
Dibujo: Tony Moore
Editorial: Aleta
Formato: Libro Rústica. 108 Páginas
Precio: 13€
Calificación: 5/10
¿Un Papa entrenado para matar y repartir leña como si de John Rambo se tratara?. ¿Un Santo Padre hipermusculado, fumador, borracho y mujeriego que cuenta con la ayuda de un Cristo medio hippie para servir tollinas frescas a todo aquel demonio que se le ponga por delante?. ¿El sucesor de San Pedro pegando tiros a diestro y siniestro mientras intenta salvar al Arcangel San Miguel de la sed de poder de Lucifer?. Tenía que tener este cómic como fuera. Y más si venía firmado por un equipo tan sólido como el que había inventado una de mis series actuales favoritas, la magistral The Walking Dead. Evidentemente no esperaba algo a la altura de la citada colección, pero si un tebeo con el que soltar unas cuantas risas y quedarme tan a gusto.
Pero conforme avanzaba la lectura observaba con desesperación que las páginas del cómic no eran siquiera capaces de hacerme esbozar una sonrisa, y mucho menos provocar la carcajada abierta, algo que se mantuvo invariable hasta el final de una macarrada de tebeo con muy poco seso y mucho menos tino. El desaguisado que es Battle Pope se lo debemos tanto a la incoherencia e incontinencia verborreica de Kirkman, que no sabe cuando dejar de poner diálogos totalmente innecesarios en unos personajes a los que el carisma no les suena ni de lejos, como al dibujo de un primerizo Moore influenciado sobremanera por la rama Liefeld de Image, llegando el artista incluso a copiar viñetas de cómics como el Prophet de Platt.
Que un tebeo recurra como inspiración a aquellos subproductos que fueron los cómics salidos de la febril creatividad de Rob! dice muy, pero que muy poquito acerca de él, tan poco que la lectura de Battle Pope deviene en una pérdida de tiempo lamentable (¿las hay de otra clase?) que no deja lugar a dudas acerca de la posible compra de un segundo volumen que Aleta no se decide a sacar. Digo yo que por algo será.
Pero conforme avanzaba la lectura observaba con desesperación que las páginas del cómic no eran siquiera capaces de hacerme esbozar una sonrisa, y mucho menos provocar la carcajada abierta, algo que se mantuvo invariable hasta el final de una macarrada de tebeo con muy poco seso y mucho menos tino. El desaguisado que es Battle Pope se lo debemos tanto a la incoherencia e incontinencia verborreica de Kirkman, que no sabe cuando dejar de poner diálogos totalmente innecesarios en unos personajes a los que el carisma no les suena ni de lejos, como al dibujo de un primerizo Moore influenciado sobremanera por la rama Liefeld de Image, llegando el artista incluso a copiar viñetas de cómics como el Prophet de Platt.
Que un tebeo recurra como inspiración a aquellos subproductos que fueron los cómics salidos de la febril creatividad de Rob! dice muy, pero que muy poquito acerca de él, tan poco que la lectura de Battle Pope deviene en una pérdida de tiempo lamentable (¿las hay de otra clase?) que no deja lugar a dudas acerca de la posible compra de un segundo volumen que Aleta no se decide a sacar. Digo yo que por algo será.
Sergio Benítez (134)