Editorial: Bookadillo
Formato: Álbum Cartoné. 64 Páginas
Precio: 16€
Calificación: 6.5/10
Con motivo de la publicación del cuarto volumen de la serie, reciclo (aunque sólo en parte) la reseña escrita para el ComicBites de BsoSpirit hace ahora tres años (los fragmentos que tome prestados de dicha reseña aparecerán en cursiva).
A lo largo de la historia mucho se ha hablado de la mítica Tartessos: una isla situada en el archipiélago que en la antigüedad conformaba la zona que hoy se extiende desde Doñana hasta la Bahía de Cádiz, Tartessos fue conocida por los grandes adelantos técnicos que se suponen alcanzaron sus habitantes, así como por la perfección de su orfebrería y la calidad de su cultura. Sea como fuere (y al respecto hay gran cantidad de mitos) Tartessos desapareció y con ella todo lo que su cultura llego a dar de sí (fragmentos dispersos han llegado hasta nuestros días en diversas piezas del Tesoro del Carambolo).
Con un rigor histórico que raya en el delirio por el detalle, pero con la sencillez que aporta el dibujo de Paco Nájera y el humor (finamente irónico) que destilan los guiones de Santiago Girón y el propio dibujante, Tartessos: La Ruta del Estaño inauguraba un ambicioso proyecto que pretendía lanzar al saturado mercado editorial un par de volúmenes al año. Tales previsiones se vieron alteradas con el paso de los meses y, tras la marcha de Santiago Girón en el tercer volúmen, la periodicidad de la serie parece que se ha quedado fijada en un tomo al año.
Centrándonos en la parte gráfica hay que decir que el dibujo de Paco Nájera (al que tan sólo conocía por esas hilarantes páginas de El Capitán Tronado) es brillante, y aunque su storytelling pierde efectividad por el uso que hace de esas enormes viñetas (por otra parte comprensible si se tiene en cuenta el público infantil que seguro es objetivo de este lanzamiento), como dibujante efectúa una síntesis perfecta entre la caricatura (que domina sin problemas), el cartoon más clásico y el inevitable sabor europeo que destilan las 60 páginas de que consta la historia. Con un diseño de personajes muy acertado (estupendo sobre todo el malo de la función, ese ubicuo Arbakala) y unos decorados en los que se nota sobre todo la amplia tarea de documentación llevada a cabo por el artista jienense, la parte gráfica de la serie se aleja del referente inmediato que el propio Nájera cita en la presentación de la colección: Tartessos no es Astérix, ni pretende serlo. Las similitudes que se puedan encontrar (ese nombre del jefe bretón) son puramente casuales, asentándose con este primer número un nuevo universo lleno de posibilidades y muy alejado de las aventuras del inmortal galo.
Es precisamente ese intento por desligarse de la alargada sombra de la creación de Gosciny y Uderzo el que ha terminado fijando el carácter de la serie una vez Girón deja los guiones en manos de Nájera. Así, los volúmenes tres y cuatro carecen del alocado humor de los dos primeros, centrándose el autor jienense en ir ampliando cada vez más el campo de acción en el que mover la serie, y menos en hacer reir a los lectores potenciales de la misma. Lo que consigue con este movimiento es, sin duda, aumentar el inherente carácter didáctico de la obra, ya sea en aras de dar a conocer las múltiples localizaciones geográficas por las que mueve a sus personajes, o por hacer llegar a los más jóvenes el fascinante mundo de la mitología que tan sutilmente queda presentado en cada nuevo álbum.
Sea como fuere, la promesa que hace tres años apuntaba Tartessos: La Ruta del Estaño como nueva serie mediante la que lectores jóvenes pudieran acercarse a un tebeo de producción patria de forma recurrente es ya una realidad después de los cuatro tomos editados. En la evolución desde ese primer tomo hasta este Pasado Atlante, Tartessos se ha desprendido de ciertas características, ganando en otras cuyo descubrimiento, como siempre, dejaremos al lector.
Centrándonos en la parte gráfica hay que decir que el dibujo de Paco Nájera (al que tan sólo conocía por esas hilarantes páginas de El Capitán Tronado) es brillante, y aunque su storytelling pierde efectividad por el uso que hace de esas enormes viñetas (por otra parte comprensible si se tiene en cuenta el público infantil que seguro es objetivo de este lanzamiento), como dibujante efectúa una síntesis perfecta entre la caricatura (que domina sin problemas), el cartoon más clásico y el inevitable sabor europeo que destilan las 60 páginas de que consta la historia. Con un diseño de personajes muy acertado (estupendo sobre todo el malo de la función, ese ubicuo Arbakala) y unos decorados en los que se nota sobre todo la amplia tarea de documentación llevada a cabo por el artista jienense, la parte gráfica de la serie se aleja del referente inmediato que el propio Nájera cita en la presentación de la colección: Tartessos no es Astérix, ni pretende serlo. Las similitudes que se puedan encontrar (ese nombre del jefe bretón) son puramente casuales, asentándose con este primer número un nuevo universo lleno de posibilidades y muy alejado de las aventuras del inmortal galo.
Es precisamente ese intento por desligarse de la alargada sombra de la creación de Gosciny y Uderzo el que ha terminado fijando el carácter de la serie una vez Girón deja los guiones en manos de Nájera. Así, los volúmenes tres y cuatro carecen del alocado humor de los dos primeros, centrándose el autor jienense en ir ampliando cada vez más el campo de acción en el que mover la serie, y menos en hacer reir a los lectores potenciales de la misma. Lo que consigue con este movimiento es, sin duda, aumentar el inherente carácter didáctico de la obra, ya sea en aras de dar a conocer las múltiples localizaciones geográficas por las que mueve a sus personajes, o por hacer llegar a los más jóvenes el fascinante mundo de la mitología que tan sutilmente queda presentado en cada nuevo álbum.
Sea como fuere, la promesa que hace tres años apuntaba Tartessos: La Ruta del Estaño como nueva serie mediante la que lectores jóvenes pudieran acercarse a un tebeo de producción patria de forma recurrente es ya una realidad después de los cuatro tomos editados. En la evolución desde ese primer tomo hasta este Pasado Atlante, Tartessos se ha desprendido de ciertas características, ganando en otras cuyo descubrimiento, como siempre, dejaremos al lector.
Sergio Benítez (41)
No hay comentarios:
Publicar un comentario