Guión: Antonio Segura
Dibujo: Jordi Bernet
Editorial: Planeta DeAgostini
Formato: Álbum Rústica. 136 Paginas
Calificación: 9/10
A estas altura tiene que haberos quedado claro que, poco a poco, y sin ninguna prisa, me he propuesto recomicdar la obra completa de ciertos artistas españoles de esos a los que todo el mundo coincide en llamar GRANDES. Carlos Giménez, Fernando Fernández, José Ortiz, Miguelanxo Prado, Víctor de la Fuente, Luis García, Antonio Hernández Palacios y Jordi Bernet. Esos son los autores a los que he ido (y sigo) completando con no pocos esfuerzos (hay títulos de algunos de ellos que o son inencontrables o están a precios prohibitivos) para mi bolsillo. Y aunque a veces tales esfuerzos se vean poco compensados por el resultado de la lectura, otras como este Sarvan, cubren de forma holgada todo dinero que se haya invertido en su búsqueda.
Con sólo leer los nombres que están implicados en él, uno ya puede hacerse una idea de que no está ante un tebeo cualquiera: Antonio Segura (uno de los mejores guionistas que tuvo el noveno arte en nuestro país durante los ochenta) y Jordi Bernet, del que poco o nada habría que decir a estas alturas que no se haya dicho ya por activa y por pasiva. La combinación del talento de ambos ya nos había dejado por aquí esa magnífica obra llamada Kraken, título puntal (¿acaso hay alguno que no lo sea?) dentro de la tebeografía de Bernet que, contra todo pronóstico, se ve superado por este Sarvan, un tebeo sobresaliente se mire por dónde se mire.
Aparecido en las páginas de CIMOC, y con dos volúmenes de Norma recopilando en blanco y negro y color las aventuras de esta despampanante fémina, sería Planeta la que, muchos años después (tantos como los doce que transcurrieron entre 1986 y 1998) y ante la complicada perspectiva de poder hacerse con el primero de los tomos editados por Norma, terminaría por agrupar por completo y, de nuevo en b/n, las historias que Segura y Bernet habían creado tiempo atrás.
En Sarvan, el tándem de autores construye un mundo fantástico cuya ambientación queda definida a medio camino entre el universo post-apocalíptico que el guionista ya había explorado a conciencia en Hombre y otro, completamente opuesto a él, que se situaría en la línea de fantasía heróica definida por el Conan de Howard. A tan explosiva combinación habrá que sumarle deidades en conflicto, referencias religiosas nada veladas (ese final) y visitas de razas extraterrestres. Tal mezcolanza de referencias y géneros habría devenido en un batiburrillo inconexo con cualquier otro escritor, pero Segura sabe darle un hálito de coherencia a un conjunto que, si en la superficie podría no pasar de ser un tebeo más de escapismo, en el fondo guarda ciertas reflexiones que van asentándose con calma conforme avanza la lectura. Arropada por un erotismo nada soterrado (algo propio de la época que provoca que a la protagonista se le vea la delantera a la mínima de cambio, y aparezcan objetos fálicos cada vez que nos descuidemos), Sarvan es una lectura vivaraz que derrocha imaginación por los cuatro costados, inventándose Segura todo un microuniverso al que, lamentablemente, nunca ha vuelto a viajar.
Y dando respuesta pertinente a todo ello está el gran Bernet. Que el dibujante catalán es capaz de cuajar unas mozas de infarto es algo que nadie pone en duda y su diseño de Sarvan no hace más que ponerlo de relieve. Pero, como también ha demostrado hasta la saciedad, sus capacidades como artista gráfico no se limitan a esculpir beldades femeninas sino que su asombroso talento queda plasmado también en esos imposibles adonis masculinos y, en términos generales, en cada página del volumen, mediante una imaginación que en ningún momento le va a la zaga a la del guionista. De factura impecable, asombroso control de los claroscuros y una narrativa alucinante, cualidades todas que ya hemos desgranado aquí una y otra vez, el trabajo de Bernet en Sarvan es, en definitiva, otra pieza más en el enorme y fabuloso puzzle que componen todas y cada una de las obras del genial autor español.
Con sólo leer los nombres que están implicados en él, uno ya puede hacerse una idea de que no está ante un tebeo cualquiera: Antonio Segura (uno de los mejores guionistas que tuvo el noveno arte en nuestro país durante los ochenta) y Jordi Bernet, del que poco o nada habría que decir a estas alturas que no se haya dicho ya por activa y por pasiva. La combinación del talento de ambos ya nos había dejado por aquí esa magnífica obra llamada Kraken, título puntal (¿acaso hay alguno que no lo sea?) dentro de la tebeografía de Bernet que, contra todo pronóstico, se ve superado por este Sarvan, un tebeo sobresaliente se mire por dónde se mire.
Aparecido en las páginas de CIMOC, y con dos volúmenes de Norma recopilando en blanco y negro y color las aventuras de esta despampanante fémina, sería Planeta la que, muchos años después (tantos como los doce que transcurrieron entre 1986 y 1998) y ante la complicada perspectiva de poder hacerse con el primero de los tomos editados por Norma, terminaría por agrupar por completo y, de nuevo en b/n, las historias que Segura y Bernet habían creado tiempo atrás.
En Sarvan, el tándem de autores construye un mundo fantástico cuya ambientación queda definida a medio camino entre el universo post-apocalíptico que el guionista ya había explorado a conciencia en Hombre y otro, completamente opuesto a él, que se situaría en la línea de fantasía heróica definida por el Conan de Howard. A tan explosiva combinación habrá que sumarle deidades en conflicto, referencias religiosas nada veladas (ese final) y visitas de razas extraterrestres. Tal mezcolanza de referencias y géneros habría devenido en un batiburrillo inconexo con cualquier otro escritor, pero Segura sabe darle un hálito de coherencia a un conjunto que, si en la superficie podría no pasar de ser un tebeo más de escapismo, en el fondo guarda ciertas reflexiones que van asentándose con calma conforme avanza la lectura. Arropada por un erotismo nada soterrado (algo propio de la época que provoca que a la protagonista se le vea la delantera a la mínima de cambio, y aparezcan objetos fálicos cada vez que nos descuidemos), Sarvan es una lectura vivaraz que derrocha imaginación por los cuatro costados, inventándose Segura todo un microuniverso al que, lamentablemente, nunca ha vuelto a viajar.
Y dando respuesta pertinente a todo ello está el gran Bernet. Que el dibujante catalán es capaz de cuajar unas mozas de infarto es algo que nadie pone en duda y su diseño de Sarvan no hace más que ponerlo de relieve. Pero, como también ha demostrado hasta la saciedad, sus capacidades como artista gráfico no se limitan a esculpir beldades femeninas sino que su asombroso talento queda plasmado también en esos imposibles adonis masculinos y, en términos generales, en cada página del volumen, mediante una imaginación que en ningún momento le va a la zaga a la del guionista. De factura impecable, asombroso control de los claroscuros y una narrativa alucinante, cualidades todas que ya hemos desgranado aquí una y otra vez, el trabajo de Bernet en Sarvan es, en definitiva, otra pieza más en el enorme y fabuloso puzzle que componen todas y cada una de las obras del genial autor español.
Sergio Benítez (388)
2 comentarios:
Unos de mis manchas comiqueras, Sergio.
Lo raro que es de encontrar y una vez que lo vi, me querían meter un puraco del copón, hizo y hace que siga sin tener este comic.
Y una bien grande querido Toni.
Yo tengo que confesar que, ni me costó mucho conseguirlo (Todocolección es lo que tiene), ni tampoco tuve que pagar un exceso...de hecho, creo que por dieciocho euros + gastos de envío me llegó a casa :P
Saludetes,
Sergio
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