Dibujo: Tsutomu Nihei
Editorial: Panini
Formato: 2 Libros Rústica. 216 Páginas c/u
Precio: 9.95€ c/u
Calificación: 4/10
Cacareado como uno de los mangakas actuales más imprescindibles, y a la espera de que Panini terminara de publicar Biomega para hacerme con ella al completo y leerla sin interrupciones, creí oportuno (y prudente) adquirir los dos volúmenes que componían Abara antes de pasar a su otro título o acometer la compra de los diez volúmenes de Blame! editados por Glénat. Una decisión más que acertada si tenemos en cuenta que con las bases que sienta la lectura que hoy recomicdamos no volveré a acercarme ni a diez metros de nada que huela a Nihei.
De acuerdo, su dibujo es espectacular; y su sentido de la épica, al menos en el terreno visual, es grandioso, echando mano el artista de unos impresionantes planos generales de esos que en un filme te dejarían con la mandíbula por los suelos. Vale, la definición de los personajes es precisa y nada tiene que ver con el nivel medio de cualquiera de las decenas de títulos nipones que desembarcan todos los meses en nuestro país. Pero, ¿qué me decis de la narrativa?, ¿y del guión y esos diálogos?.
En lo que respecta a lo primero, uno comienza la lectura y nota que algo raro pasa, muchas de las viñetas no se comprenden, ni por si solas ni por su relación con el discurso de lo que está pasando en la página. Consecuencia directa de ello es que la mitad de las veces uno aprehenda más por intuición que por inferencia directa lo que Nihei nos quiere contar, y se dedique a pasar las páginas sin mayor interés que el de dar con alguna que tenga la suficiente información como para poder seguir, si quiera de forma tímida, el hilo argumental de una historia cuyo concepto de descomprensión le da sopa con hondas al de Bendis: en las más de cuatrocientas páginas en las que se desarrolla el cómic la mitad (y me quedo corto) no van a ningún lado, y lo que cuenta la otra mitad se podría haber resumido ganando el cómic, no en agilidad, ya que el ritmo es endiablado, sino en ligereza.
Pero lo realmente problemático es lo segundo. Para empezar, en Abara priman las espectacularmente vacuas secuencias de acción que no llevan a nada por encima de un guión que se antoja crisol evidente de multitud de referencias, resultando la más clara quizás la del Akira de Otomo, con esos gigantescos seres que devoran mausoleos (¿qué son esos mausoleos?, ¿qué más da que unos bichos gigantes se los coman?, ¿por qué tengo que perder el tiempo haciéndome estas preguntas?). No contento con que un ochenta por ciento de las páginas se llenen con las susodichas peleas sin sentido (y visualmente confusas), Nihei da la información con cuentagotas y de una forma tan compleja que parece querer indicar que su nivel de inteligencia está muy por encima de lo que nosotros, pobres mortales, podremos llegar a comprender. El nipón se asemeja así a esa nada desdeñable cantidad de cineastas herméticos que creen que "sus obras de arte" sólo están hechas para el disfrute de unos pocos elegidos que sepan apreciar tal o cual angulación, tal o cual ingeniosa línea de diálogo y no se dan cuenta de que toda obra de arte que se precie debe poder ser asequible para cualquiera, sea cual sea su nivel cultural. Otra cosa es que alguien con una cierta educación (que no sensibilidad) pueda llegar a ser capaz de expresar con mejores formas lo que siente contemplando un cuadro, leyendo un libro, o disfrutando de un cómic; pero eso no quita para que el arte deba ser universal, y no algo cerrado, acotado y tan sumamente críptico que haya que devanarse los sesos para intentar sacarle jugo a la nada; porque como me meta con el final del tebeo.....como me meta....mejor no, no voy a hacerlo que se puede terminar liando. Será preferible dejarlo estar.
De acuerdo, su dibujo es espectacular; y su sentido de la épica, al menos en el terreno visual, es grandioso, echando mano el artista de unos impresionantes planos generales de esos que en un filme te dejarían con la mandíbula por los suelos. Vale, la definición de los personajes es precisa y nada tiene que ver con el nivel medio de cualquiera de las decenas de títulos nipones que desembarcan todos los meses en nuestro país. Pero, ¿qué me decis de la narrativa?, ¿y del guión y esos diálogos?.
En lo que respecta a lo primero, uno comienza la lectura y nota que algo raro pasa, muchas de las viñetas no se comprenden, ni por si solas ni por su relación con el discurso de lo que está pasando en la página. Consecuencia directa de ello es que la mitad de las veces uno aprehenda más por intuición que por inferencia directa lo que Nihei nos quiere contar, y se dedique a pasar las páginas sin mayor interés que el de dar con alguna que tenga la suficiente información como para poder seguir, si quiera de forma tímida, el hilo argumental de una historia cuyo concepto de descomprensión le da sopa con hondas al de Bendis: en las más de cuatrocientas páginas en las que se desarrolla el cómic la mitad (y me quedo corto) no van a ningún lado, y lo que cuenta la otra mitad se podría haber resumido ganando el cómic, no en agilidad, ya que el ritmo es endiablado, sino en ligereza.
Pero lo realmente problemático es lo segundo. Para empezar, en Abara priman las espectacularmente vacuas secuencias de acción que no llevan a nada por encima de un guión que se antoja crisol evidente de multitud de referencias, resultando la más clara quizás la del Akira de Otomo, con esos gigantescos seres que devoran mausoleos (¿qué son esos mausoleos?, ¿qué más da que unos bichos gigantes se los coman?, ¿por qué tengo que perder el tiempo haciéndome estas preguntas?). No contento con que un ochenta por ciento de las páginas se llenen con las susodichas peleas sin sentido (y visualmente confusas), Nihei da la información con cuentagotas y de una forma tan compleja que parece querer indicar que su nivel de inteligencia está muy por encima de lo que nosotros, pobres mortales, podremos llegar a comprender. El nipón se asemeja así a esa nada desdeñable cantidad de cineastas herméticos que creen que "sus obras de arte" sólo están hechas para el disfrute de unos pocos elegidos que sepan apreciar tal o cual angulación, tal o cual ingeniosa línea de diálogo y no se dan cuenta de que toda obra de arte que se precie debe poder ser asequible para cualquiera, sea cual sea su nivel cultural. Otra cosa es que alguien con una cierta educación (que no sensibilidad) pueda llegar a ser capaz de expresar con mejores formas lo que siente contemplando un cuadro, leyendo un libro, o disfrutando de un cómic; pero eso no quita para que el arte deba ser universal, y no algo cerrado, acotado y tan sumamente críptico que haya que devanarse los sesos para intentar sacarle jugo a la nada; porque como me meta con el final del tebeo.....como me meta....mejor no, no voy a hacerlo que se puede terminar liando. Será preferible dejarlo estar.
Sergio Benítez (238)
7 comentarios:
Si cuando yo no me acerco a los mangas debe de ser por algo...
Bueno, caballeros. La presente y anteriores semanas aún pude acercarme a éstos lares para comentar con relativa asiduidad. Pero hoy mismo emigro a zona carente de conexion internetera alguna y os abandono a vuestra suerte durante una semanita y poco.
Supongo que para el proximo lunes 24, aún continuando de vacaciones, podré tener acceso de nuevo a la red de redes y volveré a incordiaros.
Hasta entonces, sed buenos, no os olvidéis que queda un tomo de Combates Cotidianos, comentad mucho en todas las entradas y no hagais cosas feas.
Un abrazo grande y enorme para todos.
Saludos previos a la desconexión!
Pues nada don Ignacio, que tenga usted un buen retiro espiritual.
Una pregunta, despues de la gira mundial por todas las islas habidas y por haber, ¿aun tiene ganas de vacaciones?
Mira por si hay algun rooter cocotero y puedes hacer una incurcion rapida.
A pasarlo bien y saludazos
Hombre, Nacho, no se puede generalizar...
Yo de este hombre no he leído nada, pero vi el anime de Blame!, del que leí maravillas (no sé de quién, la verdad...), pensaba que, oye, si me gustaba, me leo el manga a ver...
Pero ni de coña. La historia... no es que fuera confusa... es que no la había. Y, si la había, nadie se había preocupado porque el público lo supiera. Me dije "bueno, a lo mejor, si me leo el manga, me entero de algo...", pero, de momento, he pasado tres kilos, y dudo que vaya a cambiar de opinión.
Coñe Lograi, tu comentario sirve perfectamente para Abara con sólo cambiar el título.....lo que me demuestra que este tío todo lo hace igual.
Aún así gracias por el aviso.
Saludetes,
Sergio
En tal caso, creo que pasaré tela del nota este... :p
Por cierto, Nacho, si te acabas atreviendo con el manga, te recomiendo "La leyenda de Madre Sarah", "GitS", "Vagabond" o, por supuesto, "Akira".
Quien se compra semejante manga, es porque ha ojeado el percal y le gusta lo que ve, ya que a simple vista y con un movimiento de hojas se descubre enseguida de que es lo que se ve y nada más (y bien grande, por cierto). Por tanto comprarlo ya son palabras mayores. Por suerte éste viene sin retractilar. El dibujo excelente y el argumento a la altura de Evangelion, Raxhephon y mandangas monumentales.
Me quedo con Tobor el Grande.
yo tuve la suerte de que me lo dejaron y apenas pude leer el primero. El segundo tururuu....
Saludos.
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