Guión: Natsuo Sekigawa
Dibujo: Jiro Taniguchi
Editorial: Planeta DeAgostini
Formato: Álbum Rústica. 96 Páginas
Calificación: 6.5/10
Editado cuando el manga comenzaba a echar raíces en nuestro país, esto es, poco después de que el fenómeno Dragon Ball entrará con fuerza en esta piel de toro, recuerdo perfectamente tanto el haber tenido en las manos este Hotel Harbour View como haberlo vuelto a depositar en las raquíticas estanterías metálicas de la papelería que había cerca de casa de mis padres debido a que su precio (1.250 de las añoradas pesetas) era escándaloso para mis modestas posibilidades. Muy lejos quedaban aún los tiempos en que mi bolsillo me permitiría llevarme a casa todo aquel material que quisiera (¡benditos años de universidad!) y más lejos aún áquel en el que descubriría a uno de los dos autores que firmaban el volumen de marras, el gran Jiro (aquí Jiroh) Taniguchi.
Pero que nadie se lleve a engaño. El Taniguchi que aquí podemos disfrutar no es el de sus trabajos posteriores, esos que, con títulos como El Almanaque de Mi Padre o Barrio Lejano, han encandilado a todos los amantes sin excepción del noveno arte. Para empezar, el artista nipón no se encarga de los guiones, por lo que ya podéis ir olvidándoos de relatos de corte intimista y miradas nostálgicas al pasado, ya que la historia imaginada por Sekigawa se estructura en tres episodios en los que varios personajes cruzaran sus destinos de manera trágica, con asesinatos, venganzas y vidas que son llevadas al límite, en un manga que entronca en el más puro comic-noir.
Y no sólo ahí se aparta este trabajo de lo que hemos podido verle después al japonés, sino que en lo que respecta al dibujo todavía se sitúa lejos de la evolución que su trazo sufriría una vez comenzó a ocuparse de sus obras al completo. Ahora bien, para los que estamos acostumbrados a verle en su vertiente más calmada, este Hotel Harbour View es todo un descubrimiento: de narrativa vibrante y perfectamente ajustada al calculado tempo que va marcándole el guión, el trazo de Taniguchi deja aquí ver detalles que ya olían a grandeza. Muchos son los recursos (algunos tremendamente usuales en el manga de acción) que pueden observarse en las páginas de este manga, pero uno sobresale de entre todos ellos, las cinco páginas en las que el genial artista ralentiza la acción para detallar como una bala llega a su objetivo: lo que en un cómic de la Marvel actual sería criticado (y con razón) por su descompresión narrativa, aquí funciona a las mil maravillas como si de un filme de John Woo se tratara. Así que, sí, no será el Taniguchi que todos conocemos (y adoramos), pero sigue siendo un Taniguchi digno de leer y ser estudiado.
Pero que nadie se lleve a engaño. El Taniguchi que aquí podemos disfrutar no es el de sus trabajos posteriores, esos que, con títulos como El Almanaque de Mi Padre o Barrio Lejano, han encandilado a todos los amantes sin excepción del noveno arte. Para empezar, el artista nipón no se encarga de los guiones, por lo que ya podéis ir olvidándoos de relatos de corte intimista y miradas nostálgicas al pasado, ya que la historia imaginada por Sekigawa se estructura en tres episodios en los que varios personajes cruzaran sus destinos de manera trágica, con asesinatos, venganzas y vidas que son llevadas al límite, en un manga que entronca en el más puro comic-noir.
Y no sólo ahí se aparta este trabajo de lo que hemos podido verle después al japonés, sino que en lo que respecta al dibujo todavía se sitúa lejos de la evolución que su trazo sufriría una vez comenzó a ocuparse de sus obras al completo. Ahora bien, para los que estamos acostumbrados a verle en su vertiente más calmada, este Hotel Harbour View es todo un descubrimiento: de narrativa vibrante y perfectamente ajustada al calculado tempo que va marcándole el guión, el trazo de Taniguchi deja aquí ver detalles que ya olían a grandeza. Muchos son los recursos (algunos tremendamente usuales en el manga de acción) que pueden observarse en las páginas de este manga, pero uno sobresale de entre todos ellos, las cinco páginas en las que el genial artista ralentiza la acción para detallar como una bala llega a su objetivo: lo que en un cómic de la Marvel actual sería criticado (y con razón) por su descompresión narrativa, aquí funciona a las mil maravillas como si de un filme de John Woo se tratara. Así que, sí, no será el Taniguchi que todos conocemos (y adoramos), pero sigue siendo un Taniguchi digno de leer y ser estudiado.
Sergio Benítez (388)
2 comentarios:
Coño, que recuerdos me trae este cómic, lo pillé cuando era solo un crio y me costó la paga de varias semanas poder costearmelo.
ni repajolera idea de este comic. Un taniguchi que no conozco.
saludos
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