Guión: Geoff Johns
Dibujo: Jim Lee
Editorial: DC
Formato: Comic Book. 32 Páginas
Precio: $3.99
Calificación: 7,5/10
Pues sí. Ha llegado la hora de empezar a hablar en firme por estas líneas del criticado (no sin razón) Nuevo Universo DC. Y qué mejor manera que hacerlo de la mano de la serie que ha sido buque insignia del relanzamiento y que mayores críticas recibió en el comienzo de su andadura. Pero antes de meternos de lleno en el análisis de lo que Justice League es capaz de ofrecer al lector (ya sea el de siempre o el recién llegado), dediquemos unas líneas (y esta vez si me atrevo a aventurar que serán bastantes) a repasar el movimiento de una editorial que muchos han visto como una suerte de suicidio.
Los cómics son una industria y como tal, por mucho que nos cueste entenderlo en ocasiones a aquellos que lo consideramos un arte (porque lo es, que nadie os diga lo contrario), debe generar beneficios. Y esta máxima tan simple es la que sirve para explicar todo lo que Marvel, DC, Image, Dargaud, Casterman, Astiberri, Norma o cualquier editorial que se precie, hace en aras de sacar cuartos vendiendo viñetas impresas. Visto así, los escándalos que los fans solemos (me meteré en el saco aunque nunca haya puesto el grito en el cielo) montar por los constantes cambios de equipos creativos, las series que se cancelan sin motivo aparente o las decisiones editoriales que asesinan décadas de continuidad sin despeinarse, son sólo eso, escándalos que no alcanzan a entender que si un artista es reemplazado es porque, o no puede cumplir fechas o porque, directamente, su trabajo no es lo que se esperaba de él; que si una serie es cancelada es porque no vende suficiente y que si TODO un universo es reiniciado es porque el antiguo depende demasiado de una dichosa continuidad que los nuevos lectores no van a querer afrontar.
Centrándonos en ese último aspecto, qué duda cabe que apoyarse en la necesidad de querer captar nuevos lectores es algo que funcionaría si el proyecto fuera de duración limitada. Pero, como bien ha demostrado hasta la saciedad el Universo Ultimate de Marvel, trascendido el primer año, cualquiera que desee acercarse a una colección se encontrará con el problema de tener que leer, sí o sí, doce números. Y no digamos ya si los años son más de diez y han habido mega-eventos-llamados-a-redefinir-por-completo-el-universo-en-cuestión. Es por ello que el planteamiento de DC no ha encontrado, al menos en un nivel estrictamente comercial, la respuesta que se buscaba. Y las cifras de venta que las series arrojan mes a mes quedan lejos de reflejar un aumento sustancioso con respecto a lo que ya se obtenía antes del reinicio. Que sí, que el primer número de la Justice League vendió lo más grande, pero ¿y los siguientes? ¿y el resto de las colecciones?
Seamos francos, por mucho que se lo hayan intentado currar (y nadie afirma aquí lo contrario) DC está de capa caída desde hace muchos años, con series que no van a ninguna parte y eventos anuales que lo cambian todo para dejarlo tal y como estaba. Y el Nuevo Universo no es una excepción. Primero, porque lanzar al mercado 52 nuevas series en un único mes es una salvajada del calibre del Titanic. Y segundo, y aún más importante, porque querer autoconvencerse de que todas van a funcionar a las mil maravillas es de una ingenuidad aún más grande que el malogrado trasatlántico. Y a los hechos hay que remitirse. Cuando uno echa mano del Previews y observa como, al margen de las cuatro o cinco colecciones protagonizadas por los héroes más llamativos, todo lo que DC ofrece son series de personajes secundarios que no le interesarían ni al protagonista si existiera en realidad. Cuando, para relanzar un Universo, se recurren a nombres TAN de PESO en la INDUSTRIA como Rob Liefeld, Norm Rapmund, Brett Booth, Scott Lobdell o Tom De Falco es que algo no se está haciendo como debiera. Cuando, de 52 series sólo cuatro o cinco justifican el esfuerzo de su compra y lectura, mientras que el resto son tebeos de lo más mediocre, es que alguien ha fallado, y de qué manera, en ver lo que realmente necesita el mercado.
Y lo cierto es que las necesidades actuales de los cómics de superhéroes, pasan indefectiblemente, como muy bien ha sabido ver Marvel, por la gran pantalla. Pero claro, ahí el tiempo y las malas decisiones han jugado demasiado en contra de Warner/DC ya que, al margen del Batman de Nolan, la productora no ha sido capaz de atraer a las legiones de espectadores que, muy probablemente, ya han empezado a adquirir en masa cómics Marvel gracias a ese peliculón que es Los Vengadores, una cinta que supone la culminación de un magnífico esfuerzo por conseguir trasladar la cohesión del universo de papel al celuloide. Un hecho que, mal que nos pese a muchos, DC está todavía a años luz de conseguir (miedo me da pensar lo que habrá hecho Snyder con Superman).
Volviendo al mundo de las viñetas, que es de lo que realmente va este blog (y vaya parrafada me acabo de sacar de la manga), ya apunté en la reseña de American Vampire que muy pocas eran las series que valía la pena seguir de este entuerto en el que DC se ha metido con las nuevas 52. Tan pocas, que se puede contar con los dedos de una mano: Justice League, Batman, Flash, Swamp Thing...y, por lo que a mi respecta, se acabó. Y no será porque no lo intenté con todas, que lo hice, y durante dos meses. Pero es que subproductos como Voodoo, Teen Titans, Firestorm, Frankenstein Agent of SHADE, Stormwatch o Batwing (y no sigo poniendo ejemplos, ya os hacéis una idea) están muy lejos de ser merecedores de la más mínima atención.
¿Qué tienen entonces las cuatro que sigo mes a mes para continuar captando mi atención? Comencemos a dar respuesta a esta pregunta con Justice League y, en próximas entregas, iremos haciendo lo propio con las otras tres, o dos, que los últimos de Swamp Thing ya no me han convencido tanto como los primeros.
Lo más llamativo de Justice League es, obviamente, el dibujo de Jim Lee. Currándose como ya es habitual en él, cada página al máximo, el trabajo del artista norteamericano para la serie es, sencillamente, espectacular, eso sí, siempre que su detallado estilo, barrocas composiciones y pequeños errores anatómicos sean aceptados, ya que son precisamente estos argumentos los que siempre esgrimen aquellos que nunca han valorado positivamente el trabajo del creador de WildCATS. Entrando a escudriñar en las páginas de la serie (que, hasta su número nueve ha contado con dos fill-ins, uno dibujado espléndidamente por Gene Ha, el otro de forma olvidable por ese clon de Lee venido a menos que Carlos D'Anda), lo primero que levantó airadas críticas fue el resideño de vestuario de los héroes de la alineación, sobre todo en lo que concierne a Superman. Pero, más allá de que la indumentaria sea un detalle nimio e irrelevante en el devenir de una colección, creo que los breves cambios en los uniformes de nuestros héroes entroncan a la perfección con la idea de reinicio y novedad de las Nuevas 52. En lo que respecta al primer arco argumental (compuesto por los números del uno al seis) el trabajo de Lee es impecable, y sus seguidores volvemos a disfrutar de un dibujante pletórico y mucho más acertado en su labor que lo que pudierámos verle en la olvidable Superman: For Tomorrow.
En lo que a la labor de Geoff Johns concierne, muchos han sido los que han comentado que el guionista pretende abarcar demasiado (tres series al mes, y las tres de personajes de peso es, desde luego, todo un reto para cualquiera) y quizás no les falte razón. Y digo quizás porque, leyendo Justice League, Aquaman y Green Lantern uno no puede evitar tener la percepción de estar ante un Johns que va a medio gas, lejos de lo que había sido capaz de ofrecer cuando sólo tenía a su cargo el destino de Hal Jordan y/o Wally West/Barry Allen. Aún así, dentro de ese incuestionable descenso en la calidad de las historias, Justice League se corona como la mejor de las tres colecciones que escribe el guionista (Aquaman es una chorrada y Green Lantern es más de lo mismo) aunque sólo sea porque, y eso se nota en la lectura, se lo esté pasando como un enano ideando aventuras de esas bigger-than-life que tanto gustan a los yanquis que, en los seis primeros números se traducen en la formación del grupo, nacimiento de Cyborg y enfrentamiento con Darkseid.
¿Problemas que se le podrían buscar a la serie? Sobre todo dos. El primero, atribuible no sólo a Justice League si no a todo el Nuevo Universo en general, es la sensación de pérdida que se deriva de la lectura de cualquiera de las 52 cabeceras. Es de suponer que con el tiempo se aclarará todo pero, hoy por hoy, el haber comenzado muchas de las historias in media res, sin presentar a los personajes mínimamente e introduciéndonos de lleno en un mundo ¿completamente nuevo? supone un mazazo (definitivo, me atrevería a afirmar) contra aquellos nuevos lectores que supuestamente se pretendía captar. Más que nada porque, y corrijanme si me equivoco, aquél que entre a leer cualquiera de las nuevas series se va a dar de bruces con una cantidad de información y personajes que YA tienen una historia que NO se está contando (el Batman de Snyder y Capullo es, en este sentido, uno de los mejores ejemplo). El no contar con esta desventaja, no supone que los más veteranos lo tengamos fácil, quizás algo más, pero no mucho, y series que deberían entretener y poco más, suponen en muchos sentidos un esfuerzo que no deberían exigir.
En el caso de Justice League, este esfuerzo es, no osbtante, mínimo, siendo este detalle en particular el otro frente contra el que se arremetió a base de bien tras la publicación del primer número: el que en sus páginas no pasara casi nada. Algo que poco a poco Johns ha ido evitando y que, a día de hoy, ha quedado completamente subsanado gracias al buen hacer de un guionista que disfruta escribiendo las aventuras del grupo y está consiguiendo que los lectores hagamos lo propio. Si a eso le sumamos que, desde el número 7, la serie incluye una historia magnífica historia suplementaria en la que Johns, apoyado en el fantástico dibujo de Gary Frank, está desarrollando el origen del nuevo Shazam, pocas son las objeciones que le podemos poner a una cabecera que, ante todo, sabe como entretener al lector, que no es poco.
Sergio Benítez (X)