Dibujo: Joe Kubert
Editorial: Planeta DeAgostini
Formato: Álbum Rústica. 208 Páginas
Precio: 18€
Calificación: 10/10
Cuando un cómic te deja con lágrimas de emoción en los ojos. Cuando te llega al corazón de forma directa sin ningún tipo de cortapisas. Cuando provoca que te sientas orgulloso de formar parte de una raza (la humana) capaz de albergar dentro de sí una belleza sin límites. Cuando es capaz de hacerte pasar miedo (pero miedo real) atenazándote y haciéndote sufrir por el incierto destino de sus protagonistas...es que no cabe duda de que estás ante un cómic que nada tiene que ver con lo que sueles leer. Claro está que al frente del mismo tenemos un nombre que tiempo ha trascendio la mera garantía de calidad para convertirse en una figura fundamental dentro del noveno arte. Pero eso no quita para que, dentro de su vasta producción, plagada de títulos de esos que todos tenemos en la cabeza cuando pensamos en lo mejor que el cómic norteamericano ha dado, este Fax from Sarajevo sea una obra sobresaliente de Joe Kubert desde la primera a la última página.
Algunos (esos que siempre le andan buscando tres pies al gato) podrían pensar que, dadas las circunstancias bajo las que se ideó este volumen, Kubert lo tuvo muy fácil. ¿Que por qué podría alguien afirmar eso?. Muy sencillo. Porque Fax from Sarajevo es una historia real, vivida por gente real y muy cercana al artista norteamericano. Sus protagonistas son la familia Rustemagic, formada por Ervin, agente de Kubert y figura fundamental en el negocio de los cómics en nuestro continente, Edina, su esposa, y Edvin y Madja, sus dos hijos pequeños. Sobre ellos se abatirá sin descanso la Guerra de Bosnia, esa que estallara a principios de los noventa y por la que Milosevic fue acusado de crímenes contra la humanidad por la sistemática limpieza étnica que llevo a cabo contra los serbios durante los casi tres años en los que se prolongó el conflicto. 100.000 personas perdieron la vida (una cifra que en estos días en los que escribo ya ha alcanzado el terremoto de Haiti) y se calcula que casi dos millones de habitantes tuvieron que desplazarse de su país por culpa de ese infierno llamado Guerra.
Y en medio de todo ello, del caos, los bombardeos y los tiroteos, estava Ervin Rustemagic, un hombre con una determinación de acero que perdió toda su vida en pocos días (resulta acongojante el momento en el que descubre que sus oficinas, con una inmensa cantidad de páginas originales entre las que se encontraba una del Príncipe Valiente dedicada por Hal Foster, han sido completamente destruidas) pero que, aún así, supo mantener a salvo a su familia contra todo pronóstico. Durante dieciocho meses, y a traves de los innumerables faxes que envió a todo aquél que podía ayudarle (de ahí el título), Ervin narró con detalle todo aquello que le iba sucediendo, poniendo en jaque a amistades suyas tan célebres dentro de la cultura europea como Herrmann o el mismísimo Hugo Pratt. En ese tiempo, Ervin hizo todo lo que estuvo en su mano para poder escapar de una muerte que se abatía sin piedad sobre sus conciudadanos, que morían por decenas delante de sus ojos por mor de los disparos inmisericordes de unos tiradores a los que les ofrecían dinero por cada muerto (y más aún si estos eran niños).
Sin suavizar la tragedia, pero centrando su atención de forma casi exclusiva en lo que la familia Rustemagic tuvo que pasar, Kubert traza una historia que se debería convertir en lectura fundamental para cualquier amante del noveno arte: al fijar sus esfuerzos en trasladarnos la odisea de sus amigos, el artista (o más bien cabría decir el artistazo) despersonaliza tanto a las víctimas como a los verdugos, un recurso que, en contra de lo que pueda parecer, aumenta de forma exponencial la tragedia que se vivió en la que fue "la Joya del Este". Sarajevo fué arrasada casi por completo y con ella las vidas e ilusiones de muchos de sus habitantes, algo que queda magníficamente expuesto en la narración de un Kubert que, aquí más que nunca, demuestra por qué es un maestro de maestros. Su narrativa, tan clara y espectacular como se podría esperar, se pone aquí al servicio de una historia en la que no hay héroes de antaño armados con una maza de madera, o pilotos míticos de la Segunda Guerra Mundial, sino gente normal como todos los que ahora mismo os encontráis delante de la pantalla, provocando esto que, obviamente, la ordalía de la familia Rustemagic nos llegue con mucha más fuerza de lo normal.
De su soberbio dibujo, el fantástico y adecuado color que Kubert aplica y como la lectura se pasa en un suspiro no os voy a hablar. En su lugar os propongo que la próxima vez que vayáis a vuestra tienda habitual, os olvidéis de mutantes, vengadores, supermanes u hombres murciélagos. Dejéis de lado cualquier compra que tuvieráis prevista de material europeo y vayáis lanzados a la adquisición de un volumen que engalanará vuestras estanterías. Y si no lo tuvieran en ese momento, no lo dudéis, dejadlo encargado y pagado, así evitaréis gastaros en otro título los míseros 18€ que cuesta esta magistral obra.
Algunos (esos que siempre le andan buscando tres pies al gato) podrían pensar que, dadas las circunstancias bajo las que se ideó este volumen, Kubert lo tuvo muy fácil. ¿Que por qué podría alguien afirmar eso?. Muy sencillo. Porque Fax from Sarajevo es una historia real, vivida por gente real y muy cercana al artista norteamericano. Sus protagonistas son la familia Rustemagic, formada por Ervin, agente de Kubert y figura fundamental en el negocio de los cómics en nuestro continente, Edina, su esposa, y Edvin y Madja, sus dos hijos pequeños. Sobre ellos se abatirá sin descanso la Guerra de Bosnia, esa que estallara a principios de los noventa y por la que Milosevic fue acusado de crímenes contra la humanidad por la sistemática limpieza étnica que llevo a cabo contra los serbios durante los casi tres años en los que se prolongó el conflicto. 100.000 personas perdieron la vida (una cifra que en estos días en los que escribo ya ha alcanzado el terremoto de Haiti) y se calcula que casi dos millones de habitantes tuvieron que desplazarse de su país por culpa de ese infierno llamado Guerra.
Y en medio de todo ello, del caos, los bombardeos y los tiroteos, estava Ervin Rustemagic, un hombre con una determinación de acero que perdió toda su vida en pocos días (resulta acongojante el momento en el que descubre que sus oficinas, con una inmensa cantidad de páginas originales entre las que se encontraba una del Príncipe Valiente dedicada por Hal Foster, han sido completamente destruidas) pero que, aún así, supo mantener a salvo a su familia contra todo pronóstico. Durante dieciocho meses, y a traves de los innumerables faxes que envió a todo aquél que podía ayudarle (de ahí el título), Ervin narró con detalle todo aquello que le iba sucediendo, poniendo en jaque a amistades suyas tan célebres dentro de la cultura europea como Herrmann o el mismísimo Hugo Pratt. En ese tiempo, Ervin hizo todo lo que estuvo en su mano para poder escapar de una muerte que se abatía sin piedad sobre sus conciudadanos, que morían por decenas delante de sus ojos por mor de los disparos inmisericordes de unos tiradores a los que les ofrecían dinero por cada muerto (y más aún si estos eran niños).
Sin suavizar la tragedia, pero centrando su atención de forma casi exclusiva en lo que la familia Rustemagic tuvo que pasar, Kubert traza una historia que se debería convertir en lectura fundamental para cualquier amante del noveno arte: al fijar sus esfuerzos en trasladarnos la odisea de sus amigos, el artista (o más bien cabría decir el artistazo) despersonaliza tanto a las víctimas como a los verdugos, un recurso que, en contra de lo que pueda parecer, aumenta de forma exponencial la tragedia que se vivió en la que fue "la Joya del Este". Sarajevo fué arrasada casi por completo y con ella las vidas e ilusiones de muchos de sus habitantes, algo que queda magníficamente expuesto en la narración de un Kubert que, aquí más que nunca, demuestra por qué es un maestro de maestros. Su narrativa, tan clara y espectacular como se podría esperar, se pone aquí al servicio de una historia en la que no hay héroes de antaño armados con una maza de madera, o pilotos míticos de la Segunda Guerra Mundial, sino gente normal como todos los que ahora mismo os encontráis delante de la pantalla, provocando esto que, obviamente, la ordalía de la familia Rustemagic nos llegue con mucha más fuerza de lo normal.
De su soberbio dibujo, el fantástico y adecuado color que Kubert aplica y como la lectura se pasa en un suspiro no os voy a hablar. En su lugar os propongo que la próxima vez que vayáis a vuestra tienda habitual, os olvidéis de mutantes, vengadores, supermanes u hombres murciélagos. Dejéis de lado cualquier compra que tuvieráis prevista de material europeo y vayáis lanzados a la adquisición de un volumen que engalanará vuestras estanterías. Y si no lo tuvieran en ese momento, no lo dudéis, dejadlo encargado y pagado, así evitaréis gastaros en otro título los míseros 18€ que cuesta esta magistral obra.
Sergio Benítez (393)
1 comentario:
Nunca he leído nada de Joe Kubert (ni de sus hijos). Habrá que echarle un vistazo pero en mi siguiente viaje a la tienda que hoy he ido ciego, directamente a por el vol.3 de Torpedo 1936.
Saludos
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