Han sido dos años, un mes y veinticuatro días en los que hemos llegado a publicar 684 reCOMICdaciones de sendos títulos diferentes. Toda una bilioteca de consulta a la que hemos dedicado muchas horas de lecturas y algunas menos de escritura que, mientras la vida sigue avanzando y el incierto futuro dicte que podamos (o no) volver a leernos por estos lares, quedan aquí como testimonio de la sana locura de un grupo al que le debo muchísimo.
No sé si estas líneas serán una despedida.
Espero que sólo queden como un hasta luego.
Sea como sea, GRACIAS por estar AHÍ.
'Nuff Said!!!!!!!

Dibujo: Seth
Editorial: Drawn and Quarterly
Formato: Libro Cartoné. 128 Páginas
Precio: $19.95
Calificación: 9/10
El Ultimates 3 cayó por motivos más que obvios antes que ningún otro (por mucho que me gustara Madureira, era Loeb quien perpetraba el guión). Y a partir de ahí comenzó el duro proceso de descarte. A la tercera parte de Los Vengadores versión Ultimate siguieron casi sin pensarlo aquellas ediciones en tapa dura de cosas que ya tenía, así que George Sprott, el volumen de Y y el Midnight Nation (snif, con lo bonita que era la edición), fueron devueltas a las estanterías. El siguiente fue PVP, más por precio que por otra cosa, un razonamiento que también afectó, por muy atractivo que fuera, al Doug Wright Collected. Sin querer mirar mucho, dejé también los dos tomos de Whiteout, el de Kyle Baker (este último debido a que, al margen de Los Bakers, hacía tiempo que el autor no me terminaba de convencer), el Filthy Rich y, muy a mi pesar, el de Frazetta. Quedaban ya muchos menos, pero aún había que afinar más la criba, con lo que el segundo de Northlanders y Whatever Happened to the World of Tomorrow? fueron los últimos sacrificados. Y así hubiera quedado el cuadro final - con el noveno de Ex-Machina, el Sgt. Rock de Tucci, el primer volumen de Northlanders, el Literary Life y el Dark Entries- sino hubiera sido porque en una de las muchas vueltas para colocar los cómics en su sitio, un pequeño y llamativo tomito llamó poderosamente mi atención: su tipo de letra y el diseño de la portada no podían ser de otro que el gran Seth, y así fue como este Wimbledon Green terminó cerrando una compra intensa pero, para qué negarlo, bastante fructífera.
Ya en la línea de lo que después podremos encontrarle en la que es su incontestable obra maestra hasta la fecha (la incomensurable George Sprott) Seth teje aquí una historia a base de otras muchas más pequeñas que forman parte de ese gran puzzle que es la vida del protagonista. En un tamaño mucho más reducido que el su última obra, el artista canadiense explora aquí con la misma intensidad los recovecos a los que pueda llevarle la fragmentada narrativa heredada del mejor Chris Ware. Así, y como ya pudiéramos observar en George Sprott, el artista comienza a construir el relato que pretende trasladarnos in media res, adentrando al lector casi a empujones en el fascinante universo que poco a poco irá desvelando sus muchos secretos. Las similitudes con la obra que le ha valido tantísimos elogios en el pasado 2009 son muchas: para empezar tenemos las concomitancias que se producen cada vez que el autor utiliza la voz de algún personaje externo al núcleo central de la historia para aportar datos sobre ella que pueden, o no, ser verdad ya que éstos no tienen porque haber conocido a Wimbledon de forma directa. En lo que a ese núcleo respecta, si en George Sprott, el continuo hilo central de las idas y venidas era ir acercándonos inexorablemente al momento de la muerte del protagonista, en Wimbledon Green, es atención se divide en dos. Por un lado Seth nos acerca a los denodados intentos del personaje y sus competidores por hacerse con el único ejemplar existente de una rara serie de cómics; por el otro, va desvelando la apasionante historia de cómo terminó en manos de Green la mayor colección privada de cómics de la historia.
Trufado todo ello de ese particular carácter, mezcla ajustada entre un humor amargo y una nostalgia que impregna cada viñeta, resulta curioso, tras finalizar la lectura, repasar las líneas de texto que sirven de un prólogo que, en palabras del autor "debería ser epílogo", para darnos cuenta de lo mucho que se menosprecia Seth. Tachando a este espectacular cómic de "apresurado y con un dibujo pobre", el autor no hace más que mostrar una tremenda modestia que para nada es reflejo de la realidad: Wimbledon Green (con su maravillosa edición) es la antesala de George Sprott en todos los aspectos, y como tal, en su carácter sobresaliente está la simiente de esa obra maestra del noveno arte que es su último trabajo.