Dibujo: Juanjo Guarnido
Editorial: Norma
Formato: Album Cartoné. 48 Páginas c/u
Precio: 13€ c/u
Calificación: 8.5/10
Después de los tres (alucinantes) álbumes de Blacksad, y a la espera de que retome el personaje, estaba expectante ante cuál sería el nuevo proyecto en el que se embarcaría el granadino Juanjo Guarnido. Estando más o menos al tanto de los lanzamientos del país vecino a través de la imprescindible BDnet, sabía de la edición, el pasado mes de enero, de Sorcelleries, en el que Díaz Canales (guionista de Blacksad) era sustituido por Teresa Valero, su esposa. Lo que no me podía esperar era, por una parte, que Norma se apresuraría tantísimo en la edición del primer álbum aparecido en Francia; y por la otra, que este iba a suponer una lectura tan ESTUPENDA.
Brujeando nos muestra un particular universo dividido en tres mundos: el de las brujas, el de las hadas y el nuestro, el de los humanos. Aunque los tres tienen conexiones, prefieren vivir ignorándose de forma educada. En el de las brujas encontramos a las tres protagonistas, Brygia y Sortílega, grandes admiradoras de David Choppedbeef, clara contrapartida cachonda del ilusionista David Copperfield, y que se entretienen con las disputas más absurdas, y su hermana Febris, una vieja achacosa con gafas culo de botella que prefiere admirar a Tallarín (Juan Tamariz). El mundo de las hadas está regido por Oberón y Titania, que tienen cuatro hijas a cual más pija e insoportable y cuentan con la ayuda del duende Puck.
La relativa paz en la que viven ambos mundos, el de las brujas y el de las hadas, se verá interrumpido por dos hechos: el regreso a casa de sus "tías" de Panacea, una bruja que se fue a vivir al mundo de los mortales y regresa casada y con una hija; y, por otra parte, por la aparición en la vida de las ancianas hermanas de un retoño de hada que se ha escapado de su mundo. A estos dos hechos se les unen, el trasfondo de la fiesta de Walpurgis, y el que el marido de Panacea sea un consumista compulsivo dispuesto a poner al día el anticuado mundo de las brujas con adelantos como la tele o los móviles.
Como pueden imaginar (y si no pueden, Valero y Guarnido ya lo hacen por ustedes) este surrealista lienzo sirve a guionista y dibujante para recrear una lectura que arranca con facilidad pasmosa la carcajada del lector: la conjunción de elementos recurrentes en los relatos de brujas con otros procedentes de la literatura shakespeariana (Oberón, Titania y Puck son personajes de El Sueño de Una Noche de Verano) mezclados con gotas de nuestra vida cotidiana provocan que la risa asome de forma continua durante todo el relato, estallando en toda su amplitud en la fiesta de Walpurgis, donde recursos comunes de la televisión, como son hoy los sms sobrepuestos en la pantalla, acidifican un humor fresco y muy poco común.
En cuanto a lo que la labor de Guarnido se refiere, encontramos a un dibujante que, aunque recuerda en algunos momentos a su magna obra, intenta alejarse de la misma lo suficiente como para ofrecer un trabajo novedoso. Así, los personajes de Brujeando son exagerados y caricaturescos, mezclando Guarnido en su particular paleta, influencias que van de Disney a Uderzo. Y si en el guión los mejores momentos se reservan para la mágica fiesta, el dibujo no es menos: por las viñetas que nos muestran panorámicas de los invitados al festejo podemos encontrar toda una miríada de diferentes "monstruos" que van desde Peter Lorre (el inolvidable M. el Vampiro de Dusseldorf) a Michael Jackson pasando por Hitler, Stalin, Vampirella, Freddy Krueger, el Monstruo de las Galletas, Gandalf, la Cosa del Pantano, Popeye, John Wayne, Marty Feldman, Pinhead, Hannibal Lecter, Conan, el Drácula de Coppola, un simio del Planeta de los Simios y muchísimos más que me dejo en el tintero.
El segundo tomo ofrece más de lo mismo, pero claro, si lo mismo es humor de calidad que hace reir sin parar; un guión en el que se siguen repasando con cínica mirada los tópicos de las novelas de fantasía heróica (impagables los elfos) y se continúa arremetiendo contra las innovaciones tecnológicas de la sociedad moderna con la televisión (lo del cásting es desternillante) y todos los nuevos robots de cocina y hogar diseñados para hacer nuestra vida más fácil; y un dibujo en el que Guarnido se desmelena dejando que su vis más cómica se haga cargo del festejo alocado que es cada página, pues no hay mucho que objetar...a que sea más de lo mismo, quiero decir.
Lo que resta, al acabar la lectura y soltar la última risotada, es esperar que todo lo que Guarnido nos vaya a ofrecer en un futuro encierre la calidad seria (aunque no exenta de cierta sorna) de Blacksad o el desparpajo hilarante de Brujeando. No se le puede pedir mejor y mayor variedad al dibujante granadino. ¡A Brujear se ha dicho!
Brujeando nos muestra un particular universo dividido en tres mundos: el de las brujas, el de las hadas y el nuestro, el de los humanos. Aunque los tres tienen conexiones, prefieren vivir ignorándose de forma educada. En el de las brujas encontramos a las tres protagonistas, Brygia y Sortílega, grandes admiradoras de David Choppedbeef, clara contrapartida cachonda del ilusionista David Copperfield, y que se entretienen con las disputas más absurdas, y su hermana Febris, una vieja achacosa con gafas culo de botella que prefiere admirar a Tallarín (Juan Tamariz). El mundo de las hadas está regido por Oberón y Titania, que tienen cuatro hijas a cual más pija e insoportable y cuentan con la ayuda del duende Puck.
La relativa paz en la que viven ambos mundos, el de las brujas y el de las hadas, se verá interrumpido por dos hechos: el regreso a casa de sus "tías" de Panacea, una bruja que se fue a vivir al mundo de los mortales y regresa casada y con una hija; y, por otra parte, por la aparición en la vida de las ancianas hermanas de un retoño de hada que se ha escapado de su mundo. A estos dos hechos se les unen, el trasfondo de la fiesta de Walpurgis, y el que el marido de Panacea sea un consumista compulsivo dispuesto a poner al día el anticuado mundo de las brujas con adelantos como la tele o los móviles.
Como pueden imaginar (y si no pueden, Valero y Guarnido ya lo hacen por ustedes) este surrealista lienzo sirve a guionista y dibujante para recrear una lectura que arranca con facilidad pasmosa la carcajada del lector: la conjunción de elementos recurrentes en los relatos de brujas con otros procedentes de la literatura shakespeariana (Oberón, Titania y Puck son personajes de El Sueño de Una Noche de Verano) mezclados con gotas de nuestra vida cotidiana provocan que la risa asome de forma continua durante todo el relato, estallando en toda su amplitud en la fiesta de Walpurgis, donde recursos comunes de la televisión, como son hoy los sms sobrepuestos en la pantalla, acidifican un humor fresco y muy poco común.
En cuanto a lo que la labor de Guarnido se refiere, encontramos a un dibujante que, aunque recuerda en algunos momentos a su magna obra, intenta alejarse de la misma lo suficiente como para ofrecer un trabajo novedoso. Así, los personajes de Brujeando son exagerados y caricaturescos, mezclando Guarnido en su particular paleta, influencias que van de Disney a Uderzo. Y si en el guión los mejores momentos se reservan para la mágica fiesta, el dibujo no es menos: por las viñetas que nos muestran panorámicas de los invitados al festejo podemos encontrar toda una miríada de diferentes "monstruos" que van desde Peter Lorre (el inolvidable M. el Vampiro de Dusseldorf) a Michael Jackson pasando por Hitler, Stalin, Vampirella, Freddy Krueger, el Monstruo de las Galletas, Gandalf, la Cosa del Pantano, Popeye, John Wayne, Marty Feldman, Pinhead, Hannibal Lecter, Conan, el Drácula de Coppola, un simio del Planeta de los Simios y muchísimos más que me dejo en el tintero.
El segundo tomo ofrece más de lo mismo, pero claro, si lo mismo es humor de calidad que hace reir sin parar; un guión en el que se siguen repasando con cínica mirada los tópicos de las novelas de fantasía heróica (impagables los elfos) y se continúa arremetiendo contra las innovaciones tecnológicas de la sociedad moderna con la televisión (lo del cásting es desternillante) y todos los nuevos robots de cocina y hogar diseñados para hacer nuestra vida más fácil; y un dibujo en el que Guarnido se desmelena dejando que su vis más cómica se haga cargo del festejo alocado que es cada página, pues no hay mucho que objetar...a que sea más de lo mismo, quiero decir.
Lo que resta, al acabar la lectura y soltar la última risotada, es esperar que todo lo que Guarnido nos vaya a ofrecer en un futuro encierre la calidad seria (aunque no exenta de cierta sorna) de Blacksad o el desparpajo hilarante de Brujeando. No se le puede pedir mejor y mayor variedad al dibujante granadino. ¡A Brujear se ha dicho!
Sergio Benítez (67)
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