viernes, 27 de febrero de 2009

ESPECIAL JUDD WINICK: BATMAN. UNDER the HOOD vols.1 y 2 & The TRIALS of SHAZAM vol.1

Guión: Judd Winick

Dibujo: Doug Mahnke & Otros

Editorial: DC

Formato: TPB. 176/192 Páginas

Precio: $9.99

Calificación: 7.5/10

Estaba claro que dentro de la mentalidad de producción norteamericana, el filón dramático que Jeph Loeb había apuntado en su vilipendiado Hush tenía que ser aprovechado. DC no podía dejar pasar la oportunidad de traer de nuevo a la palestra a Jason Todd con todas las repercusiones que eso podía generar en la colección del murciélago y, en última instancia, en las alicaídas ventas de las dos series en las que este aparece mensualmente. Además, las Infinite Crisis estaban cerca y había que hacer algo grandioso con el personaje antes de hacerle saltar un año en el tiempo.

Para orquestar el regreso, DC elige a Judd Winick, un joven guionista cuya vida resulta tanto o más apasionante que los cómics que escribe: a los veinticuatro años, y después de probar suerte en el mercado del tebeo con una tira cómica que llevaba publicando desde la universidad, Winick decide participar en Real World: San Francisco, un reality show a lo Gran Hermano en el que conocerá a su actual esposa y su mejor amigo, un enfermo de S.I.D.A cuya historia será posteriormente relatada por el guionista y dibujante en Pedro y Yo (editado en España por Astiberri).

Centrándonos en su labor para con los dos tomos de Under the Hood, he de admitir que mis reticencias iniciales (propias de alguien que ha seguido muy poco la continuidad de Batman) se evaporaron al acabar la lectura del primer número contenido en el volumen uno: Winick escribe un Batman apasionante en el que el enmascarado debe enfrentarse no sólo al regreso de su antiguo pupilo, sino al creciente control que Black Mask ejerce sobre Gotham. Partiendo de ahí, el guionista revela sus verdaderas intenciones a lo largo de los catorce números que componen los dos tomos, volcando todo su interés en dibujar a un Todd (convertido en Red Hood) completamente opuesto a Batman en cuanto a su particular forma de luchar contra el crimen. Mientras el alter ego de Bruce Wayne se mantiene fiel a su código de no matar a nadie, Todd hace lo necesario para impartir justicia, y si eso requiere cortar algunas cabezas, pues sea. La sinergia que esta dualidad crea en la lectura es impresionante, y Winick sabe como mantener la tensión a lo largo de toda la historia, sin que esta decaiga un ápice (a este propósito, los dos últimos números del segundo volumen son geniales).

En el apartado gráfico nos encontramos a un Mahnke en estado de gracia. Aunque su trabajo para la JLA no había sido santo de mi devoción (algo a lo que no fue ajeno el trabajo de Joe Kelly), he de admitir que en las páginas de Batman el artista norteamericano se sale (algo que no podemos afirmar de los elegidos para los inevitables fill-ins). Sus caracterizaciones del murciélago, Red Hood (y Jason) o Black Mask son envidiables, y el trazo oscuro y crispado que caracteriza al dibujante le va como anillo al dedo al tono de la narración, por no mencionar que las coreografías de lucha entre Batman y Red Hood son alucinantes.

Con tan estupendo trabajo por ambas partes, el único pero (y es algo totalmente personal) es que la historia concluya como lo hace y que, hasta dónde yo se (y si no es así corregidme en los comentarios) no se haya retomado a Jason Todd tras las Infinite Crisis.

Guión: Judd Winick

Dibujo: Howard Porter

Editorial: DC

Formato: TPB. 160 Páginas

Precio: $14.99

Calificación: 4/10

Con el buen sabor de boca dejado por Under the Hood, aparqué momentáneamente otra de las lecturas que tenia entre manos para hincarle el diente a este Trials of Shazam, una historia supuestamente encaminada a redibujar al superhéroe tras las Infinite Crisis y los hechos en ella acaecidos.

Lo primero que llama la atención, sobre todo a los que lo descubrimos con su particular forma de dibujar en la JLA de Morrison, es el cambio en el arte de Howard Porter. No es que el dibujante se haya reinventado a si mismo, más bien ha tomado por la vía Brereton/Ross y ha decidido pintar encima de sus dibujos para otorgarles así una nueva cualidad. El resultado es desigual, y no porque el uso de los colores sea inadecuado (que no lo es) sino porque Porter ni tiene la fortísima personalidad de Brereton (al que se le perdonan sus exageraciones anatómicas), ni es el genio que es Ross (en todos los sentidos). Así, por mucho que los ocultes debajo de una capa de pintura, los defectos de su trazo siguen saliendo a la luz, sobre todo en lo que se refiere al poco control de la anatomía que el artista siempre ha mostrado.

En consonancia con lo mediocre del trabajo de Porter, el guión de Winick no es ni la sombra de lo desarrollado en Batman, y el guionista no pasa de escribir una historia entretenida pero que no es capaz de ocultar su carácter alimenticio. Desarropada de pasión, la efectividad de la misma queda ligada a los ecos épicos que Winick trata de introducir por todos los medios, quedándose en tierra de nadie a la hora de que estos sean capaces de apelar a los lectores.

En definitiva, una historia mediocre para un dibujo mediocre y un resultado que, para colmo de males, queda totalmente sujeto a una continuación en un segundo volumen de la serie que, a la vista de este primero, nunca llegará a ser adquirido.

Sergio Benítez (114)

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