Dibujo: Seth
Editorial: sins entido
Formato: Libro Cartoné. 200 Páginas
Precio: 17.90€
Calificación: 8.5/10
Dice Seth en una estupenda entrevista que hace unos días tuve la oportunidad de ver por la red (búsquenla, vale la pena verla si entienden la lengua de la pérfida Albión) que detesta que muchos críticos lo hayan calificado de nostálgico en las constantes alabanzas hacia su obra. Y lo dice con el conocimiento del sentido peyorativo que hasta cierto punto arrastra el calificativo y, sobre todo, porque si hay un epíteto que defina a la perfección el sentimiento que con más fuerza dimana de las páginas de La Vida es Buena si No te Rindes ese es la melancolía, algo que se constata de manera indefectible cuando uno ve alguna foto del autor canadiense y esa forma tan particular de vestir con la que siempre se muestra. Salido directamente de un armario de la América de la década de los treinta o los cuarenta, Seth es una contradicción en sí mismo. Y de contradicciones, melancolía y maestría a la hora de narrar es de lo que debemos hablar al referirnos a esta insigne obra y a su autor.
Un paseo rápido por las páginas de esta segunda (y estupenda) edición de sins entido del título con el que el autor comenzó a llamar la atención no es capaz de revelar mucho más que una apesadumbrada primera impresión, la que se deriva del bitono y de las muchas ausencias de diálogo que se aprecian a simple vista. Pero no nos dejemos engañar, La Vida es Buena si No te Rindes es mucho más que lo que cualquier mirada furtiva (o para el caso malintencionada) sería capaz de captar, dando Seth toda una lección de maestría narrativa y configurando con este título un primer acercamiento inmejorable a su recién editada (y al parecer soberbia) George Sprott, que aguarda ya en mis estanterías a ser leída.
Centrándonos en el título que nos ocupa, el autor no puede arrancar mejor su narración: mediante un discurso en primera persona y voz en off, Seth se nos presenta como un amante empedernido de los cómics, un coleccionista enfermizo y compulsivo que, cuando se embarca en una empresa, no conoce límites y, sobre todo, una persona que aún teniéndolo relativamente fácil para ser feliz, se empeña en no serlo. Así las cosas, y con unas primeras páginas hipnóticas en las que el autor captura con inusitada facilidad la atención del lector, el hilo conductor que sirve a Seth para llevar a sus sufridos interlocutores por los diversos vericuetos de su vida es la búsqueda impenitente de un dibujante de nombre Kalo que ilustró algunas páginas de humor para la revista The Newyorker. La obsesión que el autor desarrolla por el artista (ficticio como muy bien observa Fran J. Ortiz en su estupendo blog) es el motor que impulsará las doscientas páginas que componen el volumen, una obsesión que en ocasiones rallará lo enfermizo y que llevará al autor a un viaje por los recovecos de su propia memoria y existencia, al viajar, buscando pistas, a algunos lugares en los que pasara su infancia.
La melancolía que Seth imprime a todas sus páginas es una de la que resulta muy fácil (y hasta cierto punto apasionante) impregnarse. No sólo el autor consigue transmitir sin ningún tipo de cortapisas las complejidades y constantes contradicciones que abundan en su existencia (como por ejemplo la incapacidad para mantener una relación estable aunque no le cueste encontrar pareja) a través de unos monólogos intensos y perfectamente insertados en el devenir de la historia, sino que desde el punto de vista meramente visual, La Vida es Buena si No te Rindes es un festín melancólico como pocos. Decía un poco más arriba que el bitono ayudaba a que dicha cualidad apareciera en una rápida mirada al volumen, una mirada que, obviamente no era capaz de captar la forma en la que Seth juega con los ritmos, aparententemente pausados y, sobre todo, los silencios, dedicándose en esos momentos en que su voz se acalla y no hay nada que interrumpa el inquieto movimiento de nuestros ojos, a recorrer mediante fantasmagóricas instántaneas los mudos y sombríos paisajes urbanos de Ontario, haciendo hincapié, ora en sus edificios, ora en las personas que los pueblan.
Testigo mudo del mundo que se desenvuelve ante él, Seth se muestra no obstante muy elocuente cada vez que pretende acercar al lector su gran pasión por el noveno arte. Y lo hace de la mejor manera posible, trufando la narración de constantes menciones a otros cómics que, de un modo u otro, le fueron dejando huella a lo largo de su vida: mucho habría que decir de las numerosas referencias que el canadiense incluye, pero, ya por desconocimiento de algunas de ellas, ya porque para hablar sobre las que sí conocemos (Carlitos o Tintín) necesitaríamos muchas más líneas de las que a estas alturas de la recomicdación estaríais dispuestos a seguir leyendo, dejamos esa tarea y la de descubrir a un autor fascinante y una obra fantástica en vuestras manos. Os aseguro que no os arrepentiréis.
Un paseo rápido por las páginas de esta segunda (y estupenda) edición de sins entido del título con el que el autor comenzó a llamar la atención no es capaz de revelar mucho más que una apesadumbrada primera impresión, la que se deriva del bitono y de las muchas ausencias de diálogo que se aprecian a simple vista. Pero no nos dejemos engañar, La Vida es Buena si No te Rindes es mucho más que lo que cualquier mirada furtiva (o para el caso malintencionada) sería capaz de captar, dando Seth toda una lección de maestría narrativa y configurando con este título un primer acercamiento inmejorable a su recién editada (y al parecer soberbia) George Sprott, que aguarda ya en mis estanterías a ser leída.
Centrándonos en el título que nos ocupa, el autor no puede arrancar mejor su narración: mediante un discurso en primera persona y voz en off, Seth se nos presenta como un amante empedernido de los cómics, un coleccionista enfermizo y compulsivo que, cuando se embarca en una empresa, no conoce límites y, sobre todo, una persona que aún teniéndolo relativamente fácil para ser feliz, se empeña en no serlo. Así las cosas, y con unas primeras páginas hipnóticas en las que el autor captura con inusitada facilidad la atención del lector, el hilo conductor que sirve a Seth para llevar a sus sufridos interlocutores por los diversos vericuetos de su vida es la búsqueda impenitente de un dibujante de nombre Kalo que ilustró algunas páginas de humor para la revista The Newyorker. La obsesión que el autor desarrolla por el artista (ficticio como muy bien observa Fran J. Ortiz en su estupendo blog) es el motor que impulsará las doscientas páginas que componen el volumen, una obsesión que en ocasiones rallará lo enfermizo y que llevará al autor a un viaje por los recovecos de su propia memoria y existencia, al viajar, buscando pistas, a algunos lugares en los que pasara su infancia.
La melancolía que Seth imprime a todas sus páginas es una de la que resulta muy fácil (y hasta cierto punto apasionante) impregnarse. No sólo el autor consigue transmitir sin ningún tipo de cortapisas las complejidades y constantes contradicciones que abundan en su existencia (como por ejemplo la incapacidad para mantener una relación estable aunque no le cueste encontrar pareja) a través de unos monólogos intensos y perfectamente insertados en el devenir de la historia, sino que desde el punto de vista meramente visual, La Vida es Buena si No te Rindes es un festín melancólico como pocos. Decía un poco más arriba que el bitono ayudaba a que dicha cualidad apareciera en una rápida mirada al volumen, una mirada que, obviamente no era capaz de captar la forma en la que Seth juega con los ritmos, aparententemente pausados y, sobre todo, los silencios, dedicándose en esos momentos en que su voz se acalla y no hay nada que interrumpa el inquieto movimiento de nuestros ojos, a recorrer mediante fantasmagóricas instántaneas los mudos y sombríos paisajes urbanos de Ontario, haciendo hincapié, ora en sus edificios, ora en las personas que los pueblan.
Testigo mudo del mundo que se desenvuelve ante él, Seth se muestra no obstante muy elocuente cada vez que pretende acercar al lector su gran pasión por el noveno arte. Y lo hace de la mejor manera posible, trufando la narración de constantes menciones a otros cómics que, de un modo u otro, le fueron dejando huella a lo largo de su vida: mucho habría que decir de las numerosas referencias que el canadiense incluye, pero, ya por desconocimiento de algunas de ellas, ya porque para hablar sobre las que sí conocemos (Carlitos o Tintín) necesitaríamos muchas más líneas de las que a estas alturas de la recomicdación estaríais dispuestos a seguir leyendo, dejamos esa tarea y la de descubrir a un autor fascinante y una obra fantástica en vuestras manos. Os aseguro que no os arrepentiréis.
Sergio Benítez (305)
8 comentarios:
Yo cuando leí esto (años ha) se llamaba LA VIDA ESTA BIEN SI NO TE RINDES y se publicó por entregas en varios tometes...
Aún así debería echar el ojo a los estantes en casa, porque me dá por el inconsciente de que pasa como con Berlin, que también lo compré por aquellos entonces por entregas y nunca llegó a completarse del todo.
Saludos!
Pues repase usted, que bien vale la pena saber si lo tiene entero o no (y de Berlín no te digo nada porque es lectura pendiente desde hace mucho).
Saludetes,
Sergio
yo lo tengo pendiente como el george sprott, el único que he leído de Seth es "ventiladores clyde" y la verdad que me gustó bastante, a ver si me pongo que la pila de lecturas pendientes crece por momentos jejeje, muy buena reseña
Pues prepárate Neufert para lo que se te viene encima con George Sprott. La semana que viene podrás leer por aquí lo que le ha parecido a un servidor.
Saludetes,
Sergio
Bien comentado Nacho. No se muy bien el porqué habia escrito el titulo de este comic en mi lista negra como se llamo en su primera edicion y me tenia completamente desconcertado. ¿Me estaba inventando un titulo? Pues no. Gracias por la info recordatoria.
Y ya que estamos creo recordar, asegurate antes, que la Factoria de Ideas, que es la editorial que publico los numerillos, la dejo inconclusa. Asi que toca pasar por caja para ver como termina.
Y bastante molona e interesante que te ha quedado la recomicdacion Sergio. Pero la que espero con ganas es la de George Sprott.
Saludazos
Habiendo leido ventiladores clyde hace años y habiendo apuntado el nombre de este autor, ya que me gusto bastante.
Me has picado el gusanillo con este la vida... y caera fijo.
Querido Toni, te digo lo mismo que a Neufert, agarráos para la semana que viene, pues llegaran curvas muy, pero que muy peligrosas.
Saludetes,
Sergio
¿Estáis seguros que "la factoria de ideas" dejó inconclusa la edición?
Yo juraría que la tengo entera por esa editorial, pero no la puedo mirar porque mis tebeos están a miles de kms.
Me habéis metido la angustia en el cuerpo xDD
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