viernes, 31 de julio de 2009

ENCENDER una HOGUERA

Guión: C. Chabouté sobre un cuento de Jack London

Dibujo: Christophe Chabouté

Editorial: Norma

Formato: Álbum Cartoné. 64 Páginas

Precio: 16€

Calificación: 8.5/10

Más de una y dos veces he comentado por esta bitácora virtual que casi desde que tengo recuerdos me veo con un libro o un cómic en las manos. Lo que eso provocó, sobre todo durante mi infancia, cuando tenía mucho más tiempo que ahora para hacer lo que me viniera en gana, fue que durante bastantes años leyera todo aquello que se me ponía a tiro, previa aprobación de mis padres, por supuesto. Fue en esos años cuando conocí a Jack London (al bueno de Jack no, a su obra, se entiende) a través de su Colmillo Blanco, primero en una edición reducida que formaba parte de la Minibiblioteca de la Literatura Universal que amparó el simpático Petete, y poco después, resuelto a leer la obra completa, en su formato original. Después vendrían otras como La Llamada de la Selva o El Lobo de Mar, pero Colmillo Blanco siempre ha permanecido en mi memoria como una de las mejores lecturas de las muchas que hice en mi infancia.

Es por ese motivo, bueno, y porque Toni recomicdó hace pocas semanas La Bestia de Chabouté y quería hacerme con algo del autor francés, que Encender una Hoguera era una de las dos compras seguras de los lanzamientos de Norma de este mes (la otra, curiosos, que sois muy curiosos, era el volumen 11 de Zits), aún a sabiendas que adaptar un cuento de London a 64 páginas era labor complicada. Pero eso a Chabouté parece no importarle, resolviendo la papeleta de una forma sorprendente.

Considerado un clásico dentro de la bibliografía del autor norteamericano, Encender una Hoguera parte de un planteamiento bastante simple en el que el autor sigue a un único personaje, un buscador de oro que vaga por las tierras del Yukon de Alaska en busca de refugio bajo unas condiciones de frío extremo y con la sola compañía de su perro. Tan escueta idea da al escritor como para llenar unas diez páginas de narración en las que intensas y ricas descripciones de los paisajes helados de la zona se alternan con los discursos internos del personaje puestos en tercera persona, como si el autor tuviera la capacidad de asomarse a la psique de un hombre en tan extremas circunstancias. Con una crudeza descarnada, que no ahorra al lector detalles acerca de como el protagonista intenta denodadamente conservar la razón mientras su cuerpo comienza a sufrir los estragos de la congelación, London consigue acongojar hasta límites asombrosos, concluyendo el cuento con un más que irónico final.

En su adaptación, Chabouté, aquí coloreado con una escueta paleta que sigue dejando entrever el dominio del claroscuro que comentaba Toni, traslada toda la fuerza e intensidad que dimanan del relato de London, eligiendo con precisión quirúrgica los fragmentos de texto que necesita como apoyo para que la narrativa visual sea fácilmente aprehensible, algo que, sinceramente, ni siquiera habría hecho falta. Desde un primer momento, y con un storytelling magnífico que marca un ritmo de letanía muy adecuado al tono sombrío del cuento original, el autor francés deja claro que sólo mirando los dibujos, y por consiguiente, ignorando el texto, se puede seguir sin problemas una narración en la que viñetas cerradas y abiertas, y las más diversas composiciones de las mismas, se suceden para concretar una lectura apasionante que aparentemente no debería haber pasado de lo anecdótico pero que, en las hábiles manos de este consumado narrador, se convierte en una obra de arte independiente de la original y de un tremendo calado.

Sergio Benítez (225)

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Leer esta página me está arruinando, y está a punto de causarme un conflicto familiar con mi mujer.

No sé qué hacer.

. . dijo...

La solución es fácil: robar y mentir. Roba a tu mujer y miente para poder seguir comprándote cosas ¿o era al revés? Sí. Era al revés: miente para poder seguir comprando cosas y roba a tu mujer.

Yo voy esta tarde a la librería y todavía no tengo claro qué cantidad gastarme. Porque con la que llevo sin ir me podría gastar lo que quisiera...

Saludos!

Caracrater dijo...

Desde dentro del blog, como recomicdador, os digo que es lo mismo, llevo un tiempo al limite rozando la ruina.
En fin. Así son las cosas.

Muy buena reseña, Sergio, de Chabouté/London.
Siguele la pista a Chabouté, no te defradudara.
Voy a subir varios puestos en la pila este encender la hoguera para que caiga cuanto antes.
Saludos.

sebelo2 dijo...

Estimado anónimo,
nada queda más lejos de nuestra intención que arruinar a nadie.
Espero que no llegue la cosa hasta ese extremo o tendré que replantearme la forma del blog para no causar problemas (y menos aún maritales) a nadie.
Y el consejo de Nacho no es del todo desdeñable, aunque más que mentira, yo diría adorno sutil de la realidad. Pero claro, eso dependerá del ojo avizor de tu esposa.
Yo con la mía he tenido mucha suerte y aún así en ocasiones hay que adornar la realidad para que los roces matrimoniales sean mínimos :S.
Saludetes y espero que todo se solucione,
Sergio

JA dijo...

Vaya, te me has adelantado con la recomicdación. Aún no lo he leido aunque este autor si que me gusta.
Y respecto a lo de fomentar el vicio sólo puedo decir una cosa: je, je, je...

Caracrater dijo...

Yo tengo dos agujeros en la yugular que no consigo curarmelos nunca.