

Guión: Peter David
Dibujo: Sam Kieth
Editorial: Forum
Formato: Tomo Rústica. 104 Páginas
Calificación: 6/10
Andaba Forum liada con los fastos de su décimo aniversario cuando un pipiolo con algo de acné y mucha curiosidad por comprobar si había algo más de vida en los tebeos al margen de Astérix, Tintín, Mortadelo (y cía.) y Superlópez se aventuraba a comprar un tomito de un llamativo color rojo con un tío peludo, desnudo y con seis garras que daban bastante susto. El pipiolo, ocviamente (que dirían Les Luthiers) era un servidor. El tebeo, Lobezno ¡Sediento de Sangre!.
Así es, queridos lectores, este tebeo, junto con algunos otros que ahora mismo no recuerdo (o más bien no quiero recordar) supuso mi puerta de entrada al mágico mundo de La Casa de las Ideas...al menos de forma oficial (oficiosamente había leído algo de Spider-man y La Masa siendo un tierno infante). En los diecisiete años que han transcurrido desde entonces el recuerdo de lo pergeñado por David y Kieth se mantenía tan imborrable como en alta estima, por lo que cuando Mario y el que suscribe comenzaron a pensar las recomicdaciones que irían incluidas en este especial dedicado a Lobezno, no tuve duda alguna de que ¡Sediento de Sangre! tenía que formar parte de la selección. Ello me iba a permitir volver a valorar, con la experiencia acumulada de estos años, si aquello que en mi juventud tanto me había impactado seguía conservando algo de lo que en su momento pude apreciar.
Por más que me pese, la calificación obtenida es un dato que habla por si sólo, respondiendo sin atisbo de dudas a mis preguntas: un tebeo que en su momento habría superado fácilmente el notable hoy se escapa por los pelos del aprobado justito. ¿Y a qué es debido esto?. Principalmente al guión de David. A ver, teniendo en cuenta que la historia en este tomo recopilada fue editada en su forma original como parte de ocho números del Marvel Comics Presents, tampoco esperaba encontrarme con un guión a la altura de otros trabajos del escritor, pero sí un relato que hiciera justicia al grato recuerdo que guardaba de él y que, a la postre, no llega a pasar de la anécdota descomprimida. Y es precisamente esto último, una característica que cada vez aborrezco más, lo que me habría sacado por completo de la lectura de no haber sido por un pequeño gran detalle, el dibujo de Sam Kieth.
Aquí sí que mis recuerdos no se equivocaban al valorar tanto la labor del artista de Maxx o Epicurus: con un gusto casi psicótico por el detalle y un juego en la composición de página que en no pocas ocasiones recuerda al gran Eisner y su Spirit, Kieth concreta con esta historia de Lobezno uno de sus trabajos más profusos en lo visual, preludio inequívoco de lo que después podríamos verle en la alucinógena Maxx.
Queda aquí pues testimonio de que en muchas ocasiones es recomendable dejar que la memoria guarde los recuerdos que quiera acerca de lecturas o películas (no volváis a ver Una Pandilla Alucinante) que recordamos con cariño. Es preferible eso que pasar por el mal trago de pensar que, o no tenías gusto hace una veintena de años, o tus filias han evolucionado de tal manera que no serías capaz de reconocerte de joven si te llamaras Marty McFly y pudieras encontrarte contigo mismo en el pasado.
Así es, queridos lectores, este tebeo, junto con algunos otros que ahora mismo no recuerdo (o más bien no quiero recordar) supuso mi puerta de entrada al mágico mundo de La Casa de las Ideas...al menos de forma oficial (oficiosamente había leído algo de Spider-man y La Masa siendo un tierno infante). En los diecisiete años que han transcurrido desde entonces el recuerdo de lo pergeñado por David y Kieth se mantenía tan imborrable como en alta estima, por lo que cuando Mario y el que suscribe comenzaron a pensar las recomicdaciones que irían incluidas en este especial dedicado a Lobezno, no tuve duda alguna de que ¡Sediento de Sangre! tenía que formar parte de la selección. Ello me iba a permitir volver a valorar, con la experiencia acumulada de estos años, si aquello que en mi juventud tanto me había impactado seguía conservando algo de lo que en su momento pude apreciar.
Por más que me pese, la calificación obtenida es un dato que habla por si sólo, respondiendo sin atisbo de dudas a mis preguntas: un tebeo que en su momento habría superado fácilmente el notable hoy se escapa por los pelos del aprobado justito. ¿Y a qué es debido esto?. Principalmente al guión de David. A ver, teniendo en cuenta que la historia en este tomo recopilada fue editada en su forma original como parte de ocho números del Marvel Comics Presents, tampoco esperaba encontrarme con un guión a la altura de otros trabajos del escritor, pero sí un relato que hiciera justicia al grato recuerdo que guardaba de él y que, a la postre, no llega a pasar de la anécdota descomprimida. Y es precisamente esto último, una característica que cada vez aborrezco más, lo que me habría sacado por completo de la lectura de no haber sido por un pequeño gran detalle, el dibujo de Sam Kieth.
Aquí sí que mis recuerdos no se equivocaban al valorar tanto la labor del artista de Maxx o Epicurus: con un gusto casi psicótico por el detalle y un juego en la composición de página que en no pocas ocasiones recuerda al gran Eisner y su Spirit, Kieth concreta con esta historia de Lobezno uno de sus trabajos más profusos en lo visual, preludio inequívoco de lo que después podríamos verle en la alucinógena Maxx.
Queda aquí pues testimonio de que en muchas ocasiones es recomendable dejar que la memoria guarde los recuerdos que quiera acerca de lecturas o películas (no volváis a ver Una Pandilla Alucinante) que recordamos con cariño. Es preferible eso que pasar por el mal trago de pensar que, o no tenías gusto hace una veintena de años, o tus filias han evolucionado de tal manera que no serías capaz de reconocerte de joven si te llamaras Marty McFly y pudieras encontrarte contigo mismo en el pasado.
Sergio Benítez (153)