Dibujo: Alfonso Azpiri
Editorial: Planeta DeAgostini
Formato: Álbum Cartoné. 160 Páginas
Precio: 14.95€
Calificación: 6.5/10
Si en la recomicdación de MOT que hacíamos por aquí hace ya casi un año, servidor tiraba de memoria y recordaba haber leído las aventuras del enorme monstruo en el suplemento Pequeño País, con Lorna la asociación nostálgica se producía, no hacia MASTIA, la revista erótica donde primero se editaron los relatos de cuatro páginas de la curiosa heroína; y ni siquiera hacia CIMOC, donde Norma siguió publicándolas, ya en la revista, ya en los Extra Color. No, la memoria aquí me jugaba una mala pasada y me hacía confundir a la "profesora" con alguna de las mujeres imposibles con las que Azpiri había ilustrado muchos de los juegos de Spectrum con los que el que esto suscribe se había criado. Subsanada la equivocación inicial, si claro había tenido en su momento que MOT iba a terminar en mi tebeoteca, con Lorna la situación era la misma, pues pocas dudas cabían acerca de su lugar idóneo en mis estanterías.
Ahora bien, si con los dos volúmenes de MOT guardaba ciertos indicios de los derroteros por los que se desarrolló la serie, de Lorna no tenía ni la más remota idea más allá de su contenido erótico. Leído el volumen editado por Planeta, que acompaña a las historias con una introducción de Alex de la Iglesia, y varias páginas de bocetos del artista, tengo que admitir que la impresión ha sido irregular y muy diferenciada entre las historias en blanco y negro y aquellas en color por una parte, y entre lo que el guión da de sí en términos generales con respecto al dibujo, por la otra.
Que Azpiri es un dibujante consumado, no hay Dios que lo ponga en duda. Que su trazo es reconocible a la legua, mucho menos. Que dibujando mujeres y tecnología es un genio es una verdad tan innegable como las anteriores. Y que narra como se le antoja...bueno...quizás aquí sí podríamos apostillar algo. Y es que en esa compulsión por llenar la viñeta (sobre todo en lo que a las historias de Mouse Club, la parte en color, se refiere) de todo tipo de detalles y personajes, el autor muchas veces deja de lado la claridad con la que sí se caracterizan los relatos en blanco y negro para pasar a ser algo confuso, tanto, que ciertas viñetas necesitarán de más de un vistazo para poder ser aprehendidas.
Con todo, es este un defecto que queda ampliamente paliado por el genial humor gráfico que desprenden las historias en blanco y negro, unas historias que, como apuntaba antes, se elevan como lo más fresco de todo el volumen por mor de las constantes referencias "freaks" que Azpiri introduce a lo largo de la narración. Ya en la concecpción de Matías, el robot que acompaña a la protagonista, se notan las influencias de cierto androide dorado de cierta saga galáctica (unas influencias que en un momento dado Azpiri pone en relevancia con el típico comentario de C3PO de "domino más de x millones de formas de comunicación"). Al margen de esta, quizás la más prolongada por cuanto estamos hablando del co-protagonista, a lo largo de todos los relatos, de cuatro páginas de extensión, el autor deja que por las viñetas pululen Darth Vader, Leia, una particular versión de los Jawas, Superman, Blas, el Monstruo de las Galletas, Pedro Picapiedra, la nave de Alien, el 8º Pasajero o Frodo, Sam, Legolas y Gandalf. Todo un homenaje a la cultura popular de la época que incide además de forma muy positiva en el fresco sentido del humor que desprenden estos capítulos.
Lamentablemente, más allá de ese disparatado sentido del humor, y del hecho de que cada nueva aventura sea más bizarra si cabe que la anterior (y que en todas Lorna tenga que pasarse por la piedra a multitud de seres a cada cual más extraño), Lorna, sobre todo cuando arrancan las aventuras a color, tiene muy poco que ofrecer a nivel de historia al lector avezado que encontrará su guión algo simple, desangelado y carente de un objetivo final más allá de provocar muchas carcajadas, un objetivo muy sano, sí, pero que se antoja muy poco ambicioso para un autor de la talla de Azpiri. Esperemos que futuros volúmenes de la serie mejoren la calidad argumental y superen el serio obstáculo que esta supone en la lectura. Sea como sea, aquí estaremos para informarles puntualmente de ello.
Ahora bien, si con los dos volúmenes de MOT guardaba ciertos indicios de los derroteros por los que se desarrolló la serie, de Lorna no tenía ni la más remota idea más allá de su contenido erótico. Leído el volumen editado por Planeta, que acompaña a las historias con una introducción de Alex de la Iglesia, y varias páginas de bocetos del artista, tengo que admitir que la impresión ha sido irregular y muy diferenciada entre las historias en blanco y negro y aquellas en color por una parte, y entre lo que el guión da de sí en términos generales con respecto al dibujo, por la otra.
Que Azpiri es un dibujante consumado, no hay Dios que lo ponga en duda. Que su trazo es reconocible a la legua, mucho menos. Que dibujando mujeres y tecnología es un genio es una verdad tan innegable como las anteriores. Y que narra como se le antoja...bueno...quizás aquí sí podríamos apostillar algo. Y es que en esa compulsión por llenar la viñeta (sobre todo en lo que a las historias de Mouse Club, la parte en color, se refiere) de todo tipo de detalles y personajes, el autor muchas veces deja de lado la claridad con la que sí se caracterizan los relatos en blanco y negro para pasar a ser algo confuso, tanto, que ciertas viñetas necesitarán de más de un vistazo para poder ser aprehendidas.
Con todo, es este un defecto que queda ampliamente paliado por el genial humor gráfico que desprenden las historias en blanco y negro, unas historias que, como apuntaba antes, se elevan como lo más fresco de todo el volumen por mor de las constantes referencias "freaks" que Azpiri introduce a lo largo de la narración. Ya en la concecpción de Matías, el robot que acompaña a la protagonista, se notan las influencias de cierto androide dorado de cierta saga galáctica (unas influencias que en un momento dado Azpiri pone en relevancia con el típico comentario de C3PO de "domino más de x millones de formas de comunicación"). Al margen de esta, quizás la más prolongada por cuanto estamos hablando del co-protagonista, a lo largo de todos los relatos, de cuatro páginas de extensión, el autor deja que por las viñetas pululen Darth Vader, Leia, una particular versión de los Jawas, Superman, Blas, el Monstruo de las Galletas, Pedro Picapiedra, la nave de Alien, el 8º Pasajero o Frodo, Sam, Legolas y Gandalf. Todo un homenaje a la cultura popular de la época que incide además de forma muy positiva en el fresco sentido del humor que desprenden estos capítulos.
Lamentablemente, más allá de ese disparatado sentido del humor, y del hecho de que cada nueva aventura sea más bizarra si cabe que la anterior (y que en todas Lorna tenga que pasarse por la piedra a multitud de seres a cada cual más extraño), Lorna, sobre todo cuando arrancan las aventuras a color, tiene muy poco que ofrecer a nivel de historia al lector avezado que encontrará su guión algo simple, desangelado y carente de un objetivo final más allá de provocar muchas carcajadas, un objetivo muy sano, sí, pero que se antoja muy poco ambicioso para un autor de la talla de Azpiri. Esperemos que futuros volúmenes de la serie mejoren la calidad argumental y superen el serio obstáculo que esta supone en la lectura. Sea como sea, aquí estaremos para informarles puntualmente de ello.
Sergio Benítez (312)
2 comentarios:
Fale, no he leído el tomo. Tampoco es que tenga mucho interés en él. Pero lo que sí que he leído hace tiempo eran las primitivas aventuras de Lorna.
En casa teníamos, adquiridos por mi hermano mayor, un par de tomos de Lorna en los que, curiosamente, Azpiri dibujaba, entintaba y, sobre todo, coloreaba como los dibujantes de toda la vida. Me explico: prescindía del aerógrafo para los colores.
Si había algo carácterístico en los posteriores dibujos y portadas de casetes de spectrum (sip, yo también) de Azpiri era el coloreado que utilizaba que, en época anterior al color computerizado, siempre he asociado a la herramienta mencionada que propulsa la tinta con aire.
No sé que fue de ésos tomos. Ni idea de si continuarán en casa de mis padres, si se los llevó mi hermano o si su destino fue un contenedor en alguna limpieza. Pero se me quedó en la memoria el detalle de ver dibujos de Azpiri similares a los de cualquier otro autor, con sus colores planos y todo éso...
Saludos!
Anda que no tendremos todos historias de este tipo: yo tenía este cómic en casa de mis padres....pero ahora la verdad es que no sé ni por dónde andará. En mi caso se aplica a mis primeros Tintines y Astérix, que no tengo ni idea de qué habrá pasado con ellos desde que abandoné el nido de mis progenitores.
En fin, es lo que tiene hacerse mayor.
Saludetes,
Sergio
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