Dibujo: Max
Editorial: La Cúpula
Formato: Libro Cartoné. 88 Páginas
Precio: 18€
Calificación: 8/10
En ocasiones (que gracias a Dios son las menos) por muy inspirador y ocurrente que sea el tebeo del que toca hablar, como es el caso de este Bardín, servidor se queda bloqueado durante días sin saber como arrancar la recomicdación: aunque suele ser suficiente el dar con una frase para que las ideas se agolpen a la hora de escribir, no siempre suele darse la suerte, y uno deja pasar las horas muertas delante de la pantalla en blanco intentando dar con la idea feliz. Porque, veamos, podría empezar citando a Chris Ware como influencia fundamental de Max a la hora de concretar las varias historias cortas que se recogen en este volumen editado por La Cúpula. Pero eso ya se ha hecho. O podría empezar diciendo que nunca me he fiado de los Premios del Salón e históricamente jamás me había aproximado a alguno de ellos. Pero esto ya lo hice en la recomicdación de S de Gipi. Total, que ando algo perdido pero no quiero dejar pasar más tiempo (ya han transcurrido más de diez días desde que finalicé la lectura) para hablar de una obra que, ante todo, se puede calificar con un mayúsculo DIFERENTE.
Si bien es obvio que por lo menos en el trazo y en la fisionomía de su personaje principal Max se aproxima a la obra del autor de Acme Novelty Library, no lo es menos que el surrealismo (o superrealismo al que hace referencia el título) del que hace gala el autor español tiene cierto tono castizo que lo hace diferenciarse bastante de áquel que luce Ware, aprovechando para ello la excusa argumental de basarse en el particular universo que Buñuel y Dalí conjuraran el siglo pasado. Este apoyo permite al autor crear un imaginario propio muy cercano a los postulados de ambos genios tanto en lo visual (da la impresión de que en cualquier momento nos vamos a encontrar en una viñeta con los relojes de La Persistencia de la Memoria) como en lo que las historias nos van contando, sin duda alguna punto fuerte de Bardín. Y si en todos los relatos incluidos en el volumen el surrealismo/superrealismo es muy palpable, en tres en particular se eleva al grado de brillantez.
Dos de ellas tienen en común ser la manifestación aviñetada de ciertas disquisiciones religioso-filósifico-sociales de Max, arremetiendo el autor contra los fanatismos y las enseñanzas dogmáticas de la religión en unas fabulaciones que de tan reales como son, asustan: caracterizando al Todopoderoso con la forma de un ratón bastante conocido, el español pone en tela de juicio toda la mercadería que se ha montado a lo largo de los siglos (que esto ya viene de antiguo) alrededor de los dioses en general, descalificando a la practica totalidad de la raza humana por no poder en duda constante aquello que se nos plantea desde "arriba". Aglutinando casi todas la visiones religiosas que a uno se le ocurran, pasadas por un irreverente tamiz, Max no deja títere con cabeza a través de las argumentaciones con las que Bardín rebate (o cree rebatir) los envites del polimórfico Dios en una historia genial de principio a fin.
La tercera en discordia es aquella que cierra el volumen y que plasma en imágenes el superego del protagonista a través de la visualización onírica de un paseo del mismo por lo más profundo de su psique. Lúcido y elocuente, Max vuelve a dar aquí ciertas lecciones a esas "mentes preclaras" que (muchas veces auspiciadas por los fanatismos extremos) creen que la violencia y la ira son la rápida solución a muchos de los problemas de la humanidad, cuando en realidad (y de tan obvio que es resulta evidente porque los humanos nos olvidamos una y otra vez) aquella pasa por todo lo contrario: el entedimiento, el razonamiento y, por supuesto, el diálogo. SIEMPRE el diálogo.
Si bien es obvio que por lo menos en el trazo y en la fisionomía de su personaje principal Max se aproxima a la obra del autor de Acme Novelty Library, no lo es menos que el surrealismo (o superrealismo al que hace referencia el título) del que hace gala el autor español tiene cierto tono castizo que lo hace diferenciarse bastante de áquel que luce Ware, aprovechando para ello la excusa argumental de basarse en el particular universo que Buñuel y Dalí conjuraran el siglo pasado. Este apoyo permite al autor crear un imaginario propio muy cercano a los postulados de ambos genios tanto en lo visual (da la impresión de que en cualquier momento nos vamos a encontrar en una viñeta con los relojes de La Persistencia de la Memoria) como en lo que las historias nos van contando, sin duda alguna punto fuerte de Bardín. Y si en todos los relatos incluidos en el volumen el surrealismo/superrealismo es muy palpable, en tres en particular se eleva al grado de brillantez.
Dos de ellas tienen en común ser la manifestación aviñetada de ciertas disquisiciones religioso-filósifico-sociales de Max, arremetiendo el autor contra los fanatismos y las enseñanzas dogmáticas de la religión en unas fabulaciones que de tan reales como son, asustan: caracterizando al Todopoderoso con la forma de un ratón bastante conocido, el español pone en tela de juicio toda la mercadería que se ha montado a lo largo de los siglos (que esto ya viene de antiguo) alrededor de los dioses en general, descalificando a la practica totalidad de la raza humana por no poder en duda constante aquello que se nos plantea desde "arriba". Aglutinando casi todas la visiones religiosas que a uno se le ocurran, pasadas por un irreverente tamiz, Max no deja títere con cabeza a través de las argumentaciones con las que Bardín rebate (o cree rebatir) los envites del polimórfico Dios en una historia genial de principio a fin.
La tercera en discordia es aquella que cierra el volumen y que plasma en imágenes el superego del protagonista a través de la visualización onírica de un paseo del mismo por lo más profundo de su psique. Lúcido y elocuente, Max vuelve a dar aquí ciertas lecciones a esas "mentes preclaras" que (muchas veces auspiciadas por los fanatismos extremos) creen que la violencia y la ira son la rápida solución a muchos de los problemas de la humanidad, cuando en realidad (y de tan obvio que es resulta evidente porque los humanos nos olvidamos una y otra vez) aquella pasa por todo lo contrario: el entedimiento, el razonamiento y, por supuesto, el diálogo. SIEMPRE el diálogo.
Sergio Benítez (326)
4 comentarios:
Este me lo dejó mi hermano acabado de leer por mi parte el Jimmy Corrigan. Ya tenia hecho el cuerpo a cosas extrañas y la verdad es que me encantó.
En unas de las jornadas de la viñeta de Sevilla asistió, mi brother, a una charleta que daba Max. El tio con pinta de macarra resulto ser un personaje entrañable. Al terminar le pidio un dibujillo y le hizo el cabezon ese de la portada con una plumilla. Y vaya si tiene vicio el tipo.
Un genio patrio que no consigue quitarse la etiqueta de underground.
Saludazos
Es que, por muchas cosas que haga, el Peter Punk es algo que le ha estigmatizado para toda su carrera.
Y eso que alejado de ésa serie no son pocas cosas las que ha producido, pero...
Saludos!
PD: Creo que la palabra de verificación intenta mandarme un mensaje cifrado. Al "cular" de ésta mañana habría que añadir ahora "kings"...
Si que es diferente este Bardín. Antológica la historia de las semillas. Cuanta razón teneís sobre la estigmatización de Max.
Saludos
Poco puedo opinar sobre la estigmatización de Max dado que este Bardín era lo primero que le leía al autor. Pero vamos, si el resto de sus trabajos son la mitad de buenos que este, ¿dónde hay que firmar para llevárselos?
Saludetes,
Sergio
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