Mañana se estrena Punisher: War Zone, esa suerte de segunda parte de la mediocre The Punisher aparecida en 2004. Y digo suerte porque en ella no repite nadie de la primera salvo la productora, una Lions Gate a la que al parecer no le bastó con la lluvia de palos que le llovieron de todos lados con la cinta protagonizada por Thomas Jane. El caso es que, como viene siendo costumbre cada vez que se estrena un filme basado en cómics, en lecturas reCOMICdadas dedicamos ahora un especial al personaje de Frank Castle. Como quiera que su entidad dentro del Universo Marvel no es la misma que puedan tener otros personajes, hemos decidido hacer este especial bastante escueto, sólo dos recomicdaciones, la que encontraréis a continuación acerca de la primera etapa de Ennis al frente de The Punisher y, cómo no, el War Zone de Romita Jr.
Nuff Said!

Guión: Garth Ennis
Dibujo: Steve Dillon
Editorial: Marvel
Formato: Oversized HC. 300 Páginas
Precio: $29.99
Calificación: 8/10Después de pasarme cinco años y pico comprándome religiosamente todos los números de esa Obra Maestra del noveno arte que es Preacher, el final de la colección me dejó un poco huérfano. Atrás quedaban muchos de los mejores momentos que había pasado hasta entonces leyendo un cómic y por delante la duda de saber en qué nuevo proyecto DC meterían la cabeza sus dos creadores, Ennis y Dillon. La sorpresa fue mayúscula cuando se anunció que el tándem inglés abandonaba la editorial de Superman para mudarse a la Casa de las Ideas y encargarse de una nueva serie de Punisher bajo el sello Marvel Knights. Teniendo en cuenta el mal sabor de boca que la miniserie de cuatro números perpetrada por Golden, Siegnoski y Wrightson me había dejado en su momento, la elección de Ennis y Dillon como nuevo equipo creativo sólo podía redundar en que el título fuera, al menos, tremendamente divertido. A fin de cuentas, la poca entidad que siempre ha tenido el personaje de Frank Castle (cuyos orígenes y devenir recuerdan a cualquier argumento en el que alguien se toma la justicia por su mano) permitiría a los autores hacer casi lo que les viniera en gana con él. Y eso fue precisamente lo que hicieron, lo que les dio la gana.
¡Y qué bien les salió la jugada!. Con ningún parecido a nada que se hubiera editado del personaje anteriormente y haciendo mención pasajera al hecho de que en la citada miniserie unos ángeles querían contar con él para impartir justicia, Ennis arranca los doce números que conforman esta su primera incursión en la vida de Frank Castle devolviendo al veterano justiciero a Nueva York. Como si de un mero observador inicial se tratara, Ennis introduce en muy pocas páginas la situación actual del personaje y su vida en un edificio poblado con vecinos de lo más esperpénticos (ese Bumpo, o ¡Spacker Dave!) que entroncan a la perfección con lo que al escritor inglés le habíamos visto en Preacher.A partir de ahí, Ennis se centra en la lucha que Castle lleva contra el clan mafioso Gnucci, comenzando a cargarse a diestro y siniestro a cualquier miembro de la banda para ir escalando poco a poco hasta llegar a Ma Gnucci, la jefa del clan. En paralelo, el escritor se saca de la manga a uno de esos perdedores que tanto le gusta describir y lo coloca como policía al frente de una investigación imposible orientada a dar caza a Castle.
Y por si todo lo anterior fuera poco, Ennis se saca de la manga una línea argumental más, aquella en la que tres vigilantes comienzan a patrullar las calles de Nueva York con un estilo propio: Élite, un ricachón que no quiere ver su barrio ensuciado por nada del mundo (matando hasta un perro para que no orine en las calles); The Holy, un párroco que se toma la justicia divina demasiado en serio y Payback, un zumbado que quiere acabar con el poder de las grandes corporaciones a base de tiros. La genialidad con la que el escritor va entrelazando las "hazañas" de estos tres personajes, con el reguero de cadáveres dejado por Castle unido a lo que el detective Soap no termina de conseguir en su investigación (atención al juego de películas con el que se entretienen él y su compañera), explota en los tres últimos números, en los que hace aparición el Ruso, una mole humana que disfruta matando gente por que sí, y cuyo enfrentamiento con Punisher resulta de lo más bestiajo e hilarante. Como curiosidad apuntar que en la adaptación de 2004, esta pelea con el ruso (aunque no su radical final) fue una de las pocas escenas que se tomaron prestadas del cómic.
En el apartado gráfico Dillon cumple como siempre hace cada vez que trabaja con su compatriota caracterizando de forma inequívoca a todos y cada uno de los personajes que van apareciendo. Muchos han achacado al dibujante cierta estaticidad e incorrección anatómica, y si bien a ambas afirmaciones no les falta razón, lo cierto es que pocos artistas han sabido entender tan bien y con tanto desparpajo a Ennis como él lo hace.
Entretenida como ella sola. Brutalmente divertida y salvajemente cachonda, este The Punisher de Ennis y Dillon sigue contándose como una de esas lecturas a las que de cuando en cuando gusta volver para echar unas risas sanas. Después de estos doce números vendrían muchos más con Ennis al frente de los guiones, hasta completar una de las estancias más largas de un guionista al frente de un mismo personaje, pero eso, como suele decirse...es otra historia.
Sergio Benítez (93)