martes, 27 de julio de 2010

MORIRE A MEDIANOCHE

Guión: Kyle Baker

Dibujo: Kyle Baker

Editorial: Norma

Formato: 96 Páginas

Precio: 10,50 €

Calificación: 8/10


A finales de 1999 (iba a decir finales de siglo, pero no quiero entrar en absurdas polémicas) el mundo vivía preocupado sobre la posibilidad de que la llegada del año 2000 fuera interpretada por los ordenadores que rigen el mundo (aviones, comunicaciones, electricidad, etc.) como que la fecha era 1900, y todo se viera sumido en la oscuridad y el caos.


Con semejante material como premisa, y acostumbrado a jugar con las inquietudes y neuras de la sociedad para escribir muchas de las historias que publicada mes a mes, el sello Vértigo editó en esa fecha una serie de especiales que tenía mucho que ver con el Y2K (el fin del milenio y sus consecuencias), y que bautizaría como V2K. Dentro de la irregular producción de títulos, aparecerían obras como Totems, de Tom Peyer, donde Shade, Animal Man, La Cosa del Pantano o John Contastine se reúnen en una extraña fiesta fin de milenio, rodeados de Conspiradores y alienigenas.


Por suerte, el experimento V2K dio mejores frutos, como el que nos ocupa. Moriré a Medianoche cuenta la historia de Larry, a tan sólo 90 minutos de la llegada del año 2000. Su novia Muriel acaba de dejarle, y Larry ha decidido acabar con su sufrimiento, ingiriendo un bote entero de pastillas. Pero claro, cuando acaba de imprimir su nota de suicidio (sí, de imprimirla), y de tomar la última pastilla, la mismísima Muriel aparece en el apartamento de Larry, diciéndole que lo ha pensado mejor, y que quiere que vuelvan juntos. A partir de ahí, la noche de Larry camino al nuevo año será un titánico esfuerzo por vomitar las pastillas ingeridas, y encontrar otras pastillas que contrarresten el efecto.


El personal hacer de Kyle Baker hace el resto. Con su particular estilo Cartoon, y casi como si de un Storyboard cinematográfico se tratase, las viñetas son “subtituladas” con los diálogos que deberían aparecer en su interior. De ritmo frenético, estos noventa minutos de la vida de Larry pasan como una exhalación, y como queriendo acompañarle en su frenética carrera por salvar su vida, la propia lectura parece acelerarse, saltando entre las paginas para ver como la capacidad narrativa del señor Baker sigue en plena forma, y casi no necesita de textos de apoyo para contarnos una historia.


En el trayecto, páginas tan efectivas como el reencuentro entre Larry y Muriel, contado en segundo plano, ya que el primero lo ocupa el bote vacío de pastillas que lo provoca todo, una persecución en las alturas con la muchedumbre de Times Square que espera la celebración del nuevo año, o ese impagable primer plano de Larry escuchando al conserje que le ha interrumpido cuando pretendía vomitar las pastillas, para contarle una estremecedora historia personal. En resumen, una obra capaz de satisfacer tanto a los incondicionales del autor de Porqué odio Saturno (cuya imposible adaptación cinematográfica se anuncia en el Times Square de este comic), y a cualquiera que se acerque por vez primera a su particular universo de Tex Avery enloquecido.


Jose (59)

2 comentarios:

sebelo2 dijo...

Personalmente, prefiero a este Baker (o al de You Are Here) que al de rarezas tan admiradas como Cowboy Wally o ese Rey David que ni carecía de final.
Ahora bien, donde este autor pone a todo el mundo de acuerdo es con su Por qué odio Saturno, una genialidad como la copa de un pino.
Saludetes,
Sergio

Marcos Mateu dijo...

Extraordinario trabajo de Kyle Baker como practicamente todo lo que le he visto!