Editorial: Dolmen
Formato: Libro Rústica. 216 Páginas
Precio: 8.95€
Calificación: 8.5/10
Convocándoos con la clara intención de haceros partícipes de este espacio de la red que visitáis cada día, la idea de haceros elegir Lo Mejor del 2008 tenía una inocente intención oculta, llamar mi atención sobre aquellas lecturas del pasado año que se me hubieran pasado por alto y que debían formar parte de mi tebeoteca. Y aunque la gran mayoría de lo que recomicdásteis ya había pasado por mis manos o estaba esperando para su lectura, una considerable cantidad de títulos de los que nos hicisteis llegar eran todavía tierra por descubrir. Con la clara resolución de que durante este año aparezcan algunos de ellos que ya han sido convenientemente adquiridos, me pareció adecuado empezar por este manga del que tanto había oído hablar con mucha razón.
Ya he comentado en más de una ocasión que el manga (fuera de ciertos autores a los que sigo fielmente) no es santo de mi devoción. Ello no quita para que, de cuando en cuando, y si las críticas hacia él vertidas así lo propician, no sepa dejar de lado mis reservas y me acerque intrigado a ciertos títulos. Con una portada hipnótica y bastante inquietante que refleja de forma sutil lo que nos vamos a encontrar en el interior, tengo que admitir que Los Carruajes de Bradherley dejó profunda mella en mi ánimo tras finalizar su lectura. Será casualidad, aunque con los años cada vez creo menos en que las cosas ocurran por azar, pero la lectura del manga coincidió con el visionado de una película con la que guarda no pocas concomitancias, la francesa Martyrs. Ambos, cómic y filme, parten de una enfermiza premisa para terminar sirviendo de análisis más o menos preciso de lo horrible de la naturaleza humana.
Las diferencias entre uno y otro, al margen de las obvias debidas a lo diferente de las disciplinas artísticas en las que se enmarcan y la historia que cuentan, se circunscriben de forma más ajustada a la crudeza con la que el filme de Pascal Laugier muestra la violencia (hasta límites dolorosamente explícitos) en firme contraposición a el portentoso uso de la elipsis y esa brillante manera de enseñar sin enseñar de la que haga gala Samura en el manga. De trazo capaz de aunar fragilidad y delicadeza con una violencia desgarradora, el autor japonés enmarca Los Carruajes de Bradherley en una época enormemente adecuada para el tono del relato, la Inglaterra victoriana (aunque en ningún momento se cite per se que estemos en Gran Bretaña), y sus ocho capítulos más epílogo ofrecen todo un recital narrativo en el que el artista juega con los saltos temporales y en centrarse en un personaje determinado para ir deshaciendo el horrible ovillo que se oculta tras el Plan 1.14.
De resonancias truculentas, el manga se lee aguantando la respiración ante lo real del terror que subyace bajo la bella pátina que suponen las viñetas de Samura. Lectura intensa, a la par que tremendamente poética y evocadora, la innegable calidad de Los Carruajes de Bradherley sirve como importante apoyo a mi lenta reconciliación con el cómic manufacturado en el país del sol naciente.
Ya he comentado en más de una ocasión que el manga (fuera de ciertos autores a los que sigo fielmente) no es santo de mi devoción. Ello no quita para que, de cuando en cuando, y si las críticas hacia él vertidas así lo propician, no sepa dejar de lado mis reservas y me acerque intrigado a ciertos títulos. Con una portada hipnótica y bastante inquietante que refleja de forma sutil lo que nos vamos a encontrar en el interior, tengo que admitir que Los Carruajes de Bradherley dejó profunda mella en mi ánimo tras finalizar su lectura. Será casualidad, aunque con los años cada vez creo menos en que las cosas ocurran por azar, pero la lectura del manga coincidió con el visionado de una película con la que guarda no pocas concomitancias, la francesa Martyrs. Ambos, cómic y filme, parten de una enfermiza premisa para terminar sirviendo de análisis más o menos preciso de lo horrible de la naturaleza humana.
Las diferencias entre uno y otro, al margen de las obvias debidas a lo diferente de las disciplinas artísticas en las que se enmarcan y la historia que cuentan, se circunscriben de forma más ajustada a la crudeza con la que el filme de Pascal Laugier muestra la violencia (hasta límites dolorosamente explícitos) en firme contraposición a el portentoso uso de la elipsis y esa brillante manera de enseñar sin enseñar de la que haga gala Samura en el manga. De trazo capaz de aunar fragilidad y delicadeza con una violencia desgarradora, el autor japonés enmarca Los Carruajes de Bradherley en una época enormemente adecuada para el tono del relato, la Inglaterra victoriana (aunque en ningún momento se cite per se que estemos en Gran Bretaña), y sus ocho capítulos más epílogo ofrecen todo un recital narrativo en el que el artista juega con los saltos temporales y en centrarse en un personaje determinado para ir deshaciendo el horrible ovillo que se oculta tras el Plan 1.14.
De resonancias truculentas, el manga se lee aguantando la respiración ante lo real del terror que subyace bajo la bella pátina que suponen las viñetas de Samura. Lectura intensa, a la par que tremendamente poética y evocadora, la innegable calidad de Los Carruajes de Bradherley sirve como importante apoyo a mi lenta reconciliación con el cómic manufacturado en el país del sol naciente.
Sergio Benítez (144)
8 comentarios:
Cuando leí 'Los carruajes de Bradherley', se me erizaron hasta los pelos del culo. Es una historia cruel, pero contada con elegancia y, como bien dices, cierto tono poético. A reforzar esa atmósfera ayuda mucho el personalísimo estilo gráfico de Samura, que es de lo más original que se puede encontrar por aquellas tierras.
Otra virtud de Samura es que salta de un género a otro con mucha soltura, y aunque su obra más conocida aquí sea 'La espada del inmortal', a mí me deja un poco frío, aunque gráficamente sea una gozada. Si te interesa el autor, te recomiendo un one-shot titulado 'Emerald' que está ambientado en el salvaje oeste. Aún no se ha publicado en España, pero puedes leerlo a través de este enlace:
http://submanga.com/c/102
Muy astuta tu jugada,Sebelo XD.
Gran reseña.No soy seguidor de mangas pero has conseguido que me pique el gusanillo.Y si,como dice Jaime,el autor es el mismo de "La espada del inmortal",un cómic muuuuy oscuro y bastante retorcido aunque un poco ¿apresurado?,no me lo pienso más.
Saludetes
Pues la verdad es que tanto se ha hablado de este manga que al final acabare comprandolo. Buena pinta tiene y ademas desconocia que su autor fuera el mismo que el de La Espada Del Inmortal. Le dare un oportunidad.
Y despues de esto solo se puede decir una cosa:
¡¡¡¡Zack I Love You!!!!
Saludacos
Me apunto la recomicdación de La Espada del Inmortal, Jaime, y le echaré un vistazo al Emerald que pones por ahí.
Ali, Mario, ya estáis tardando en pillaros este cómic.
Saludetes a los tres,
Sergio
la verdad que inquieta el jodio.
He estado por la tienda esta tarde y he echado un vistazo a La Espada del Inmortal, y la verdad es que me ha gustado bastante en lo visual. Lo que no me ha gustado tanto son los 23 tomos que lleva publicados hasta ahora a 11€ cada uno. Así que este va para la lista negra junto con los 20 de Lobo Solitario y Cachorro.
Saludetes
Sergio
Un comic con un comienzo salvajemente dramático, violento y angustioso.
Una gran recomicdación y una fantástic reseña.
Pues muchas gracias Anugx ;P.
A todo esto, no te he dicho que desde que has retomado el blog, este está cada vez mejor. Sigue así, apañero.
Saludetes,
Sergio
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