jueves, 17 de septiembre de 2009

PEDRO y YO

Guión: Judd Winick

Dibujo: Judd Winick

Editorial: Astiberri

Formato: Libro Rústica. 192 Páginas

Precio: 16€

Calificación: 9/10

Seguimos sacando adelante las recomicdaciones derivadas de Lo Mejor del 2008 y nos fijamos de nuevo en las que hacía Nacho acerca de Pedro y Yo, la obra autobiográfica de Judd Winick que llegó a nuestro compañero de forma especial por la reciente muerte de un ser querido. Y no me extraña, ya que con fallecimiento reciente o no, este es uno de esos pocos cómics que tiene el don de tocarte el alma, hurgar en tus sentimientos y sacarlos hacia afuera para que no tengas más remedio que enfrentarte a ellos y salir reforzado, o no.

El planteamiento de Winick es muy simple: en su estancia en The Real World - un reality de la MTV norteamericana que lleva causando sensación en yanquilandia desde 1992 y en el que un grupo de desconocidos comparten una casa continuando con su vida "normal" mientras las cámaras les siguen a todas partes, algo así como una mezcla entre Gran Hermano y EdTV la peli con Matthew MacConaughey - Winick conocío a Pedro Zamora, un joven de 22 años, seropositivo y una de las voces más potentes en la lucha contra el SIDA que había allá a principios de la década de los noventa. De sus experiencias con él, la gran amistad que se forjó entre los dos y la indeleble huella que el chico de origen cubano dejó en el guionista y dibujante es de lo que se nutre un tebeo que llegó a estar nominado al Pulitzer, un galardón que debería haberse llevado de calle por su grandiosa capacidad para transmitir emociones y la cercanía con la que Winick consigue desde un primer momento conectar con el lector, salvando la cuarta dimensión para sentarse con nosotros en nuestro sofá y narrarnos, como si un amigo nuestro se tratara, la historia de Pedro y Yo.

La portada original del tebeo (que superponía un par de instantáneas de los protagonistas) rezaba "Friendship, loss and what I learned" (Amistad, pérdida y lo que aprendí) un resumen muy sucinto de lo que se puede encontrar en estas brillantes 192 páginas por las que sin ningún tipo de aderezo ni ornamento, y de forma directa y sin cortapisas se nos hace partícipes íntimos de seis meses que cambiaron la vida del autor. Como es comprensible un lector no habituado a los slice of life (y más si son autobiográficos) tendrá muchas reticencias iniciales acerca de la posible sensiblería que una historia tan personal puede esconder. Desde aquí animo a cualquiera que guarde tales recelos que se olvide de ellos. No sólo Pedro y Yo escapa de pretender provocar la lágrima fácil en el lector, sino que el equilibrio entre momentos duros (que los hay, y de mucha intensidad) y otros más cómicos o ligeros es tal que lo que dimana de cada página del tebeo no es noñería y melodrama, sino una carga de humanidad gigantesca. Tanto es así que, conforme se acerca el trágico final de Pedro, algo que el lector sabe desde las primeras páginas, es tal la implicación que uno se ha creado con los personajes - y ya no sólo con aquél o Judd, sino con Pam o Sean - que evitar las más sinceras lágrimas resultaría un arduo trabajo de no ser por Winick y la manera con la que el autor mantiene en todo momento un tono cargado de esperanza y optimismo.

El único pero, y es tan discreto que casi resulta injusto el comentarlo, es el dibujo del artista. A primera vista tosco y de narrativa aparentemente simple y torpona, la labor al los lápices de Winick pronto se revela como la mejor ayuda posible con la que podía haber contado tan profundo tebeo. Sí, sus proporciones anatómicas quedan lejos de ser correctas (en muchos momentos parece estar dibujando los típicos sd del manga), y las perspectivas no se quedan muy atrás, pero es tanta la imbricación de texto y dibujos que una vez terminada la lectura, resulta de todo punto imposible imaginarse a uno sin el otro. Sólo me resta darle unas sentidas gracias a Nacho por haberme permitido descubrir un tebeo que nada a contracorriente, dice verdades como puños y no se corta ni un pelo a la hora de hacerlo y deviene en una intensa experiencia en la que todo áquel que haya perdido a alguien cercano podrá sentirse perfectamente identificado.

Sergio Benítez (267)

3 comentarios:

. . dijo...

Jo...

Tío...

Sob, sob...

Mejor no digo nada que me pongo tontorrón...

¡¡Espera!!

¿No es ésto un tren barato?

http://einndc.blogspot.com/2008/05/pedro-judd-mi-suegro-y-yo.html

Que me pondré tontorrón, pero no tonto...

En realidad no es por publicidad, es por si alguien quiere enriquecerse con la historia completa. Que con éstas cosas se bromea (ahora que ya ha pasado un añete y pico), pero lo justo.

Saludos!

sebelo2 dijo...

Yo sólo puedo añadir que mi mujer se lo leyó hace breves semanas y era un mar de lágrimas cuando lo terminó. Huelga decir que le encantó de principio a fin.
Saludetes,
Sergio

Toni dijo...

este tipo de historias que te hacen algo ... siempre me han llamado. Se lo comentare a mi librero a ver si le podemos echar un ojo........aunque despues de que me recomendara la dura historia de Madre ha vuelto a casa, uno se queda unos dias hecho un piltrafilla.