que resulta un libro imprescindible y fresco que conserva todo su candor intacto aún después de numerosas aproximaciones.

Sergio Benítez (161)

martes, 12 de mayo de 2009

LOU! vol.1

Guión: Julien Neel

Dibujo: Julien Neel


Editorial: Glénat

Formato: Rústica. 108 Páginas

Precio: 18€

Calificación: 7.5/10


Cuando uno llega a cierta edad parece lógico que ciertos aspectos de nuestras aficiones vayan dejándose atrás. En mi caso, seguir empecinado por ejemplo en tragarme toda aquella película de animación que se estrena en nuestras pantallas deviene, en la mayoría de los casos en experiencias desagradables; tanto por la pésima calidad generalizada de lo que se proyecta, como por las furtivas miradas de esos padres que no comprenden como un adulto puede adentrarse en una sala de cine para ver una producción de "dibujitos" si no es en la piel de inocentes corderos al matadero que se sacrifican para contentar a sus infantes.

En el caso de los cómics, la cosa empeora a pasos agigantados. Para empezar, su disfrute no está ni de lejos tan bien visto como el del cine (aunque este hecho vaya remitiendo) y sigue provocando gestos de estupor el afirmar en una reunión que "yo colecciono cómics". Tal aserción, que suele ir acompañada de intentos de ridiculización, provoca mayores arqueos de cejas si en lugar de ser verbalizada en terreno neutral (léase un bar de tapas, por ejemplo), se produce cuando tienes invitados en casa y les muestras tu biblioteca. Llámenlo como quieran, casualidad o Ley de Murphy, pero los susodichos invitados siempre terminarán fijándose, no en la abundancia de superhéroes o cómics independientes, no, su rápida revisión del material acumulado en la estantería irá a dar con alguno de esos tebeos por los que puedas ser denostado. Frases como "¿pero tienes la colección completa de Los Pitufos?" o "¿jajaja, no eres muy mayor para leerte La Princesa Caballero?", despiertan, al menos en un servidor, una profunda ira a la que casi siempre doy via de escape a través de la ironía (cuanto más ácida mejor, todo hay que decirlo). Es por ello que no siento vergüenza ninguna en afirmar que, en lo concerniente a Lou! he disfrutado como un enano.

Lo primero que hay que aclarar al respecto de la entrañable labor que Neel nos ofrece con Lou! es que por más que Glénat haya inaugurado con esta obra un nuevo sello llamado Petit Glénat (pequeño Glénat), no he sido capaz de encontrar, en toda la lectura, ni una sóla página de carácter marcadamente infantil. Al contrario de lo que ese fresco aspecto de dibujo animado puede dar a entender, Lou! es un cómic para adultos (o adolescentes) hecho por un adulto al que hay que alabarle antes que cualquier otra cosa su enorme capacidad para describir a dos mujeres (madre e hija) con increíble veracidad.

A través de los personajes de Lou y su madre (y de los que los rodean), y de la voz en off y pensamientos de la primera, Neel compone una narración fragmentada que obedece a una suerte de ambivalencia que muy poca gente hubiese sido capaz de hacer funcionar: la historia va avanzando a cada nueva página que pasamos, aunque la estructura de las mismas nos lleve a pensar que nos encontramos ante la página dominical de una tira cómica. Ello provoca que la lectura tenga cierto sentido si abrimos el tomo por cualquier página, pero cobre auténtica razón de ser en su continuidad.

Justa ganadora del Premio de la Juventud en Angouleme, Lou! es una lectura fresca y actual acerca de los problemas generacionales cotidianos que se producen entre una niña en plena fase de pre-pubertad y una madre que, en ciertos aspectos, aún no ha pasado la edad del pavo. La sinergia cómica que Neel crea entre las dos, y la continua sonrisa que esta arranca en el lector, son las mejores garantías de que este es uno de esos cómics que seguiremos disfrutando en el futuro, por muy mayores que seamos.

Sergio Benítez (160)

lunes, 11 de mayo de 2009

The DEATH of CAPTAIN AMERICA HC vols. 1 al 3

Guión: Ed Brubaker

Dibujo: Steve Epting & VVAA


Editorial: Marvel


Formato: Premiere HC. 144/160

Páginas
Precio: $19.99 c/u

Calificación: 8/10


Mucho se ha hablado desde hace tres años de la drástica decisión de Brubaker de "matar" al personaje más emblemático de Marvel junto a Spider-man, el Capitán América. Un giro inesperado que quitaba del medio al principal motor del bando rebelde durante la Civil War y que dejaba un hueco en el universo Marvel que obligatoriamente necesitaba ser llenado....pero no nos adelantemos y miremos más atrás, concretamente al momento en el que uno de los únicos guionistas que vale la pena de La Casa de las Ideas en estos momentos tomaba las riendas de una colección que hasta entonces nunca había gozado de tan buena salud.

Y es que Brubaker coge al Capi con unas ganas tremendas de darle al personaje la fuerza y garra que ningún antecesor suyo (quizás algunos momentos de los números de Steranko, Stern/Byrne o Reiber/Cassaday) supo darle. Para ello, y aunque a priori pareció una idea descabellada, Brubaker se propuso volver del revés el mundo de Steve Rogers y que mejor para hacerlo que una resurrección de las antológicas. Porque traer de vuelta a Bucky Barnes no puede ser calificado de otra manera, ¿no creen?. Siendo Brubaker un guionista hábil en extremo y sabedor de que tal acontecimiento le sería acreedor de no pocas críticas por parte de los aficionados más conservadores (sí, hasta en este mundillo los hay), el escritor se toma las cosas con calma y reintroduce a uno de los puntales de la mitología del personaje de una forma que a la postre resulta tan lógica como asombrosa: el momento en el que ambos intentan detener el misil disparado desde la guarida del Barón Zemo, y que supondría la desaparición del Capi hasta su recuperación décadas después, es el elegido por Brubaker para dar nacimiento al Winter Soldier. Bucky es recogido por los rusos y sometido a un duro proceso de lavado de cerebro que lo transforma en una máquina de matar sin sentimientos.

Tras su reencuentro con Steve, uno de los mejores números de la serie, Bucky queda momentáneamente al margen para dar paso al acontecimiento con el que abríamos esta recomicdación, la muerte del Capitán América.Y ahí es precisamente donde se abre el primer tomo de esta larga saga que queda recogida en los tres tomos que aquí comentamos. Lo primero que llama la atención es la separación consciente que hace Brubaker de adherirse a los constreñidos esquemas de arcos argumentales de seis números que tanto se llevan en la actualidad comiquera para hacer accesible las series a los potenciales nuevos lectores. Los dieciocho números que abarca The Death of Captain America son indivisibles en arcos menores, y ese detalle es algo digno de alabanza.

Obviamente no me voy a detener en todos y cada uno de los muchos acontecimientos que se van dando la mano de forma continua en las más de cuatrocientas páginas que abarca la lectura, y tan sólo quiero dejar constancia de que, a pesar del uso (que no abuso) en muchos momentos de la narración descomprimida, un mal endémico en el pijamismo actual, Brubaker consigue atrapar con una trama compleja, en la que se van desvelando los diversos resortes que van haciendo avanzar la acción conforme esta los necesita y no antes, no permitiendo el guionista que el ritmo de lo que quiere contar se atribule en ningún momento.

Junto con el efectivo trabajo que viene haciendo Epting desde el principio de la serie (no tan bueno cuando lo entinta Jackson Guice, todo hay que decirlo), esta nueva encarnación del Capi es todo lo que la serie debería haber sido: dinámica, vibrante, y con un hilo conductor que implica, cómo no, al Cráneo Rojo, en la mejor trama que se haya escrito sobre la némesis de Rogers. Ahora que parece que Brubaker ha decidido bajarse los pantalones y traer de nuevo al Capitán América de siempre - al menos eso es lo que apunta la última rumorología y esa misteriosa portada que ha salido en el Previews de este mes - cabe preguntarse si la genial maniobra de su asesinato, que ya ha superado los cuarenta números, no ha sido otro espejismo para vender más cómics (esto es indudable) y al final todo volverá por su cauce usual pues ya se sabe que en el Universo Marvel nada permanece muerto durante mucho tiempo...y sino que se lo digan a la Tía May.

Sergio Benítez (159)

viernes, 8 de mayo de 2009

FABLES vol.11: WAR and PIECES

Guión: Bill Willingham

Dibujo: Marck Buckingham & Niko Henrichon

Editorial: DC

Formato: TPB. 192 Páginas

Precio: $17.99

Calificación: 9/10

En el último párrafo de la recomicdación del décimo volumen de Fables, apuntaba que el undécimo recopilatorio de la fabulosa serie de Willingham venía de camino desde el otro lado del charco y que, con la clara intención de no esperar un año para retomar el curso de los acontecimientos, acometería su lectura nada más tenerlo en mis manos. Y así ha sido. Nada más recibir el paquete de Milehigh aparqué la lectura del primer volumen de Omaha y en un par de horas me ventilé con pasión un tomo que supone la culminación de los más de seis años de colección y todo un punto y SEGUIDO en el devenir de los personajes a los que tanto cariño he cogido.

Como quiera que no está en mi ánimo reventaros a aquellos que sigáis la serie al ritmo de los recopilatorios editados por Planeta nada de lo que pasa en los magníficos seis números aquí recopilados, pero a sabiendas de que puede escapárseme algo, avisados quedáis de la posible aparición de mínimos [Spoilers]. Planificado de forma brillante casi desde el primer número de la serie, y siendo un arco argumental que todos los lectores esperábamos impacientes, la responsabilidad de Willingham de no defraudar con los importantes acontecimientos narrados en War and Pieces era demasiado grande para ser ignorada por el escritor. Afortunadamente, la magnitud de la misma no asusta al creador de Fables, y el desarrollo del enfrentamiento entre las fuerzas de Fabletown y las del Adversario no podría estar mejor resuelta. Como si de un juego de guerra se tratara, el guionista va moviendo las piezas clave de ambos bandos cual brillante estratega, no guardándose para si ningún secreto, pero si muchas sorpresas como la forma en la que se termina resolviendo el conflicto, la ¿muerte? de uno de los personajes, el inesperado y fundamental papel de cierto personaje en la conquista de los territorios del Adversario o esos primeros momentos dedicados a Cenicienta, una consumada espía. Orientado todo a un número setenta y cinco brillante que deja las puertas abiertas a un nuevo comienzo de la serie, lo pergeñado por Willingham confirma a Fables como un cómic fuera de lo común tanto en DC como en Vertigo. Con respecto al dibujo de Buckingham hay muy poco que añadir al margen de lo que ya se comentó en el décimo volumen, tan sólo apuntar que la forma en la que el artista se plantea el número que culmina el tomo, visualizado como si de una tira de celuloide se tratara ocupando todo el ancho de cada página, es sencillamente genial.

Ahora queda la larga espera hasta que
recoja en un nuevo TPB los seis/siete números siguientes, un arco argumental titulado The Dark Ages en el que se podrán ver las consecuencias de la guerra y que sentará las bases para el siguiente, The Great Fables Crossover. ¿Tendrá límite la imaginación de Willingham para con su serie?. Esperemos que no siempre y cuando se mantenga en el mismo nivel de calidad que le hemos venido observando hasta ahora. Con la firme promesa de seguir recomicdando esta serie mientras este blog siga en antena, nos despedimos hasta la próxima entrega de Fables. Que ustedes sean felices.

Sergio Benítez (158)

jueves, 7 de mayo de 2009

ASTRO CITY: The DARK AGE vol.1

Guión: Kurt Busiek

Dibujo: Brent Anderson

Editorial: DC/Wildstorm

Formato: HC. 256 Páginas

Precio: $29.99

Calificación: 8/10

You're now entering Astro City

Considerando que durante el tiempo que su publicación fue regular Astro City formaba parte de mis series favoritas, el año y poco que Busiek, Anderson y Ross se pasaron sin sacar ninguna nueva miniserie sobre este ameno y aglutinador universo se antojó bastante largo; aunque más larga aún fue la espera hasta poder ver en las páginas de Previews el lanzamiento del tomo que recopilaba la primera parte de la saga más ambiciosa escrita por el orondo guionista hasta la fecha. Con la promesa de explicar todos aquellos detalles diseminados por las mini/maxi-series anteriores y revelar datos fundamentales que los autores de la colección llevaban guardándose desde el principio de la misma, este primer volumen de The Dark Age cumple sobradamente sus objetivos, convirtiéndose quizás en una lectura a la altura de los mejores momentos de Astro City.

Para ello, Busiek, como ha venido haciendo hasta el momento en el que, para gusto de un servidor, resulta su mejor trabajo, echa mano de dos personajes de la calle envueltos en la vorágine superheróica en la que viven los ciudadanos de a pie de Astro City, dos hermanos que tuvieron que sufrir la muerte de sus padres a manos de un villano siendo muy niños, un hecho que los ha marcado de por vida de diferentes maneras: mientras Charles ha elegido el camino de la justicia, y se ha convertido en policía, Royal es un ladrón de poca monta. Cuando comienza la acción, que Busiek sitúa sabiamente en los convulsos setenta, con el Watergate y Vietnam de por medio, los hermanos mantienen una relación tirante que ira deteriorándose conforme avancen las páginas. Alternando de forma magistral los cuadros de pensamiento de uno y otro, el guionista maneja a los personajes como reflejo directo o indirecto de lo que va sucediendo a su alrededor, y es aquí donde el escritor de Arrowsmith logra sus mejores momentos: desde toda la trama que envuelve al Silver Agent (y explica por fin el por qué de la estatua que habíamos podido ver en las anteriores series) hasta el origen de The Deacon, la primera aparición del Blue Knight o cómo Rex se unió a la Primera Familia, Busiek es fiel a su promesa y revela datos que los que llevábamos leyendo la serie desde sus comienzos nos habíamos preguntado en un momento u otro.

El dibujante Brent Anderson nunca ha sido santo de mi devoción desde que lo viera por primera vez en la mítica Dios Ama, el Hombre Mata, un desinterés que, por más que quisiera afirmar lo contrario, provocó cierta desilusión cuando se anunció que el artista acompañaría de forma regular a los guiones de Busiek para Astro City. Su azaroso dibujo, poco sujeto a correcciones anatómicas o de perspectiva y encuadres ha sido siempre, bajo mi humilde punto de vista, el talón de Aquiles de una colección que habría ganado muchos enteros de haber sido Alex Ross el que hubiera tomado las riendas de la parte gráfica. Aún así, el tiempo hace que uno se acostumbre a todo y, aunque de cuando en cuando aún me chirríe la labor de Anderson, el dibujo queda en un modesto segundo plano cuando hay un guión tan bien trabajado como aquél del que hace gala Astro City. Ya sólo resta esperar a que en yanquilandia se complete la edición de los números que restan a Busiek y Cía para finalizar su epopeya. Teniendo en cuenta que el número uno del volumen 3 (el tomo que comentamos recoge los dos primeros volúmenes de los ¿cuatro? previstos) tiene fecha de aparición para este mes de mayo, es de suponer que pasará mucho tiempo antes de que volvamos a hablar de la serie por estos lares.

You're now leaving Astro City

Sergio Benítez (157)