Dibujo: Robert Crumb
Editorial: La Cúpula
Formato: Libro Cartoné. 220 Páginas
Precio: 29.90€
Calificación: 9/10
Que el libro más vendido de la historia (y no lo digo yo, es un comentario que siempre se escucha cuando se habla de La Biblia) sea adaptado al noveno arte no debería ser motivo de extrañeza. Muchos han sido y muchos serán los intentos del catolicismo de atrapar a nuevos fieles, aunque para ello haya que usar un instrumento del "maligno" como son los tebeos (recordemos que según el Dr. Wertham eran el origen de todos los males de la juventud y que el sr.Molina Foix los ponía a la altura de los libros de preescolar). Y ahí tenemos para demostrarlo a gente como Víctor de la Fuente, Serpieri o Jesús Blasco poniendo su talento para diversas adaptaciones de material bíblico que se llevaron a cabo en nuestro país a principios de los ochenta.
Que el libro más vendido de la historia, sea adaptado al noveno arte por Robert Crumb es, como poco, harina de otro costal. El padre del Underground norteamericano (ese movimiento que alteró por completo los estándares de la sociedad yanqui allá por finales de los sesenta) ha sido uno de los autores independientes más alabados dentro de este mundillo gracias a obras tan irreverentes como Fritz el Gato o Las Enseñanzas de Mr. Natural. Es por esto, y no por otro motivo que, cuando supe que Mr. Crumb estaba enfrascado en una traslación a las viñetas del Génesis bíblico no pude más que soltar un sonoro ¿CÓMO?. Ya me imaginaba a todas las profesiones religiosas norteamericanas rasgándose las vestiduras e intentando poco menos que quemar todas las copias del cómic una vez este se editara en Estados Unidos. Podía ver a los típicos capitostes religiosos arremetiendo contra la blasfemia que suponía mostrar desnudos (porque estaba claro que los iba a haber, y en cantidad) acompañando al texto base de la vida de millones de fieles a lo largo y ancho de este mundo. Y muchas más cosas podría haberme imaginado y la verdad final hubiera seguido inmutable: que nada más editarse, la novela gráfica se ha encaramado directamente al primer puesto de la lista de cómics del New York Times y que, al menos hasta donde yo sé, ningún clérigo/cura/sacerdote/obispo (ya se hacen una idea) se ha rasgado la sotana preso de una indignación incontenible.
¿El motivo?. Uno extremadamente simple: Crumb adapta de forma FIEL y PRECISA el Génesis bíblico, no aportando ningún tipo de interpretación personal al mismo, tratando (y consiguiendo) ser lo más neutro posible. El resultado son doscientas veinte páginas de puro talento visual y narrativo. Un talento que ha le ha costado al autor americano cuatro años de su vida pero que, visto el resultado, vale la pena desde la primera a la última viñeta, tanto en lo que a la complicada labor de traslación del texto original se refiere como, sobre todo, a lo que atañe a la vertiente visual.
Condensando nombres, lugares, edades y todo dato que se deriva de la ardua lectura que siempre supone La Biblia (un libro al que, seamos sinceros ahora que no nos escucha nadie, hay que echarle reaños a la hora de leerlo) lo que Crumb termina ofreciéndonos con Génesis es, fuera de toda duda, la mejor aproximación al texto religioso que jamás se haya hecho nunca en este mundillo. Y lo es primero porque en ese intento de desnudar la adaptación de toda afección personal, el autor consigue poner de relieve todas las incongruencias que en nombre de la religión y con La Biblia como base se han cometido a lo largo de la historia: los que nunca se hayan acercado al libro sagrado o lo hicieran en el colegio (como el que esto suscribe) y no estén familiarizados con él, hallarán aquí muchos motivos para rechazar una religión que suele hacer alarde de estar basada en un libro escrito por la mano de un Dios magnánimo, benevolente y que siempre responde a la plegarias de sus fieles, para encontrarse a en realidad a un personaje vengativo, caprichoso, soberbio y déspota al que religiones como el Judaismo profesan devoción.
Al margen de este, quizás el mejor y más inconsciente hallazago por parte de Crumb, Génesis supone la constatación de la entidad de la libre interpretación a la que La Biblia ha sido sometida a lo largo de los siglos, sorprendiendo (y cómo) las prácticas cuasi-incestuosas de muchos de sus protagonistas y los comportamientos moralmente dudosos que los protegidos divinos ostentaban casi siempre. La obra del artista norteamericano se aleja así de raíz de las azucaradas versiones que el catecismo suele ofrecer, algo a lo que el dibujo apoya de una forma asombrosa. El alucinante grafismo de Crumb deja al lector sin aliento a cada tornar de página, con cada nueva viñeta, cada nuevo personaje, cada paisaje. Contemplar la minuciosa tarea que lleva a cabo el dibujante es uno de esos procesos que ralentizan sin remedio la lectura, pero la verdad es que dada la calidad de un trazo con cualidad inexcusable de grabado, este problema poco importa. Sin necesidad de recurrir a grandes aspavientos, con una franqueza tremenda (los desnudos abundan, como debería ser), en riguroso blanco y negro, y con una compulsión por el detalle que se transforma en un trazo profuso que llena cada viñeta hasta el último rincón sin provocar en ningún momento una sensación de horror vacui, sería muy fácil afirmar, aunando en una conclusión lo que aquí hemos arrojado acerca de ella, que Génesis es la Obra Maestra de Robert Crumb pero, ¡diantres, es que lo es!.
Que el libro más vendido de la historia, sea adaptado al noveno arte por Robert Crumb es, como poco, harina de otro costal. El padre del Underground norteamericano (ese movimiento que alteró por completo los estándares de la sociedad yanqui allá por finales de los sesenta) ha sido uno de los autores independientes más alabados dentro de este mundillo gracias a obras tan irreverentes como Fritz el Gato o Las Enseñanzas de Mr. Natural. Es por esto, y no por otro motivo que, cuando supe que Mr. Crumb estaba enfrascado en una traslación a las viñetas del Génesis bíblico no pude más que soltar un sonoro ¿CÓMO?. Ya me imaginaba a todas las profesiones religiosas norteamericanas rasgándose las vestiduras e intentando poco menos que quemar todas las copias del cómic una vez este se editara en Estados Unidos. Podía ver a los típicos capitostes religiosos arremetiendo contra la blasfemia que suponía mostrar desnudos (porque estaba claro que los iba a haber, y en cantidad) acompañando al texto base de la vida de millones de fieles a lo largo y ancho de este mundo. Y muchas más cosas podría haberme imaginado y la verdad final hubiera seguido inmutable: que nada más editarse, la novela gráfica se ha encaramado directamente al primer puesto de la lista de cómics del New York Times y que, al menos hasta donde yo sé, ningún clérigo/cura/sacerdote/obispo (ya se hacen una idea) se ha rasgado la sotana preso de una indignación incontenible.
¿El motivo?. Uno extremadamente simple: Crumb adapta de forma FIEL y PRECISA el Génesis bíblico, no aportando ningún tipo de interpretación personal al mismo, tratando (y consiguiendo) ser lo más neutro posible. El resultado son doscientas veinte páginas de puro talento visual y narrativo. Un talento que ha le ha costado al autor americano cuatro años de su vida pero que, visto el resultado, vale la pena desde la primera a la última viñeta, tanto en lo que a la complicada labor de traslación del texto original se refiere como, sobre todo, a lo que atañe a la vertiente visual.
Condensando nombres, lugares, edades y todo dato que se deriva de la ardua lectura que siempre supone La Biblia (un libro al que, seamos sinceros ahora que no nos escucha nadie, hay que echarle reaños a la hora de leerlo) lo que Crumb termina ofreciéndonos con Génesis es, fuera de toda duda, la mejor aproximación al texto religioso que jamás se haya hecho nunca en este mundillo. Y lo es primero porque en ese intento de desnudar la adaptación de toda afección personal, el autor consigue poner de relieve todas las incongruencias que en nombre de la religión y con La Biblia como base se han cometido a lo largo de la historia: los que nunca se hayan acercado al libro sagrado o lo hicieran en el colegio (como el que esto suscribe) y no estén familiarizados con él, hallarán aquí muchos motivos para rechazar una religión que suele hacer alarde de estar basada en un libro escrito por la mano de un Dios magnánimo, benevolente y que siempre responde a la plegarias de sus fieles, para encontrarse a en realidad a un personaje vengativo, caprichoso, soberbio y déspota al que religiones como el Judaismo profesan devoción.
Al margen de este, quizás el mejor y más inconsciente hallazago por parte de Crumb, Génesis supone la constatación de la entidad de la libre interpretación a la que La Biblia ha sido sometida a lo largo de los siglos, sorprendiendo (y cómo) las prácticas cuasi-incestuosas de muchos de sus protagonistas y los comportamientos moralmente dudosos que los protegidos divinos ostentaban casi siempre. La obra del artista norteamericano se aleja así de raíz de las azucaradas versiones que el catecismo suele ofrecer, algo a lo que el dibujo apoya de una forma asombrosa. El alucinante grafismo de Crumb deja al lector sin aliento a cada tornar de página, con cada nueva viñeta, cada nuevo personaje, cada paisaje. Contemplar la minuciosa tarea que lleva a cabo el dibujante es uno de esos procesos que ralentizan sin remedio la lectura, pero la verdad es que dada la calidad de un trazo con cualidad inexcusable de grabado, este problema poco importa. Sin necesidad de recurrir a grandes aspavientos, con una franqueza tremenda (los desnudos abundan, como debería ser), en riguroso blanco y negro, y con una compulsión por el detalle que se transforma en un trazo profuso que llena cada viñeta hasta el último rincón sin provocar en ningún momento una sensación de horror vacui, sería muy fácil afirmar, aunando en una conclusión lo que aquí hemos arrojado acerca de ella, que Génesis es la Obra Maestra de Robert Crumb pero, ¡diantres, es que lo es!.
Sergio Benítez (308)
3 comentarios:
A mi me pasó igual. Me sorprendió ver que la última y esperadísima obra de Crumb era el Géneis. Luego pensé que sería la mayor mofa que jamás se ha hecho sobre la Biblia y ahora estoy alucinando porque lo que estoy leyendo se parece mucho a lo que me contaban en el colegio en clase de religión con ausencia total de cachondeo. Aún no me lo he terminado pero, por lo menos, me parece una forma atractiva de acercarse al Antiguo Testamento que, ahora que no nos oye nadie, estoy de acuerdo contigo en que es infumable.
Bueno, pues me sumo a eso dde que pensaba que sería una interpretación libre y lanzada a los morros de la comunidad católica o cristiana que se precie de serlo. Pero vaya sorpresa, es más, creo que sí le da en los morros a la comunidad jeje.
" La Biblia (un libro al que, seamos sinceros ahora que no nos escucha nadie, hay que echarle reaños a la hora de leerlo)" (La verdad es que yo tardé un año y medio con sus respectivos parones ;) )
Saludos!
Como dirían en la lengua de la Pérfida Albión: "I rest my case". Coincidimos en que la Biblia es un pestiño de cuidado (sigue sin haber nadie por ahí, ¿no?) y que esta forma de acercarse a ella resulta de lo más gratificante.
Y un año y medio es poco, yo la única vez que lo intenté iba para dos años y algo y sólo llevaba dos terceras partes :S
Saludetes,
Sergio
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