Dibujo: Carlos Giménez
Editorial: Glénat
Formato: Álbum Cartoné. 68 Páginas
Precio: 11.95€
Calificación: 7.5/10
Ya lo decía Anton Ego en ese elocuente monólogo que tiene hacia el final de Rataouille:" En muchos sentidos, la labor de un crítico es sencilla. Arriesgamos muy poco y sin embargo disfrutamos de una posición privilegiada sobre aquellos que ofrecen su trabajo y su persona a nuestro juicio. Prosperamos gracias a la crítica negativa,que es divertida de escribir y leer. Pero la triste verdad que debemos enfrentar los críticos, es que en el gran orden de las cosas, cualquier plato común seguramente tiene más sentido que la crítica que lo condena". Estas pocas líneas, que más de uno no habrá tenido la oportunidad de escuchar por aquello de huir del cine de dibujitos, encierra una de las disquisiciones más lúcidas sobre el trabajo de un crítico que haya tenido la oportunidad de analizar. ¿Que por qué sacarlo ahora a colación?. Muy fácil. La última vez que hablamos por aquí de Carlos Giménez, decía que si todas las obras del autor iban a seguir estando al nivel de Koolau, Romances de Andar por Casa o Malos Tiempos, iba a tener que dejar de recomicdar al gran artista español para evitar caer en la monotonía de tacharlo siempre de genio. Quiso la casualidad, pues no fue otra quien guió mi mano, que la siguiente lectura fuera este Cuentos del 2000 y Pico en lugar de optar por alguno de los otros volúmenes de Giménez que aguardan en mis estanterías. Y debido a ella, di con una obra "menor" del artista que podría usar para esa crítica algo negativa (negativa por completo resulta imposible con Giménez) de la que hablaba Ego. Pero he decidido que no lo voy a hacer.
En lugar de ello, y dejándome guiar por el buen humor en el que me encuentro en el momento de escribir estas líneas (derivado, qué duda cabe, de las risas que acabo de echar), voy a usar el espacio de esta recomicdación para hablar de las virtudes (muchas) que encierra esta simpatiquísima obra, dejando los defectos (pocos) para que cada uno los descubra si es que decide hacerse con ella.
Principal virtud de Cuentos del 2000 y Pico es lo sangrante del humor con el que Giménez trastoca los relatos clásicos de los Hermanos Grimm, Andersen y compañía para adaptarlos a los tiempos que corren. Unos tiempos en los que a continuación del eterno "Érase una vez..." el artista casi siempre interpone la misma premisa de partida, una familia muy pobre, en paro y sin subsidio. Tal decisión obliga al lector a recordar, cada vez que comienza una nueva historia, que aquí no vamos a encontrar moderadas variaciones sobre Aladino, Hansel y Gretel o La Bella Durmiente, sino sarcásticas y cáusticas remodelaciones de los parámetros en los que estos y otros cuentos se movían para darles un giro bastante abrupto. Así, no debería sorprendernos que la bruja de Hansel y Gretel se gane la vida haciendo hamburguesas con la carne de los niños que atrapa; que para despertar de su sueño, La Bella Durmiente tenga que echar un polvo de campeonato o que los cuarenta ladrones de Ali Babá sean banqueros corruptos.
Sin mostrar clemencia con nada y con nadie, Giménez arremete desde el humor más descarado contra estamentos religiosos y políticos (las apariciones de Aznar son delirantes) y no deja títere con cabeza mientras estructura la narración con un esquema clásico de tres por tres viñetas, permitiendo de esta manera dejar entrever que a la fluidez de su trazo (quizás más gamberro que nunca) no le hacen falta las magistrales composiciones de Koolau para lograr una narrativa dinámica y brillante que arranca carcajadas del lector página sí, página también.
En lugar de ello, y dejándome guiar por el buen humor en el que me encuentro en el momento de escribir estas líneas (derivado, qué duda cabe, de las risas que acabo de echar), voy a usar el espacio de esta recomicdación para hablar de las virtudes (muchas) que encierra esta simpatiquísima obra, dejando los defectos (pocos) para que cada uno los descubra si es que decide hacerse con ella.
Principal virtud de Cuentos del 2000 y Pico es lo sangrante del humor con el que Giménez trastoca los relatos clásicos de los Hermanos Grimm, Andersen y compañía para adaptarlos a los tiempos que corren. Unos tiempos en los que a continuación del eterno "Érase una vez..." el artista casi siempre interpone la misma premisa de partida, una familia muy pobre, en paro y sin subsidio. Tal decisión obliga al lector a recordar, cada vez que comienza una nueva historia, que aquí no vamos a encontrar moderadas variaciones sobre Aladino, Hansel y Gretel o La Bella Durmiente, sino sarcásticas y cáusticas remodelaciones de los parámetros en los que estos y otros cuentos se movían para darles un giro bastante abrupto. Así, no debería sorprendernos que la bruja de Hansel y Gretel se gane la vida haciendo hamburguesas con la carne de los niños que atrapa; que para despertar de su sueño, La Bella Durmiente tenga que echar un polvo de campeonato o que los cuarenta ladrones de Ali Babá sean banqueros corruptos.
Sin mostrar clemencia con nada y con nadie, Giménez arremete desde el humor más descarado contra estamentos religiosos y políticos (las apariciones de Aznar son delirantes) y no deja títere con cabeza mientras estructura la narración con un esquema clásico de tres por tres viñetas, permitiendo de esta manera dejar entrever que a la fluidez de su trazo (quizás más gamberro que nunca) no le hacen falta las magistrales composiciones de Koolau para lograr una narrativa dinámica y brillante que arranca carcajadas del lector página sí, página también.
Sergio Benítez (363)
3 comentarios:
Allá por finales de los 90 estaba recuperando Glenat a este autor, reeditándole en unas ediciones fantásticas obras que deberían de estar en cualquier fondo de librería, un poquito antes descubrí Paracuellos, obra que me impacto y no conocía. Por aquel entonces se esperaba con cierta espectación este tebeo que hoy recomic-enda Sergio, porque era la vuelta de Giménez a la actualidad, tebeo que para mi fue una gran decepción, después de Barrio, Paracuellos, Koolau, etc., me creía yo que todo el monte era orégano.
Con el paso de los años he vuelto a leer esta obra, y ahora si, con cierto agrado pero con la idea de que es, con diferencia, lo peor que he leido del maestro.
Un saludo.
Oscar.
Se puede decir más alto pero no más claro. Ahora bien, yo para peor obra de Giménez me quedaría con Delta 99...aunque cualquier trabajo suyo, incluso el peor, le de sopa con ondas a muchos de los mejores de otros, que todo hay que decirlo.
Saludetes Óscar,
Sergio
Este señor es muy grande ... ¡y solo he leído Paracuellos! Pero ya ahí se ve su grandeza. A ver si puedo disfrutar de alguna de sus obras proximamente (via biblioteca regional of course).
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