sábado, 6 de octubre de 2012

NUEVO PROYECTO en FACEBOOK

Como el Sitemeter es bastante chivato y sé de buena tinta que aún hay lectores que os pasáis por aquí a diario, os insto a que, a partir de ahora, hagáis lo propio por Comiqueados, la página que abrí en Facebook hace una semana y en la que, desde ahora, verteré mis esfuerzos reseñadores.

Avisados quedáis.
Un abrazo,
Sergio Benítez

P.D: ¡Ah! casi se me olvidaban dos cosas. Una, daros las gracias por seguir ahí entrando a consultar las reseñas de los muchos títulos que comentamos en este blog. Dos, si os pasáis por el Facebook, no dejéis de darle al botón de "Me Gusta". Y, de nuevo, mil gracias.

lunes, 18 de junio de 2012

Los IGNORANTES

Guión: Étienne Davodeau

Dibujo: Étienne Davodeau

Editorial: La Cúpula

Formato: Libro Cartoné. 280 Páginas

Precio: 27€

Calificación: 9/10


Sé que es un comienzo bastante trillado, pero no se me ocurre otro, así que, ahí va...

Me encontré por primera vez con la obra de Étienne Davodeau cuando La Cúpula editó, hace ahora un par de años, el primer volumen de Lulú, Mujer Desnuda. Como quiera que su reseña encontró lugar en las páginas del suplemento y no en estas líneas, he de admitir que, con el tiempo, lo que en su momento fue una lectura gratísima llena de encanto y candor, se ha ido convirtiendo en una de las favoritas de las numerosísimas que hice aquel 2010. Obviamente, aquellos dos volúmenes me terminaron sabiendo a poco, así que me lancé a la búsqueda de otras obras del autor francés que hubieran sido editadas en nuestro suelo, encontrándome por casualidad en una visita al Nostromo sevillano, los cuatro títulos que Ponent Mon había editado, saldados a menos de la mitad de su precio de portada. Como podréis imaginar, no me tembló el pulso al agarrarlos todos y hacer que formaran parte de mi tebeoteca. Su posterior lectura paulatina, refrendó la impresión que ya me había dejado Lulú, la de haber encontrado a un autor sencillo que busca, a través de historias afables y en apariencia simples, hacer llegar al lector las más diversas reflexiones acerca del mundo que nos rodea. Así era en Ha Muerto un Buen Hombre (quizás la mejor del cuarteto), Caída de Bici, La Mala Gente y El Testimonio.

No debería resultar extraño pues que, al anuncio de La Cúpula de estos Ignorantes, siguiera la expectación propia de quien quiere tener en sus manos la nueva obra de un autor que nunca defrauda. Lo que no me podía esperar, sinceramente, es lo que al final me he terminado encontrando.

Ya la premisa de partida del proyecto resulta tan original como atractiva a los ojos de cualquier lector de cómics (europeo a priori, aunque la universalidad del relato debería ser suficiente reclamo para atraer a todo tipo de aficionados): durante un período de tiempo de un año - aproximadamente- Davodeau seguirá y ayudará a Richard Leroy, un amigo viticultor, en la ardua tarea de preparar la cosecha del año. Al mismo tiempo, Leroy se someterá a un proceso de "educación" tebeística que incluirá, no sólo la lectura de títulos tan dispares como Watchmen, Maus, Diario Azul, Arrugas, En Busca de Peter Pan o El Fotógrafo, sino la visita a autores franceses, salones de cómic, la imprenta donde se dan los últimos retoques a la edición del primer volumen de Lulú o a la sede de Futurópolis, la editorial que publica los trabajos de Davodeau al otro lado de los Pirineos.

En este proceso de iniciación cruzado, el lector, a través de la exhaustiva labor documental del artista, puede asistir tanto a explicaciones científicas acerca de la elaboración del vino (algo que para alguien que no ama el zumo de la uva resulta todo un descubrimiento), como al encuentro de un neófito en el mundo de la viñeta con nombres como los de Marc Antoine Mathieu, el autor de Dios en Persona y la fantástica 3 Segundos, Jean Pierre Gibrat, que en los momentos que nos narra la historia está inmerso en Matteó, o Matthieu Lefevre, el dibujante de ese sublime título que es El Fotógrafo (por cierto, pequeño tirón de orejas a los traductores de este Ignorantes, ya que La Prórroga, la magistral obra de Gibrat, es renombrada aquí como El Plazo).

Lejos de chirriar, la excelente labor de Davodeau consigue que las articulaciones que van uniendo una y otra vertiente del relato funcionen a la perfección, conjugando una máquina perfectamente engrasada en la que se intuye la voluntad del autor de acercar ambos mundos para que sea el lector el que extraiga los inevitables paralelismos entre la paciente labor del viticultor y la del dibujante de cómics. Consecuencia directa de ese perfecto engranaje, es que la lectura de Los Ignorantes atrapa como pocas, y sus 280 páginas se pueden leer perfectamente de una sentada (de hecho, creo que hasta es recomendable hacerlo así) sin que el cansancio por lo que nos transmite el autor aparezca en ningún momento, algo a lo que ayuda enormemente la franqueza de su trazo (y de nuevo, su afán documentalista -atención al momento del apunte del Duchampiano pulverizador) y, sobre todo, la natural frescura con la que se estructura el relato y con la que Davodeau impregna toda la narración.

Sergio Benítez (XIV) 

martes, 12 de junio de 2012

Diario de una Lectura. GRANT MORRISON's BATMAN (II)

DÍA VII. 8 de Junio de 2012. Cambiando de Rumbo

Batman and Robin #'s 1-6

Guión: Grant Morrison

Dibujo: Frank Quitely & Philip Tan

Editorial: DC

Formato: Cómic Book. 32 Páginas

Precio: $2.99

Calificación: 8/10


Tras un día de descanso que he dedicado a llenar con otro tipo de lecturas, el ansia por seguir leyendo lo que fuera que Morrison le tenía preparado al Caballero Oscuro ha podido más que los muchos títulos de material europeo que se acumulan en mis estanterías esperando a ser consumidos. Y así, tan sólo dos días después de dejar a Batman ¿muerto? al final de R.I.P, comenzamos esta segunda (y última) parte del Diario de Lectura con los seis primeros números de Batman y Robin (que recientemente publicaba ECC en un tomo en tapa dura).

Antes que nada, un necesario aviso para aquellos que hayan sentido curiosidad por acercarse a este título. Aunque puede leerse sin haber tenido que pasar antes por todo lo que ha quedado incluido en la primera entrega de este Diario, me atrevería a aventurar que ello supone, aproximadamente, perderse un 50% de lo que Morrison plantea en la serie. De hecho, con lo que llevo ya leído de los números que vienen después, esta afirmación se hace más que cierta, y sin saber todo lo que pasa anteriormente, resultará harto difícil comprender muchos de los puntos vitales de la nueva cabecera.

Partiendo de la base de que Batman ha muerto (dejémoslo así por ahora, ya desvelaremos más adelante la verdad) y arrancando de nuevo in media res, algo que ya hemos visto que le encanta al autor, Morrison plantea el primer número de Batman y Robin reduciendo muchísimo la carga referencial con la que se habían caracterizado sus anteriores números, pero sin renunciar por completo a ella, dejando que la acción y el maravilloso trabajo de Frank Quitely (la fluidez en la narrativa de este artistazo se pone de relieve una y otra vez en las soberbias secuencias de luchas que se suceden en los tres primeros números) sean los protagonistas casi absolutos en estos primeros momentos. 

Pero claro, como decíamos, Morrison no puede desprenderse del todo de la inercia que venía arrastrando, y así, estos seis primeros números de la serie (que, en resumen, siguen a Dick Grayson y Damien Wayne bajo el manto de los nuevos Batman y Robin al tiempo que luchan primero contra un psicópata que pretende controlar a Gotham con una enfermedad y, después, en su enfrentamiento con el nuevo Red Hood) contienen mucho material del que sacar punta. 

Para empezar, están los pequeños apuntes que dan continuación a lo que Morrison venía desarrollando. Variando aquí las reglas del juego, lo que antes era un enfretamiento entre la vida y la muerte en un juego con actos aleatorios de violencia (los que llevaban a cabo Joker y Simon Hurt para hundir a Batman con toda aquella simbología del rojo y el negro sobre la que tantísimo incidió la anterior etapa) se ha convertido en una lucha entre el bien y el mal, con el blanco y el negro como colores significativos (esas piezas de dominó que Batman va encontrando). Pero como ya digo, la importancia de los símbolos se ve reducida ostensiblemente con respecto a los números previos, y muchas veces da la impresión de que, debido a la inercia, uno está sufriedo ese curioso síndrome llamado Apofenia que hace que se vean patrones y signficados ocultos donde puede que no haya nada.

De hecho, dejándome llevar por esa pervertida percepción, me voy a atrever a apuntar una similitud que he visto reflejada en otros comentarios de la serie y que no puedo dejar pasar por alto. Tenemos a un nuevo Batman. Y es de recibo pensar que, cuando arranca la serie, y tal y como hace las cosas Morrison, su intención (algo que corrobora en cierta manera el Batman INC) es que Dick Grayson siga portando la capa del justiciero durante largo tiempo. Así las cosas, es lógico pensar, si uno ha leído algo del oscuro héroe, que uno de los puntos definitorios del Señor de la Noche es tener una antítesis que le sirva de referencia. Con el Joker como complejo y perfecto archienemigo de Bruce Wayne, Morrison podría haber tirado por la vía fácil y haber buscado el recoveco para hacer que el personaje siguiera siendo el contrapunto del héroe. Pero nuevos personajes requieren nuevos villanos, y es aquí donde entra esa similitud que apuntaba al comienzo del párrafo.

Supongo que coincidiréis conmigo en que, a la hora de hablar del cómic que mejor ha reflejado el enfrentamiento entre Batman y Joker, La Broma Asesina es el primer título que a uno se le viene a la cabeza, siendo el trabajo de Moore y Bolland uno de los pilares fundamentales en la mitología del Hombre Murciélago. Y eso es algo que Morrison no puede dejar pasar por alto. Si Bruce Wayne tiene al Joker, y ambos La Broma Asesina, Dick Grayson necesita un villano y una historia que esté a la altura. Y aquí es donde entran en juego los seis primeros números de Batman y Robin.

En ellos (y de nuevo, tengan en cuenta que todo esto es una teoría que puede no tener ningún fundamento) es inevitable no ver las muchas similitudes que Morrison plantea para con la obra maestra de Moore y Bolland. Veamos algunas de ellas. Para empezar, esa feria en la que sitúa su base el Doctor Pyg (un demente que ya aparecía en el número 666 de Batman, en el que se veía un posible futuro de Gotham) es la misma en la que Joker tiende la trampa a Batman en La Broma Asesina. Pero Morrison no se queda ahí, y si las referencias en los tres primeros números se reducen a dicho lugar y a las muchas concomitancias que hay entre las acciones del Joker y el citado Pyg (la escena que cierra el primer número es muy similar al ataque del Joker al apartamento de Jim y Barbara Gordon, igual que la manera de Pyg de torturar a Robin mientras lo tiene capturado se asemeja a la que usa el Joker con Jim); cuando pasamos a los números del cuatro al seis, los puntos en común comienzan a multiplicarse.

La inclusión de Capucha Roja es el más evidente de todos ellos, teniendo en cuenta que bajo esa identidad era como conocíamos al Joker en La Broma Asesina. Ocultándose debajo de ella, tenemos a Jason Todd, el antiguo Robin asesinado por Joker, traído de vuelta por Superboy Prime y cuya psique fue regenerada gracias a uno de los Pozos de Lázaro utilizados por Ra's Al Ghul, un personaje que, en un giro brillante, Morrison acerca al origen del Joker tal y como lo narraba Moore, haciendo que, al igual que el Batman original afectara el aspecto físico de su archienemigo, el Batman actual, haga lo propio con Todd. A la aparición de Capucha Roja, el escritor escocés añade la de Flamingo, un villano colorido (como el Joker) que, a parte de algún gruñido, sólo se expresa con risotadas (y que es empleado por El Penitente, un criminal tras el que parece ocultarse Simon Hurt la verdadera identidad de Guante Negro). Pero donde realmente Morrison deja ver de forma clara el homenaje a La Broma Asesina es en el deselance del sexto número y en esas dos viñetas en las que Todd responde al ofrecimiento de Grayson a ayudarle, momento en el que el guionista rescata, en esencia, las mismas palabras con las que el Joker responde a Batman en los momentos finales de su enfrentamiento en el título de Moore (incluso visualmente, la pose de Todd es muy similar a la de Joker, por más que el irregular y olvidable trabajo de Philip Tan esté a años luz del de Bolland).

Ahora bien, lo que es evidente es que ninguno de estos villanos por si sólos le llega a la altura del betún al Joker pero, ¿y la suma de todos ellos? Al igual que podríamos considerar que los miembros del Club de Héroes (aquellos Batman de Otras Naciones) representan a diferentes facetas del Hombre Murciélago, nos sería descabellado pensar que las personalidades unidas de El Sapo, Capucha Roja, el Doctor Pyg y Flamingo dan como resultado la complejidad del carismático enemigo de Bruce Wayne. Además, si sólo centramos nuestra atención en Todd y lo comparamos con el Joker, la tragedia de éste último y el Batman original es que, si no hubiese sido por la cruel mano del destino, ambos podrían haber sido amigos (siempre se ha dicho que son caras opuestas de una misma moneda separadas por una fina línea), una tragedia que se ve aumentada exponencialmente si consideramos que Grayson y Todd podrían haber llegado a ser hermanos.


DÍA VIII. 9 de Junio de 2012. ¿El Regreso de Batman?

Batman and Robin #'s 7-9, Batman #'s 701 y 702

Guión: Grant Morrison

Dibujo: Cameron Stewart & Tony Daniel

Editorial: DC

Formato: Cómic Book. 32 Páginas

Precio: $2.99

Calificación: 8/10


Comencemos por el final, comentando primero no sólo los números 701 y 702 de Batman, si no todo lo que, durante la Crisis Final, le acaceía al héroe. Para empezar, dejemos claro que Batman no moría al final de R.I.P (hubiera sido de una ingenuidad tremenda creerlo dadas las veces que el Señor de la Noche ha sobrevivido a cosas mucho peores que la explosión de un helicóptero sobre el agua) y que el ominoso título hace más referencia al cambio en el status quo del alter ego de Bruce Wayne que a su defunción. 

Con nuestro protagonista vivito y coleando y Simon Hurt desaparecido, los números 701 y 702 se dedican por entero a llenar los huecos de aquello que sucedió tras R.I.P y durante la Crisis Final. En esencia, y dado que en ellos tenemos a un Morrison en piloto automático (y aún así tiene tiempo de dejar alguna pista que saldrá a la luz en Batman y Robin), lo que aquí se nos narra es cómo Bruce no muere tras su enfrentamiento con Darkseid (y su Efecto Omega) si no que es trasladado por este a la prehistoria, una era de la que tendrá que volver como sea en una aventura que se narrará en The Return of Bruce Wayne (y de la que daremos cuenta más abajo). Más allá de eso, lo único reseñable de estos dos números es la notable mejora en el dibujo de un Tony Daniel que comienza aquí a dejar atrás la hosquedad de su trabajo en R.I.P, acercándose a lo que le hemos podido leer en el Detective Comics de las Nuevas 52.

Así las cosas, damos unos pocos pasos hacia atrás y nos centramos ahora en los números 7 al 9 de Batman y Robin, en los que Morrison auna esfuerzos con un genial Cameron Stewart para narrar una corta aventura intercontinental (se desarrolla a caballo entre Gotham y Londres) muy relacionada con lo que se nos narraba en los números 682 y 683 de Batman, en los que, al margen de trazar una disección brillante de la relación entre Bruce y Alfred, Morrison describía los experimentos llevados a cabo por dos secuaces de Darkseid para crear clones de Batman desprovistos de todas las buenas intenciones originales del icónico personaje. Jugando a confundir momentáneamente al lector, Morrison termina el número 6 de Batman y Robin mostrándonos a Dick abriendo una cámara acorazada (cuya clave es curiosamente la frase Zur En Arhh) en la que se encuentra el cadáver uniformado de Batman. Pero este no es Bruce (recordemos que está perdido en el tiempo) si no uno de esos clones creados por orden de Darkseid que Dick pretende resucitar utilizando un Pozo de Lázaro que se ha encontrado en Londres.

Y ahí es donde arranca la acción. Tras una primera página que se relaciona de forma directa con la última del número 6, nos encontramos en la capital del Imperio Británico con un Batman (Dick Grayson) en plena faena junto a Squire (uno de los Batman de Otras Naciones) tratando de llegar a tiempo para detener una explosión en el metro de Londres. En una sucesión de acontecimientos frenética (que Stewart ilustra de forma maestra con una fluidez digna del mejor Quitely) veremos como Dick interroga a un criminal en la Torre de Londres (donde aparecerán de nuevo las piezas de dominó) y, después, como llega junto a Squire a una mina en la que se encuentra situado el Pozo de Lázaro donde se encontrarán de forma fortuita con Batwoman.

Muchas peleas perfectamente coreografiadas por Stewart (atención a la icónica splash page en la que Dick salva a Damien) y un raudo regreso a Gotham, donde se decidirá el destino del resucitado clon de Batman, ponen fin a un mini arco argumental intenso y muy directo que sirve como preludio perfecto a ese Regreso de Bruce Wayne que comenzará a continuación. 

DÍA IX. 10 de Junio de 2012. Bruce Wayne, colega de Marty McFly

Batman and Robin #'s 10-16, The Return of Bruce Wayne #'s 1-6 y Batman #700

Guión: Grant Morrison

Dibujo: A. Clark, F. Irving, C. Sprouse et al.

Editorial: DC

Formato: Cómic Book. 32 Páginas

Precio: $2.99

Calificación: 9/10


BUFFFFFFFF!!!!!!!!!!!!! 
Si la cabeza no me estalla, cosa que es bastante probable después del atracón de lectura que me acabo de dar (ahora mismo son las 23:14 del sábado 10 de junio y he invertido la mayor parte del día en acabar lo que me quedaba por leer), y soy capaz de poner en orden mis ideas, algo que es bastante improbable, en los siguientes párrafos voy a dar cierre a un trabajo que, probablemente se verá en unos años como una de los pilares básicos a la hora de entender al Hombre Murciélago.

Y, por supuesto, si ya con Batman R.I.P avisaba de la más que probable incoherencia del discurso que iba a abordar, ese aviso se torna aquí en clara advertencia con tintes de alarma, ya que no tengo la menor idea de lo que va a salir de todo esto. Sin más preámbulos, allá vamos.

14 números para dar cierre a lo que podría ser considerado una primera parte del cuerpo de una historia que, aún hoy, sigue viva gracias a la reciente aparición del primer número de Batman Incorporated. Unas 400 páginas para redondear el intrincado trabajo de referencias, redefiniciones, simbologías y nuevas lecturas que Morrison comenzaba en 2006. Un ejercicio que adopta aquí su más compleja acepción ya que, de cara a lo que comenzará en Batman INC, el escocés necesita cerrar casi todo lo que ha ido planteando, una tarea nada sencilla si tenemos en cuenta que a la hora de abordar dicho cierre, el guionista debe clausurar no sólo lo concerniente a lo que se ha planteado en Batman y Batman y Robin, si no también muchas de las ideas que aparecían en Final Crisis.

¿Por dónde comenzar? ¡Ah, sí!

Aclaremos antes que nada que, para poder aprehender todo lo que Morrison plantea en estos números, es completamente imprescindible apoyar la lectura con la visita a algunas de las muchas páginas dedicadas a anotar (en inglés, eso sí) todos y cada uno de los detalles que a cualquier mortal se le escaparían. Tanto es así, que algunas de las conclusiones que iré vertiendo en adelante, son préstamos directos o ligeras variaciones de lo mucho que, en estos días, he tenido que leer acerca del FINAL de esta primera fase de Batman.

Y ha sido en ese proceso de idas y venidas (llegado el momento, a la conclusión de un número acudía raudo a alguna de esas páginas de anotaciones para que no se me escapara detalle antes de seguir la lectura) en el que he podido constatar que, como ya afirmé en la primera parte del Diario, Morrison es un maldito genio. Sólo así se puede calificar a alguien que plantea una idea de la complejidad que él ha plasmado en las páginas de Batman, la desarrolla a lo largo de cuatro años, le da forma en varias etapas perfectamente diferenciadas, la concluye de forma más que satisfactoria (todos tememos siempre las conclusiones de series prolongadas de esas que calificaríamos de míticas) y controla a la perfección hasta el más mínimo detalle gráfico para que nada se pueda escapar (y un vistazo a cualquiera de sus páginas de guión confirma lo mucho que describe las viñetas al dibujante de turno). A este respecto, cabe señalar la asombrosa planificación que Morrison hace de su Batman, convirtiendo su estancia no sólo en la obra seminal que resulta siendo, si no también en un cómic que reta de forma constante al lector a no perder ni el más mínimo detalle de todo aquello que acontece, algo que no suele ser habitual en el tebeo de superhéroes y que eleva, si cabe aún más, la magnífica percepción que (al menos por mi parte) se termina teniendo de su genial trabajo.

Con las piezas perfectamente dispuestas, y el tablero preparado para empezar a jugar, lo que Morrison va planteando en los números que dan cierre a su saga tiene su arranque en los 10 al 12 de Batman y Robin (correctamente ilustrados por Andy Clarke), en los que se plantan dos semillas bien diferenciadas. La más inmediatas son las que terminan descubriéndonos la identidad de Oberon Sexton (el detective enmascarado que ha estado ayudando a Batman y Robin en sus enfretamientos con el Penitente/Simon Hurt y sus hombres) y, por otro lado, la continuación del juego de dominó que ya apuntábamos más arriba y que comienza aquí a adquirir muchísima más relevancia. La otra semilla, la que terminará germinando en Batman INC, tiene que ver con Damien, Talia y el control que la hija de Ra's al Ghul quiere tener sobre su vástago.

Trascendidos estos tres números (que, como siempre, dan para muchísimo en cuanto a pistas, referencias y pequeños apuntes de esos que enriquecen la lectura), comienza lo que podríamos calificar como "LA MADRE DEL CORDERO DE TODAS LAS SAGAS DE BATMAN" una lectura continuada que se puede acometer de muy diferentes maneras pero que desde aquí recomiendo a quién no la haya hecho que se plantee alternando cada número de Batman y Robin a partir del 10 con uno de los de The Return of Bruce Wayne ya que, llegado el 13, la cosa comienza a adquirir el sentido que, sin duda, Morrison pretende darle a la acción.

¿Y qué vamos a ir encontrándonos en una y otra serie? Comencemos por The Return of Bruce Wayne. Trasladado en el tiempo como ya comentamos debido al Efecto Omega de Darkseid, Morrison va explicando en esta miniserie de seis números como Bruce va avanzando por diferentes épocas de la historia, desde la prehistoria hasta la actualidad. Convertido por Darkseid en el arma definitiva que acabará con el Universo (al desplazarlo en el tiempo lo que el Dios de Apokolips consigue es que conforme va regresando a su época Bruce vaya acumulando la energía Omega suficiente para poner fin a todas las cosas) Morrison va haciendo que nuestro héroe se vaya encontrando a si mismo en la piel de algunos de sus antepasados, planteando así un pequeño homenaje en cada número a los géneros de cómic que, desde el de aventuras, al noir, pasando por el fantástico o el western, causaron furor entre los lectores de tebeos durante los años cuarenta a sesenta. Al mismo tiempo, el escritor va enhebrando el tejido sobre el que apoyar todo aquello que ha venido construyendo hasta ahora en su estancia en la serie, aportando datos fundamentales sobre el pasado de la familia Wayne y, sobre todo, sobre la verdadera esencia de Batman y su origen, algo sobre lo que volveré a incidir más tarde.

No menos importante es lo que le espera al lector en las páginas de Batman y Robin, ya que en los cuatro números que cierran la colección y que se agrupan bajo el título Batman and Robin Must Die (Batman y Robin deben morir) Morrison plantea una siniestra simetría con el R.I.P, transmutando la mayoría de las claves del enfrentamiento a tres bandas entre Batman, Simon Hurt y el Joker, en uno a cinco bandas con el añadido de Robin y un recuperado Doctor Pyg. Con el magnífico trabajo a los lápices de Frazer Irving, Morrison va dando nueva identidad a los hitos, ya visuales, ya argumentales, que fueron jalonando la primera mitad de esta estancia en el personaje, resolviendo al tiempo todas las dudas que había al respecto de la verdadera identidad de Simon Hurt. Un villano que se termina descubriendo como el mejor de cuántos enemigos ha tenido el Señor de la Noche, quizás por debajo del Joker, y que se revela, al tiempo, como un fiel reflejo del complejísimo trabajo de documentación e inserción en la mitología de Batman con el que Morrison ha caracterizado esta magna aproximación al personaje. 

Todo lo anterior (y aquí tengo que enfatizar el millón de reflexiones y comentarios que me dejo en el tintero para no hacer de esta reseña una tesis doctoral) se cierra, por un lado, en el número seis de The Return of Bruce Wayne y, por el otro, en el 16 de Batman y Robin. Y aquí si me voy a permitir ser un poco más específico con lo que Morrison termina desvelando, ya que aquí es dónde, por fin, el escritor termina su proceso de deconstrucción/reconstrucción y dónde averiguamos cuál era el fin último al que el guionista quería llevar el personaje. Y ese no es otro que aportar un matiz más a las motivaciones que hicieron que un niño que perdió a sus padres en un callejón oscuro, dedicara su vida a la lucha contra el crimen. Establecidos muchos de los parámetros de la personalidad de Batman en títulos puntales como Año Uno o Dark Knight Returns, lo que Morrison plantea en las últimas páginas del número 6 de The Return of Bruce Wayne, y completa con las últimas de Batman y Robin 16, es que Batman nunca podría haber llegado donde está si no hubiera sido por la constante ayuda con la que contó desde un principio. Primero, con el siempre desinteresado apoyo de Alfred. Después, con los diferentes Robin que han pasado por su vida, así como la gente como Jim Gordon o sus compañeros superhéroes, haciendo que su misión adquiera sentido y perspectiva a cada momento y siendo este el motivo principal para seguir adelante cuando las fuerzas han flaqueado. Tamaño hallazgo de cara a un personaje del que parecía haberse dicho todo, termina alejando a Batman de la imagen de oscuro vengador que siempre le ha acompañado para llevarlo hacia la luz del renacimiento al que le somete Morrison. Un renacimiento en muchísimos y muy complejos sentidos que no ha hecho más que empezar y que, además, se establece como punto de apoyo perfecto para entender el por qué de Batman INC.

Mucho he dejado por el camino y mi cabeza es, en estos momentos, un hervidero de mil ideas que podría intentar poner en orden y plasmar aquí. Pero ahora que estoy a punto de dar cierre a este intenso Diario de Lectura, me doy cuenta de que abundar más en lo que Morrison consigue con este soberbio trabajo sería deslucir en cierto modo la miriada de sorpresas que aguardan al lector que tenga a bien acercarse a él. Así que, sin más, dejo aquí estas muchas líneas con la esperanza de que os motiven lo suficiente como para adentraros en tan significativo e intenso viaje. Creedme cuando os digo, con la mayor sinceridad, que VALE LA PENA.


Sergio Benítez (XIII)

P.D: un pequeño añadido de última hora, antes de publicar esta segunda entrega. Por un lado, unir a la recomendación de la lectura de todo lo que aquí hemos repasado, el Batman INC, una serie brillante, con dibujantes sensacionales que sirve de perfecta clausura a todo lo que aquí hemos analizado al tiempo que se establece como brillante arranque de lo que ya hemos podido empezar a ver en Batman Incorporated. Por el otro, recomicdar también el acercamiento a ésta última, una serie en la que Morrison, con un fantástico Chris Burnham a los lápices, ha arrancado a todo gas.

jueves, 7 de junio de 2012

Diario de una Lectura. GRANT MORRISON's BATMAN (I)


DÍA 0. 1 de Junio de 2012. Preliminares

¿De dónde surge la idea? En este caso la explicación es bastante sencilla. Tras haber leído (devorado más bien, ya que fue de una sentada) el Batman INC. recientemente publicado por ECC, y ante la perspectiva que se abre con su nuevo volumen en las Nuevas 52, las ganas de afrontar la lectura completa de lo que Grant Morrison ha escrito hasta la fecha para el hombre murciélago habían ido creciendo de forma paulatina. En su contra, todo sea dicho, estaba el mal recuerdo de lo que Batman and Son había dejado años ha y, sobre todo, las dos reseñas que, en nuestra anterior singladura, habia escrito Mario arremetiendo contra lo que Morrison había hecho con la citada Batman e hijo y, sobre todo, con el Batman R.I.P. Pero aún así, la curiosidad pudo más que la razón y el siguiente paso era buscar una manera novedosa de darle forma a la lectura de los más de cincuenta números que componen este opus con el que el singular y brillante escritor escocés ha rendido homenaje a tan icónico personaje. 

La primera intención, hacer varias reseñas conforme fuera leyendo, se antojaba demasiado común; y así, en un rápido hilo de pensamiento, llegué a este Diario de Lectura, una idea con un claro objetivo, ir completándolo al final de cada día de lectura para que, leído una vez finalizado, se tenga una percepción de cómo va evolucionando la estancia de Morrison en la serie sin que haya mucho tiempo para la reflexión (algo que, preveo, compondrá el epílogo de este diario) y sí para las impresiones en "caliente".

Sin más, os dejo con este experimento que, como acabo de decir, está escrito a "diario" y en el que no se va a editar nada de lo que se haya ido diciendo. 

A ver qué diantres sale; largo será, pero a ver qué forma termina teniendo.

P.D: huelga decir que, en un análisis que se antoja intenso, habrá SPOILERS por doquier. Avisados quedan.

DÍA I. 2 de Junio de 2012. Toma de Contacto

Batman: the Black Casebook; Batman and Son (#'s 655 al 658) & Batman #663: the Clown at Midnight

Guión: Grant Morrison

Dibujo: Andy Kubert & James Van Fleet

Editorial: DC

Formato: Comic Book. 32 Páginas

Precio: Varios

Calificación: 6.5/10

Una de las múltiples ventajas que ofrece la red de redes es que, a poco que uno busque, encuentra etapas completas de las series que quiera leer, ordenadas de forma cronológica y hasta con abundantes guías de lectura en las que apoyarse para no perderse detalle. Y ese fue el caso con el que me encontré cuando me dispuse a descargarme la etapa de Morrison que nos ocupa; que fui a dar con un completísimo archivo en el que estaban todos los números perfectamente ordenados y con una carpeta número cero en la que aparecían recopilados, bajo un mismo título, toda una suerte de relatos que tienen que ver con una frasecilla que Bruce le dice a Alfred en algún momento acerca de un "black casebook". 

En realidad, la referencia (algo que queda claro cuando uno se lee las 170 páginas de historias clásicas del personaje recogidas en esta recopilación casera) tiene que ver con que dichas historias son las que han servido de inspiración a Morrison para el planteamiento de su estancia en Batman. Relatos coloristas y fantasiosos que entroncan con la vena más surrealista de las aventuras del Hombre Murcielágo y que dejan en el lector que está a punto de abordar la etapa de Morrison una clara pregunta: ¿qué diantres habrá sacado el escritor de aquí? Es de suponer que, a lo largo de este diario de lectura conseguiremos dar respuesta a esta y otras muchas preguntas que vayan surgiendo.

Metido ya de lleno en el arranque de la etapa Morrison, he de admitir que el recuerdo que guardaba de Batman and Son era mucho peor de lo que me imaginaba. Vale que, como inicio de tan prolongada estancia, el guionista podría haber dado más de si mismo, pero el vago recuerdo que tenía de este encuentro de Bruce con Damian, el hijo que, sin saberlo, había tenido hace años con Talia (la hija de Rha's al Gul), es un prólogo la mar de correcto de todo lo que está por venir (digo yo, porque con todo lo que me queda por delante, quién sabe) y el dibujo de Andy Kubert (magníficamente entintado por Jesse Delperdang) ayuda a que la lectura se haga en un suspiro. Y dando respuesta a la pregunta que nos planteábamos en el párrafo anterior, cada número de los cuatro que componen este primer arco argumental, comienza a tener numerosas referencias a las historias clásicas del Black Casebook, resaltando sobre todas ellas (que incluyen citas textuales a diálogos de aquellos números) ese graffitti con la frase "Zur en Arrh" relacionada de forma directa con una versión alternativa de un Batman con poderes como los de Superman que aparecía en el Batman #113.

Mención aparte merece ese Clown at Midnight, relato ilustrado por James Van Fleet digno de la mejor escuela del Arkham Asylum y en el que, con enfermizo tono y magistral pulso, Morrison narra el que fácilmente podría considerarse el paradigma en los enfrentamientos entre Batman y el Joker, dando el escocés cabida en un número genial a una miriada de referencias de esas que tanto nos gusta a los lectores detectar.

DÍA II. 3 de Junio de 2012. Escarbando en el pasado del Hombre Murciélago

Batman #'s 664 a 669

Guión: Grant Morrison

Dibujo: Andy Kubert & J.H.Williams III

Editorial: DC

Formato: Comic Book. 32 Páginas

Precio: Varios

Calificación: 8.5/10

Morrison es un genio. Lo ha demostrado con creces muchas veces. Y ya que estamos con Batman, vamos a ceñirnos a lo que el escritor desarrolla en los números que nos ocupan para arrojar luz sobre tal afirmación.

En los seis números que he abarcado en este segundo día de lectura (en realidad han sido ocho, pero dos pertenecen a esa chorrada que fue la Resurrección de Ra's al Ghul y, debido a su poca o ninguna afinidad con lo que se desarrolla en el resto de la serie, me los voy a saltar) he podido comprobar, ya de forma mucho más intensa que en Batman & Son, como las intenciones de Morrison para con el pasado editorial de Batman van mucho más lejos de lo que podía haber imaginado inicialmente.

Para empezar, tenemos los números 664 al 666, en los que Morrison se deja arropar por cierto espíritu Dickesiano para narrar la visita de esos tres fantasmas que el escritor inglés narraba en su Cuento de Navidad. En realidad, Morrison ya había introducido al primero de ellos (el del pasado) en el número 655, siendo el Batman que dispara al Joker y que resulta ser un policía corrupto un recordatorio del origen del personaje. Así, en el número 664, veremos aparecer al fantasma del "presente", otro policía que, esta vez se ha encarnado en una moderna versión del Bane que fue el catalizador del Knightfall a mediados de los noventa. Con homenaje incluido a la forma en el que el villano ultramusculado gracias al Veneno (una sustancia que, recordemos, el propio Batman probaba en aquél arco argumental que apareció en Legends of the Dark Knight) vencía al Hombre Murciélago, en el número 666 (el número de la Bestia si hacemos caso a La Profecía de David Seltzer, el libro en el que se basó la cinta de Richard Donner) nos asomaremos al futuro, un tiempo en el que el manto de Batman habrá pasado a Damien (un nombre elegido nada al azar ya que es el mismo del Anticristo en el citado libro de Seltzer), convirtiendo éste al Hombre Murciélago en un justiciero que hará lo que tenga que hacer para mantener a los criminales a raya. 

¿Y qué pasa en el 665? Pues quizás lo más interesante de estos primeros tres números, ya que será en unas pocas viñetas cuando se desvele al lector qué es ese Black Casebook del que ya os hablé más arriba.

Pero para ello hay que hacer un alto en el camino e introducir un concepto en el que Morrison se fundamenta a la hora de escribir la serie, el de la Hipercontinuidad. Muchas veces durante su estancia en Batman se le ha achacado al escocés el no respetar la continuidad del personaje cuando, en realidad, Morrison abraza la misma de tal manera que acepta introducir en su discurso las historias más alocadas que Batman ha vivido a lo largo de su longeva vida editorial. De ahí el concepto de Hipercontinuidad a la hora de hacer referencia a una continuidad que lo tiene en cuenta absolutamente TODO. Y de ese todo es de dónde Morrison saca tanto algunos de los apuntes que ya hemos mencionado, como lo que compondrá el grueso de los tres números que siguen a continuación.

Dejando a Dickens y pasando a Agatha Christie, Morrison plantea los tres números de Club of Heroes como su particular Diez Negritos, donde un grupo de personajes encerrados en una mansión comienzan a ser diezmados por un asesino que nadie sabe quién es. Pero quedarse en esta más que curiosa similitud literaria sería sólo arañar la superficie de lo que se plantea en los números 667 a 669, ya que es en ellos donde, de forma plena, Morrison echa mano de esas coloridas historias de las que os hable en el Día I para extraer del pasado al Club de Héroes que daba nombre al número 89 del World's Finest original, usando también a los personajes aparecidos en los Batman 62 y 65 y en el Detective Comics 215.

Pero quizás extraer no sea la palabra correcta ya que ello implicaría que la labor de Morrison simplemente se limita a tomar prestados a tan vetustos personajes cuando, en realidad, lo que hace con ellos va mucho más allá y entronca de pleno con esa fijación por plantear las bases sólidas sobre las que construir la leyenda del Hombre Murciélago aceptando que cualquier historia contada sobre él tiene validez. Así, con la ayuda de un J.H. Williams III en plenitud de facultades (que apadrina tres números brillantes llenos de esos recursos visuales que le son tan característicos), Morrison hace evolucionar a todos los Batman de Otras Naciones (unos personajes que después recuperará de nuevo en Batman INC) como si hubiesen sufrido el proceso de deconstrucción y reconstrucción que el propio Hombre Murciélago, y muchos de los héroes del panteón de DC, atravesaron durante los años 80. Tal genialidad hace que el Gladiador, Wingman, el Mosquetero o el Gaucho adquieran una tridimensionalidad brutal en comparación con lo que se puede leer en los números antiguos, cargados de una inocencia y un tono camp a los que los autores rinden homenaje en las primeras páginas del número 668.

Con referencias que también parecen abarcar a títulos más modernos del personaje como el magistral Amor Loco de Paul Dini y Bruce Timm, y toda una iconografía visual que da una importancia tremenda al uso del color (el rojo y el negro como encarnaciones del bien y el mal), está claro que en estos tres números Morrison establece un rasero por el que, inevitablemente, voy a tener que medir lo que esté por llegar.

DÍA III. 4 de Junio de 2012. Preparando el camino para el R.I.P 

Batman #'s 672 a 675  & DC Universe #0

Guión: Grant Morrison

Dibujo: Tony Daniel & Ryan Benjamin

Editorial: DC

Formato: Comic Book. 32 Páginas

Precio: Varios

Calificación: 8.5/10 para el guión, 3/10 para el dibujo

En tan sólo cuatro números, la calidad global del Batman de Morrison desciende bastantes enteros. Pero a la hora de repartir responsabilidades muy poco recae en la aún excelente labor del escocés, y mucho en lo paupérrimo que le podemos ver a Tony Daniel y Ryan Benjamin.

Del segundo en realidad hay muy poco que decir más allá de que su labor entronca a la perfección con lo que Daniel ha venido dibujando hasta el momento en que él interviene en el 675. ¿Y de Daniel? Aquí si que nos podríamos explayar a gusto y ataviarnos con el rostro aguileño del crítico de Ratatouille para ensañarnos con toda la vileza posible contra un dibujo tosco, torpe, que carece de personalidad, que desdibuja rostros y caracterizaciones y que hace gala de un narrativa confusa y pobre que hace que pasear la vista por sus viñetas se convierta en un ejercicio de dolorosa paciencia. Un ejercicio que, al menos en este lector, deja dos dudas que lanzo al aire. La primera, cómo tras Kubert y Paquette, DC decide meter a este Don Nadie en el buque insignia de la familia de colecciones del Hombre Murciélago. Y la segunda, qué diantres seguirían viendo en la otrora grande editorial para cometer la descabelladez de darle, a él solito, la reciente encarnación de Detective Comics en las Nuevas 52. Ver para creer.

Pero no todo iba a ser negro en estos números que, por un lado, sirven a Morrison para seguir preparando el camino hacia la criticada R.I.P (miedo me da lo que me vaya a encontrar mañana) y, por el otro, abundan de manera diferente en las referencias al material clásico que compone el Black Casebook. Usando aquí constantes traslaciones literales de diálogos del Batman #156, un comic que, titulado Robin Dies at Dawn, resulta fundamental para entender a la perfección lo que Morrison discurre en el Batman Dies at Dawn (y quién sabe si lo que está por venir) y en el que se nos explica cómo Batman, sometido de forma voluntaria a un experimento de aislamiento cognitivo, experimenta la muerte de Robin sin saber que todo es producto de su imaginación.

Y es precisamente esa otra de las claves que apuntala desde la sombra la labor de Morrison en su estancia, el constante flirteo del escritor con el juego realidad/ficción, ya de cara a los lectores (que tenemos que poner mucho de nuestra parte para ir intentando distinguir qué está pasando "realmente" y qué no en las páginas del cómic), ya, sobre todo, de cara a la torturada psique de un Batman que el escritor va desmontando pieza a pieza como si de un complejo puzzle se tratara, nublando la percepción del Detective y envolviéndolo todo en una "metaficción" tan soberbia como (sólo a veces) difícil de digerir.

Cerrando el quinteto de cómics que han ocupado este tercer día, tenemos las tres páginas que de Batman, se incluyen en el DC Universe #0, un preludio a la Crisis Final que Morrison aprovecha para enfrentar, cara a cara, a Batman y el Joker en un duelo verbal que da pie a mil interpretaciones diferentes. Mucho espacio necesitaríamos aquí para dar cabida a todo lo que se puede sacar de lo que Morrison (y de nuevo Daniel) consiguen meter en tan breve espacio, ya que desde las frases que cruzan hasta los gestos del Joker, pasando por la composición de viñetas o la mano de solitario que la némesis de Batman está jugando, hay información que se intuye fundamental para lo que está a punto de acaecerle al alter ego de Bruce Wayne. A este respecto, no obstante, me gustaría pararme en una reflexión que dimana de estas tres páginas y que demuestra, de nuevo, la genialidad de Morrison a la hora de escribir. 

Se supone que Joker sabe que el Guante Negro (un villano que se ha ido nombrando de forma intermitente a lo largo de los anteriores números) quiere acabar con la vida de Batman. Y mientras intenta transmitirle a su archienemigo tal cosa mediante las cartas (la mano que juega Joker es la que se conoce como la Mano del Muerto en el Póker, doble pareja de ases y ochos) y varias frases lapidarias del tipo "hay alguien que quiere hacerte mucho daño" hay un par de viñetas en las que el maníaco homicida gesticula con las manos el acto de pegarse un tiro en la sien. Un detalle que podría apuntar a que Batman terminará suicidándose pero que también se puede ver desde el punto de vista de que el Joker, sabedor de que él no será el causante de la muerte del Murciélago, pretende quitarse una vida que, si eso pasa, carecerá de sentido. ¿Es o no es Morrison un genio?

DÍA IV (y V). 5 y 6 de Junio de 2012. La Muerte llama a la puerta de la Batcueva

Batman #'s 676 a 683 

Guión: Grant Morrison

Dibujo: Tony Daniel

Editorial: DC

Formato: Comic Book. 32 Páginas

Precio: Varios

Calificación: 8.5/10 guión; 3/10 dibujo


Antes de nada, mis disculpas si en algún momento de lo que estoy a punto de escribir, divago más de la cuenta, pero el material que hay que comentar da para un análisis tan amplio y complejo que no sé si voy a ser capaz de ordenar todas las ideas y que salga algo coherente. Avisados quedáis.

Punto y a parte en lo que Morrison había venido haciendo con el personaje desde que comenzara su andadura en el número 655, Batman R.I.P da salida por fin al enfrentamiento final entre el Hombre Murciélago y el Guante Negro, un villano como no ha habido otro en la historia del personaje. Y es precisamente en él y en la que podría ser su verdadera identidad, donde vamos a centrar las miras iniciales de éste análisis de R.I.P.

Pocos guionistas saben escribir de la manera que lo hace Morrison a la hora de hacer descansar casi todo el peso de la lectura en las conclusiones que, tras arduas reflexiones, saque el lector. Aún menos los que son capaces de intentarlo en un cómic mainstream de superhéroes. Y contados con los dedos de una mano los que han logrado salir airosos de un trance tan complejo. Morrison, qué duda cabe, es uno de esos últimos. Plantando una semilla que va creciendo lentamente y que se va abonando de múltiples y distintas maneras, el escritor juguetea durante los veintiséis números que desembocan en el 681 con la identidad de ese personaje que se las está haciendo pasar putas a nuestro héroe, un personaje que es uno de los villanos más atípicamente descritos de cuántos se hayan paseado por un tebeo de superhéroes, apartándose Morrison de forma consciente del arquetipo de criminal al que se ve venir a la legua y del que se sabe todo antes de la revelación de su identidad. Dejando que el lector se atormente en la extracción de las pistas que va dejando diseminadas, hay que escarbar (y mucho) en los diálogos, las referencias (tanto escritas como visuales) y en la evolución de la acción a lo largo de esos veintiséis números para llegar a la conclusión de que el enemigo al que Batman se enfrenta no es ni más ni menos que el Diablo. Como lo estáis leyendo.

Y una de las claves fundamentales (no la única, ojo, que ya he dicho que habría muchísimo que escibir aquí) que sustenta tal afirmación es el hecho de que, al margen de que cualquier otra opción se vaya eliminando a si misma conforme avanzan los números (hasta se llega a sospechar de Alfred como la mano detrás de todo), una vez leída la historia, uno no pare de preguntarse cuáles son las motivaciones que llevan a Guante Negro a querer "romper" a Batman. No hay motivos económicos, ni se pretende sacar provecho al quitar de en medio a Bruce Wayne (no se dice claro, pero las acciones del personaje así lo traslucen); lo único que mueve al villano es eliminar a una fuerza del bien tan poderosa como Batman. Mucho habría aquí que seguir argumentando a este respecto, y mucho se podría aportar citando diálogos y páginas en concreto para sustentar el casi irrefutable hecho de que Guante Negro es Satanás y ha tomado forma humana para, al eliminar al Hombre Murciélago, hacer del Universo DC un lugar más lleno de vileza. El mal engendra al mal.

Dejando a un lado a Guante Negro, otro de los puntos fundamentales de esta primera fase en la etapa de Morrison es abordar de nuevo la deconstrucción de Batman pero desde ópticas muy diferentes a las que se contemplaron en la década de los 80. Para ello, como ya hemos apuntado anteriormente, Morrison echa mano de la hipercontinuidad, del Black Casebook (las citas a los números que lo componen siguen abundando en R.I.P) y de una compleja serie de conceptos que, sin orden de importancia, pasan, entre otros, por el análisis del antagonismo entre Batman y el Joker (con la búsqueda del primero de las fórmulas que le hagan entender las motivaciones del segundo), la disección de la psique del héroe en la confrontación con sus demonios más recónditos y, en un plano menos susceptible de ser percibido a simple vista, el coqueteo con conceptos derivados de la religión (si el Guante Negro es el Diablo, Batman es una especie de salvador/redentor) y, como ya ha hecho otras veces (en Animal Man o Flex Mentallo) la inclusión de un metalenguaje con el que analizar el noveno arte desde las entrañas que componen sus viñetas (todo el discurso del Joker acerca de que Batman lo encierra en una caja es muy revelador, como también lo son las páginas que J.H.Williams dibujaba en el Club of Heroes).

En lo que concierne a Batman (que ya toca que hablemos de él un poco), hemos visto como el héroe ha pasado por una auténtica y Homérica Odisea (de hecho, si mal no recuerdo, hay un momento en el que un diálogo se refiere así a lo que está viviendo el personaje) en el que su determinación y aplomo se han visto minados desde dentro sin que pueda hacer nada para evitarlo. Y, de nuevo, hay que rebuscar en la reinterpretación de las claves clásicas para encontrar los mimbres de lo que Morrison hace con el personaje y de cómo, rizando el rizo de lo imposible, todo (bueno, casi todo) termina teniendo sentido. Así, la dichosa frasecita "Zur En Arhh" cobra significado no sólo porque sea la que el Doctor Hurt /Guante Negro implantará en el subconsciente de Batman para desactivar al héroe cuando quisiera, sino porque resulta una derivación fonética (en inglés, claro) de lo último que el Bruce niño escucha por boca de su padre antes de que éste sea asesinado, "Zorro en Arkham", algo que vemos en la última página del 681 y que plantea el famoso ¿qué fue antes, el huevo o la gallina? Además, esa deconstrucción que el escocés lleva a cabo del héroe no hace sino reforzar la impresión de auténtica fuerza de la naturaleza determinada e imparable que es el Mejor Detective del Mundo, un hombre que se anticipa a todos sus enemigos y a todas las trampas que se le puedan tender y que, llegado el momento, es capaz de ganarle la partida al propio Diablo.
 
Todo ello (y mucho más, creánme) es lo que podemos encontrar en estos veintiséis (veintiocho si contamos los dos que dedica el escritor a describir la relación entre Alfred y Bruce) números a los que R.I.P pone punto y a parte. Una obra que habría reverberado mucho más si no fuera por la (por momentos) atroz labor de un Tony Daniel que, no cabe duda, siguió al pie de la letra las indicaciones de Morrison en lo que respecta al planteamiento de las páginas, porque en lo que a narrativa secuencial se refiere, el artista carece del talento necesario para haber hecho que un cómic brillante en lo que a historia se refiere, se hubiera conertido en un hito inolvidable del noveno arte.

Y así ponemos punto y seguido a este Diario de Lectura. Con el final del R.I.P aún retumbando en mi pensamiento (la "muerte" de Batman no podía ser más indefinida) hacemos un alto en el camino que, aunque no previsto (la primera intención era haberlo escrito hasta llegar al Batman INC), creo necesario para arrancar con fuerza la segunda parte con el comienzo de Batman y Robin y el Return of Bruce Wayne

Nos leemos en unos días.

Sergio Benítez (XII)

viernes, 1 de junio de 2012

The New 52. BATMAN

Guión: Scott Snyder

Dibujo: Greg Capullo

Editorial: DC

Formato: Comic book. 32 páginas

Precio: $3.99

Calificación: 8.5/10



Desde el reinicio acontecido en septiembre del pasado 2011, DC ha intentado mantener una cierta cohesión en el seno de las diversas familias bajo las que agrupaba el relanzamiento de su universo. Sin querer entrar a analizar todas y cada una de ellas (ya hay mucha gente que lo ha hecho con bastante tino) y teniendo en cuenta a quién está dedicada la reseña de hoy, vamos a centrar esfuerzos en diseccionar una cohesión que, lamentablemente, no se ha conseguido ni de lejos, aunque, eso sí, parece que los últimos esfuerzos del conjunto de algunas de las series se hayan encaminado a variar tal tónica.

Ya comentábamos por aquí hace unos días que una de las peores bazas que DC ha jugado con sus nuevas 52 series es el haber comenzado muchas de ellas in media res, planteándose uno en qué diccionario habrán mirado la definición de REINICIO para haber arrancado de la manera que lo han hecho. Y también apuntaba entonces que una de las series (aunque quizás habría que aumentar el concepto al de familia) en la que más evidente se hacía tal falla era, precisamente, Batman. Vale que, para no sembrar los mismos terrenos que el Universo Ultimate, DC decidiera de forma consciente que muchas de sus colecciones empezaran con un background completamente dependiente de la historia de los personajes. Pero lo que no vale es que, si las cosas se iban a hacer así, nos vendan la idea como la han querido vender, ya que, de nuevo, como reinicio del Universo, estas nuevas 52 han funcionado sólo de forma puntual y sólo en muy contadas colecciones.

Encauzando el discurso antes de irme de nuevo por las ramas y centrando ya nuestra atención en la familia de títulos del Hombre Murciélago, hay que denotar la bajísima calidad en la que se mueven la práctica totalidad de los ¡once! títulos que la componen, salvándose de la quema (algunos por los pelos) tres o cuatro de ellos. Empezando desde abajo, son completamente prescindibles, Batwing, con un trabajo de Ben Oliver a los lápices que deja muchísimo que desear y un guión de Judd Winick que no le va a la zaga; Catwoman, en la que de nuevo Judd Winick y Guillem March (en los primeros números) parecen más preocupados de quitarle la ropa a Selina que otra cosa; Red Hood and the Outlaws, o el temido regreso de un Scott Lobdell que sigue haciendo las mismas estupideces que en los noventa; Nightwing y Batgirl, y vamos a "pasar palabra" con ambas y, por último, Batman: the Dark Knight, en la que David Finch (y ayudantes) sigue demostrando que el paupérrimo nivel de la serie antes de su reinicio no era cosa pasajera. Ascendiendo un escalón, pasaríamos a aquellos que tanto da leer como no, encontrando aquí el Birds of Prey, un digno aunque fallido intento por parte de Duane Swiercynski y Jesús Sáiz de insuflar vida al grupo femenino; Detective Comics, truculenta serie que, tras un primer número bastante llamativo (con una última página realmente inolvidable) se ha ido hundiendo poco a poco en el lodazal del resto de las nuevas 52 y Batman y Robin, quizás la mejor de este grupo intermedio y una serie que es un divertimento bien escrito y dibujado. ¿Y cuáles quedan en lo alto de la tabla? Pues, por ahora (a la espera de ver que dará de sí la nueva encarnación del Batman Inc. de Morrison y Burnham) Batwoman y el Batman que hoy nos ocupa. La primera, sobre todo, se gana el puesto gracias al espectacular hacer de J.H.Williams III a los lápices, con unas composiciones capaces de quitar el hipo al más pintado, aunque los guiones no sean nada del otro mundo. Y es en la segunda donde la familia batmaníaca y el Nuevo Universo encuentra, ahora sí, uno de sus referentes ineludibles.

De Scott Snyder ya hablamos largo y tendido hace unas semanas con ocasión del repaso que dimos a American Vampire, pero no está demás hacer hincapié en el hecho de que el guionista es una de las mejores bazas con las que actualmente cuenta DC, algo que queda demostrado con creces cuando uno acomete la lectura de cualquiera de los tres proyectos que ahora mismo lleva a retortero, llamése la citada American Vampire, llámese Swamp Thing o tenga por nombre Batman. El trabajo de Snyder en esta última, marcado inicialmente, qué duda cabe, por las directrices editoriales, comenzó siendo más que correcto para situarse hoy por hoy de forma acomodada en ese notable alto al que le queda muy poco para alcanzar el sobresaliente. Algo que no ha pasado desapercibido en el seno de la editorial y que ha provocado que el primer crossover en este Nuevo Universo haya sido pensado, precisamente, con la serie como epicentro. Para ello, Snyder ha ido orquestando con paciencia y brillantez la aparición de la Corte de los Búhos, un grupo de poderosos y (por ahora) anónimos personajes que, existiendo desde siempre en Gotham, han elegido actuar ahora para eliminar a Batman y a todos los altos cargos que controlan la ciudad. 

Antes de que arranque el crossover en el número ocho de la serie, Snyder habrá tenido tiempo para sentar de sobra las bases en las que va a moverse el cruce de las colecciones, alternando a la perfección la narración entre las pesquisas de Batman, el establecimiento de la historia de la Corte y lo que esta ha supuesto en la historia no ya de Gotham, sino de la familia Wayne. Para cuando la colección alcanza el comienzo del "acontecimiento editorial", Batman ya lleva tiempo siendo una de las mejores tres series que uno puede leer mes a mes de DC, un hecho aumentado, qué duda cabe, por los dos números que hasta ahora se han publicado del cruce y que han despejado el lógico recelo que siempre se tiene hacia un evento de esta entidad; el no saber si habrá que leersélas todas para poder seguir la trama sin problemas. Una duda que Snyder elimina de un plumazo en una doble página en la que se deja implícito qué pasará en el resto de las colecciones implicadas en esta Night of the Owls.

Doble página que, unidas a todas las demás de la serie, deja claro que el éxito y la calidad de la misma se verían seriamente mermados si no fuera porque al frente de su dibujo tenemos el mejor trabajo que Greg Capullo ha realizado hasta el momento. Que el trazo de Capullo le va como anillo al dedo al personaje es algo que nadie debería poner en duda a la luz de lo que el artista dejó plasmado en Spawn (serie que, desde sus inicios, ha bebido a placer del talante oscuro de la mitología de Batman), y para demostrarlo están esos nueve magníficos números publicados hasta el momento que ayudan sobremanera a que la historia de Snyder avance con la brillantez que lo hace. Arropado por una espléndida narrativa y un trazo que tiempo ha logró desprenderse de la alargada sombra del de McFarlane (ya quisiera el divo asemejarse a lo que logra su antiguo pupilo) Capullo sorprende a cada nuevo número, haciendo de la lectura de las 32 páginas un auténtico goce para la vista. Una extraordinaria labor que, en el número 8 ha venido a apoyar en historias complementarias el no menos brillante Rafael Albuquerque.

A la espera de saber cómo concluirá Night of the Owls y qué diantres le tendrá reservado Snyder al personaje tras su enfretamiento con los depredadores naturales de los murciélagos, volvemos a insistir en lo que ya hemos comentado en el desarrollo de la reseña; que Batman es, sin duda alguna, una de las tres mejores series que se puede leer hoy por hoy de DC (y, por qué no, de superhéroes en general). Si eso es decir mucho o poco es algo que dejamos a vuestra libre valoración.

Sergio Benítez (XI) 

lunes, 28 de mayo de 2012

The New 52. JUSTICE LEAGUE

Guión: Geoff Johns

Dibujo: Jim Lee

Editorial: DC

Formato: Comic Book. 32 Páginas

Precio: $3.99

Calificación: 7,5/10


Pues sí. Ha llegado la hora de empezar a hablar en firme por estas líneas del criticado (no sin razón) Nuevo Universo DC. Y qué mejor manera que hacerlo de la mano de la serie que ha sido buque insignia del relanzamiento y que mayores críticas recibió en el comienzo de su andadura. Pero antes de meternos de lleno en el análisis de lo que Justice League es capaz de ofrecer al lector (ya sea el de siempre o el recién llegado), dediquemos unas líneas (y esta vez si me atrevo a aventurar que serán bastantes) a repasar el movimiento de una editorial que muchos han visto como una suerte de suicidio.

Los cómics son una industria y como tal, por mucho que nos cueste entenderlo en ocasiones a aquellos que lo consideramos un arte (porque lo es, que nadie os diga lo contrario), debe generar beneficios. Y esta máxima tan simple es la que sirve para explicar todo lo que Marvel, DC, Image, Dargaud, Casterman, Astiberri, Norma o cualquier editorial que se precie, hace en aras de sacar cuartos vendiendo viñetas impresas. Visto así, los escándalos que los fans solemos (me meteré en el saco aunque nunca haya puesto el grito en el cielo) montar por los constantes cambios de equipos creativos, las series que se cancelan sin motivo aparente o las decisiones editoriales que asesinan décadas de continuidad sin despeinarse, son sólo eso, escándalos que no alcanzan a entender que si un artista es reemplazado es porque, o no puede cumplir fechas o porque, directamente, su trabajo no es lo que se esperaba de él; que si una serie es cancelada es porque no vende suficiente y que si TODO un universo es reiniciado es porque el antiguo depende demasiado de una dichosa continuidad que los nuevos lectores no van a querer afrontar.

Centrándonos en ese último aspecto, qué duda cabe que apoyarse en la necesidad de querer captar nuevos lectores es algo que funcionaría si el proyecto fuera de duración limitada. Pero, como bien ha demostrado hasta la saciedad el Universo Ultimate de Marvel, trascendido el primer año, cualquiera que desee acercarse a una colección se encontrará con el problema de tener que leer, sí o sí, doce números. Y no digamos ya si los años son más de diez y han habido mega-eventos-llamados-a-redefinir-por-completo-el-universo-en-cuestión. Es por ello que el planteamiento de DC no ha encontrado, al menos en un nivel estrictamente comercial, la respuesta que se buscaba. Y las cifras de venta que las series arrojan mes a mes quedan lejos de reflejar un aumento sustancioso con respecto a lo que ya se obtenía antes del reinicio. Que sí, que el primer número de la Justice League vendió lo más grande, pero ¿y los siguientes? ¿y el resto de las colecciones?

Seamos francos, por mucho que se lo hayan intentado currar (y nadie afirma aquí lo contrario) DC está de capa caída desde hace muchos años, con series que no van a ninguna parte y eventos anuales que lo cambian todo para dejarlo tal y como estaba. Y el Nuevo Universo no es una excepción. Primero, porque lanzar al mercado 52 nuevas series en un único mes es una salvajada del calibre del Titanic. Y segundo, y aún más importante, porque querer autoconvencerse de que todas van a funcionar a las mil maravillas es de una ingenuidad aún más grande que el malogrado trasatlántico. Y a los hechos hay que remitirse. Cuando uno echa mano del Previews y observa como, al margen de las cuatro o cinco colecciones protagonizadas por los héroes más llamativos, todo lo que DC ofrece son series de personajes secundarios que no le interesarían ni al protagonista si existiera en realidad. Cuando, para relanzar un Universo, se recurren a nombres TAN de PESO en la INDUSTRIA como Rob Liefeld, Norm Rapmund, Brett Booth, Scott Lobdell o Tom De Falco es que algo no se está haciendo como debiera. Cuando, de 52 series sólo cuatro o cinco justifican el esfuerzo de su compra y lectura, mientras que el resto son tebeos de lo más mediocre, es que alguien ha fallado, y de qué manera, en ver lo que realmente necesita el mercado.

Y lo cierto es que las necesidades actuales de los cómics de superhéroes, pasan indefectiblemente, como muy bien ha sabido ver Marvel, por la gran pantalla. Pero claro, ahí el tiempo y las malas decisiones han jugado demasiado en contra de Warner/DC ya que, al margen del Batman de Nolan, la productora no ha sido capaz de atraer a las legiones de espectadores que, muy probablemente, ya han empezado a adquirir en masa cómics Marvel gracias a ese peliculón que es Los Vengadores, una cinta que supone la culminación de un magnífico esfuerzo por conseguir trasladar la cohesión del universo de papel al celuloide. Un hecho que, mal que nos pese a muchos, DC está todavía a años luz de conseguir (miedo me da pensar lo que habrá hecho Snyder con Superman).

Volviendo al mundo de las viñetas, que es de lo que realmente va este blog (y vaya parrafada me acabo de sacar de la manga), ya apunté en la reseña de American Vampire que muy pocas eran las series que valía la pena seguir de este entuerto en el que DC se ha metido con las nuevas 52. Tan pocas, que se puede contar con los dedos de una mano: Justice League, Batman, Flash, Swamp Thing...y, por lo que a mi respecta, se acabó. Y no será porque no lo intenté con todas, que lo hice, y durante dos meses. Pero es que subproductos como Voodoo, Teen Titans, Firestorm, Frankenstein Agent of SHADE, Stormwatch o Batwing (y no sigo poniendo ejemplos, ya os hacéis una idea) están muy lejos de ser merecedores de la más mínima atención.

¿Qué tienen entonces las cuatro que sigo mes a mes para continuar captando mi atención? Comencemos a dar respuesta a esta pregunta con Justice League y, en próximas entregas, iremos haciendo lo propio con las otras tres, o dos, que los últimos de Swamp Thing ya no me han convencido tanto como los primeros.

Lo más llamativo de Justice League es, obviamente, el dibujo de Jim Lee. Currándose como ya es habitual en él, cada página al máximo, el trabajo del artista norteamericano para la serie es, sencillamente, espectacular, eso sí, siempre que su detallado estilo, barrocas composiciones y pequeños errores anatómicos sean aceptados, ya que son precisamente estos argumentos los que siempre esgrimen aquellos que nunca han valorado positivamente el trabajo del creador de WildCATS. Entrando a escudriñar en las páginas de la serie (que, hasta su número nueve ha contado con dos fill-ins, uno dibujado espléndidamente por Gene Ha, el otro de forma olvidable por ese clon de Lee venido a menos que Carlos D'Anda), lo primero que levantó airadas críticas fue el resideño de vestuario de los héroes de la alineación, sobre todo en lo que concierne a Superman. Pero, más allá de que la indumentaria sea un detalle nimio e irrelevante en el devenir de una colección, creo que los breves cambios en los uniformes de nuestros héroes entroncan a la perfección con la idea de reinicio y novedad de las Nuevas 52. En lo que respecta al primer arco argumental (compuesto por los números del uno al seis) el trabajo de Lee es impecable, y sus seguidores volvemos a disfrutar de un dibujante pletórico y mucho más acertado en su labor que lo que pudierámos verle en la olvidable Superman: For Tomorrow.

En lo que a la labor de Geoff Johns concierne, muchos han sido los que han comentado que el guionista pretende abarcar demasiado (tres series al mes, y las tres de personajes de peso es, desde luego, todo un reto para cualquiera) y quizás no les falte razón. Y digo quizás porque, leyendo Justice League, Aquaman y Green Lantern uno no puede evitar tener la percepción de estar ante un Johns que va a medio gas, lejos de lo que había sido capaz de ofrecer cuando sólo tenía a su cargo el destino de Hal Jordan y/o Wally West/Barry Allen. Aún así, dentro de ese incuestionable descenso en la calidad de las historias, Justice League se corona como la mejor de las tres colecciones que escribe el guionista (Aquaman es una chorrada y Green Lantern es más de lo mismo) aunque sólo sea porque, y eso se nota en la lectura, se lo esté pasando como un enano ideando aventuras de esas bigger-than-life que tanto gustan a los yanquis que, en los seis primeros números se traducen en la formación del grupo, nacimiento de Cyborg y enfrentamiento con Darkseid.

¿Problemas que se le podrían buscar a la serie? Sobre todo dos. El primero, atribuible no sólo a Justice League si no a todo el Nuevo Universo en general, es la sensación de pérdida que se deriva de la lectura de cualquiera de las 52 cabeceras. Es de suponer que con el tiempo se aclarará todo pero, hoy por hoy, el haber comenzado muchas de las historias in media res, sin presentar a los personajes mínimamente e introduciéndonos de lleno en un mundo ¿completamente nuevo? supone un mazazo (definitivo, me atrevería a afirmar) contra aquellos nuevos lectores que supuestamente se pretendía captar. Más que nada porque, y corrijanme si me equivoco, aquél que entre a leer cualquiera de las nuevas series se va a dar de bruces con una cantidad de información y personajes que YA tienen una historia que NO se está contando (el Batman de Snyder y Capullo es, en este sentido, uno de los mejores ejemplo). El no contar con esta desventaja, no supone que los más veteranos lo tengamos fácil, quizás algo más, pero no mucho, y series que deberían entretener y poco más, suponen en muchos sentidos un esfuerzo que no deberían exigir. 

En el caso de Justice League, este esfuerzo es, no osbtante, mínimo, siendo este detalle en particular el otro frente contra el que se arremetió a base de bien tras la publicación del primer número: el que en sus páginas no pasara casi nada. Algo que poco a poco Johns ha ido evitando y que, a día de hoy, ha quedado completamente subsanado gracias al buen hacer de un guionista que disfruta escribiendo las aventuras del grupo y está consiguiendo que los lectores hagamos lo propio. Si a eso le sumamos que, desde el número 7, la serie incluye una historia magnífica historia suplementaria en la que Johns, apoyado en el fantástico dibujo de Gary Frank, está desarrollando el origen del nuevo Shazam, pocas son las objeciones que le podemos poner a una cabecera que, ante todo, sabe como entretener al lector, que no es poco.

Sergio Benítez (X)