viernes, 10 de julio de 2009

LEÓN el TERRIBLE

Guión: Wim T.Schippers

Dibujo: Theo Van Den Boogaard

Editorial: Glénat

Formato: Libro Cartoné. 240 Páginas

Precio: 19.95€

Calificación: 8/10

La verdad es que, al margen de que el dibujo fuera digno heredero de la línea clara de Hergé (por lo que había podido comprobar tanto con la portada como con alguna plancha suelta que había visto por la red) no sabía a qué podía atenerme antes de comenzar la lectura de este León el Terrible. Por lo poco que había ojeado en la tienda (era compra segura, así que para que molestarse en perder mucho tiempo pasando las páginas) se desprendía que la estructura narrativa del tebeo respondía a una abierta diversidad que iba desde la tira hasta la historia de varias páginas pero, evidentemente, en cuanto a guión, no tenía la menor idea de lo que iba a encontrarme...pero es que, de todas formas, tampoco podría haberlo imaginado.

Basado en un popular personaje televesivo holandés de mediados de los setenta llamado Van Oekel, Schippers y Van Den Boogaard crearon este cómic, titulado originalmente Sjef Van Oekel (que, si mi holandés no me traiciona, significa Van Oekel en Paréntesis), como una continuación impresa de la idiosincrasia de un individuo mezcla de un cantante de ópera, un vendedor a domicilio y un filósofo anarquista pero caballero (sic). Con tal carta de presentación pueden imaginar por dónde van los tiros del cómic que nos ocupa hoy: haciendo del absurdo y el surrealismo sus banderas más visibles, León el Terrible es un tebeo casi inclasificable. Por sus páginas los autores dan rienda suelta a la fantástica verborrea carente de sentido de un personaje carismático como pocos que es imaginado en un extremo inconformista con un mundo interior tan nutrido de ideas, discursos y dialéctica que constantemente se ve obligado a verbalizarlas aunque el contexto no sea en la mayoría de los casos el idóneo para hacerlo. De esta manera, y de cara a la sociedad en la que le ha tocado vivir, León es visto como un personaje desagradable en extremo, misógeno, descarado, soez e irritante que no conoce las reglas de coexistencia básica, o más bien tiende a ignorarlas en su propio beneficio.

Así las cosas, los autores estructuran el hilo narrativo casi a su antojo: sin responder a esquemas prefijados ni teniendo que dotar al tebeo de una semblanza de continuidad, León el Terrible vive sus aventuras en un formato en constante cambio que va desde el mínimo de dos viñetas, montadas a modo de tira cómica, hasta el máximo de cuarenta y ocho páginas, las que conforman el último álbum que se publicó del personaje a la muerte del actor que lo interpretaba en la caja tonta. Entre ambos extremos hay lugar para todo tipo de situaciones jocosas en las que el sexo, heterosexual y homosexual (e incluso alguna variante execrable como la pedofilia), y la escatología tienen gran protagonismo, pero cuya inclusión no debe llevar a pensar al lector que se trata del típico subproducto que recurre a los desnudos y los chistes sobre caca para conseguir la risa. Antes bien, la sutileza (sobre todo visual) con la que están introducidos los apuntes sexuales en muchos casos es de tal calibre que es imposible ponerle reparos, máxime cuando es muy clara la intención de los autores de arremeter con dureza no contra las citadas prácticas, sino contra los encosertamientos morales de una sociedad que se escandaliza ante lo más mínimo.

Reflejando de forma minuciosa la idiosincrasia del personaje y lo que los guiones van solicitando de él, el dibujo de Boogard es todo un descubrimiento más allá de las obvias comparaciones con el creador de Tintin: el holandés se nos descubre como un narrador hábil en extremo, que controla a la perfección el ritmo de las historias sean estas de la extensión que sean, mostrándose igual de efectivo en las tiras cómicas o en los relatos más prolongados. A ello hay que sumar la extrema compulsión por el detalle, no en el ánimo de dibujar más de la cuenta, sino de incluir pequeños chistes visuales y sintagmas de información que completan lo que el guión va marcando. A este respecto resultan asombrosas (al estilo de lo que después desarrollaría Geoff Darrow) las páginas dobles con las panorámicas de Amsterdam, llenas de mil detalles en los que perderse, y que encierran un claro mensaje: no es esta una lectura de una sóla capa, sino que, como si de un hojaldre se tratara, cada nueva lámina esconde más y más información que completa y profundiza en la anterior para construir un tebeo singular con el que pasar algo más que un buen rato.

Sergio Benítez (208)

8 comentarios:

Jose dijo...

Muy buenas Jefe.

Gran reseña, y nuevamente, ni idea de los autores, personajes y demás...

Soy un autentico analfabeuropeista...

de todas formas, no pinta mal el comic...

Saludos

sebelo2 dijo...

Jejeje....analfabetoeuropeista....buen palabro.
Saludetes,
Sergio

Caracrater dijo...

Buenas tardes jefe.

Yo llevo la mitad de Leon y hay que incidir en la peculariedad del comic, que yo la veo al ser el primer y único comic que he leido en mi larga carrera donde el protagonista(a mi entender) es un enfermo mental y ahi salta la genialidad de los autores, que confrontan los actos de un lunatico con la aburrida e ilogica cotidianeidad de la sociedad.

Compañero Jose, recuerda que en ultima instancia eres europeo y que poquito a poco puedes remediar esa analfabetización.
Saludos.

sebelo2 dijo...

Mucha razón tienes Toni, tanto en cómo ambos autores confrontan la "ilógica" del personaje con la encorsetada "lógica" de la sociedad, como en que a este Jose terminamos culturizándolo ;P.
Saludetes,
Sergio

Anónimo dijo...

Todo lo sutil que quieras.
Pero casi siempre bastante desagradable.
Como comentan por ahi el protagonista es un enfermo mental.
Yo no acabo de encontrale el punto.
Un 8 es demasiado generoso.

sebelo2 dijo...

Estimado anónimo, ten en cuenta que la puntuación es algo personal y que, como ya hemos comentado por aquí más de una vez, para gustos los colores. A mi me parece digna de un ocho, ¿a ti no?, pues magnífico, qué viva la diversidad.
Saludetes,
Sergio

ICONOS dijo...

A mí la primera impresión es la de "mala impresión" en el sentido literal. Las páginas parecen fotocopias de una revista y el papel hace que el resultado final quede empantanado... Y el tamaño termina rematando la faena. Tiempos de crisis.

sebelo2 dijo...

Pues a mi no me ha parecido que esté tan "mal" en comparación con algunas cosas de las que saca Planeta. Lo que está claro es que este formato no pone a nadie de acuerdo.
Saludetes y bienvenido,
Sergio