Dibujo: Pascal Croci
Editorial: Norma
Formato: Libro Cartoné. 88 Páginas
Precio: 12€
Calificación: 6.5/10
En principio esta recomicdación iba a formar parte de un especial que Mario y un servidor iban a dedicar a la Segunda Guerra Mundial en el cómic y que al final no vió la luz por razones diversas. Aún así, cuando hablamos de qué tebeos no podían faltar en dicho especial, los dos coincidimos en que uno de los que debía estar era la recreación que Pascal Croci hizo de uno de los más vergonzosos acontecimientos que haya tenido lugar en los veintiún siglos de existencia de la humanidad: la Shoa. El Exterminio. El Holocausto judío.
Para retratar los horrores de tan execrable episodio de nuestra historia Croci decide de antemano centrar su atención en uno de los lugares emblemáticos donde se llevaron a cabo las multitudinarias ejecuciones y los más atroces experimentos del régimen nazi, el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, en el que se calcula que se exterminaron cerca de 1.3 millones de vidas a lo largo de los cinco años que estuvo en funcionamiento.
Apoyándose en un trazo que exagera, queremos pensar que a propósito, las facciones humanas (sobre todo las enormes miradas) y deforma la fisonomía de los personajes hasta aportarles de una cualidad cuasi expresionista, Croci dota a la lectura visual de Auschwitz de un realismo sucio que casi puede palparse en esas aguadas grises vertidas directamente sobre los lápices.
En lo que a la narración de los acontecimientos respecta, el autor, que mantuvo numerosas entrevistas con supervivientes del Holocausto, utiliza a un matrimonio polaco ficticio para, desde el presente y mediante dos flashbacks, trasladarnos a su llegada al campo de concentración. Ello permite al autor hablar al lector desde una doble posición, la de mero observador de los acontecimientos del pasado y la de agitador de conciencias sobre un presente que resulta no menos lamentable. En su intento por no implicarse emocionalmente en lo que a la primera postura se refiere, las páginas de Auschwitz emanan una cierta cualidad aséptica potenciada, qué duda cabe, por el intenso recuerdo que otras obras de arte si consiguen dejar en el lector/espectador (y ahí está La Lista de Schindler) relatando casi lo mismo.
A esta cualidad se une que la segunda posición es demasiado breve como para calar mucho más allá de la obvia y dolorosa ironía que supone el final, quedando un conjunto al que quizás, sólo quizás, le habría hecho falta conseguir un mayor grado de implicación para con el lector, que (en el caso del que esto suscribe) ha visto y leído suficiente material sobre la Segunda Guerra Mundial como para estar siempre a la búsqueda de algo que aporte perspectivas nuevas y frescas sobre tan intenso periodo del s.XX. Seguiremos buscando...
Para retratar los horrores de tan execrable episodio de nuestra historia Croci decide de antemano centrar su atención en uno de los lugares emblemáticos donde se llevaron a cabo las multitudinarias ejecuciones y los más atroces experimentos del régimen nazi, el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, en el que se calcula que se exterminaron cerca de 1.3 millones de vidas a lo largo de los cinco años que estuvo en funcionamiento.
Apoyándose en un trazo que exagera, queremos pensar que a propósito, las facciones humanas (sobre todo las enormes miradas) y deforma la fisonomía de los personajes hasta aportarles de una cualidad cuasi expresionista, Croci dota a la lectura visual de Auschwitz de un realismo sucio que casi puede palparse en esas aguadas grises vertidas directamente sobre los lápices.
En lo que a la narración de los acontecimientos respecta, el autor, que mantuvo numerosas entrevistas con supervivientes del Holocausto, utiliza a un matrimonio polaco ficticio para, desde el presente y mediante dos flashbacks, trasladarnos a su llegada al campo de concentración. Ello permite al autor hablar al lector desde una doble posición, la de mero observador de los acontecimientos del pasado y la de agitador de conciencias sobre un presente que resulta no menos lamentable. En su intento por no implicarse emocionalmente en lo que a la primera postura se refiere, las páginas de Auschwitz emanan una cierta cualidad aséptica potenciada, qué duda cabe, por el intenso recuerdo que otras obras de arte si consiguen dejar en el lector/espectador (y ahí está La Lista de Schindler) relatando casi lo mismo.
A esta cualidad se une que la segunda posición es demasiado breve como para calar mucho más allá de la obvia y dolorosa ironía que supone el final, quedando un conjunto al que quizás, sólo quizás, le habría hecho falta conseguir un mayor grado de implicación para con el lector, que (en el caso del que esto suscribe) ha visto y leído suficiente material sobre la Segunda Guerra Mundial como para estar siempre a la búsqueda de algo que aporte perspectivas nuevas y frescas sobre tan intenso periodo del s.XX. Seguiremos buscando...
Sergio Benítez (201)
5 comentarios:
ese realismo sucio, ese trazo exagerado, esas miradas es lo que me gusto de este comic y lo que pareció peculiar distinto de otros, pese a que no llega, como muy buen dices, a haber grado de implicación, pero bueno, tambien pienso que el autor lo quería asi.
Esto me hizo comprar el siguiente que saco Croci llamado Dracula, que como le haga una reseña lo voy a reventar y vais a flipar............que castaña pilonga de comic.
Jajajaja
Pues adelante Toni, mete caña, que nunca está de más.
Saludetes,
Sergio
Arf, arf, arf... Perdonenme ustedes que llegue tan tarde a ésta entrada, pero ayer por la tarde me tuvieron esclavizado haciendo abanicos y no me acerqué al ordenador para nada.
Con este Auschwitz la verdad es que no tenía demasiadas buenas vibraciones. Además, por desgracia, cuando se hacen tantas y tantas obras (ya sea libro, comic, película, documental, etc.) sobre un evento histórico como éste, se corre el riesgo de que el lector/espectador caiga en la insensibilidad hacia lo sucedido por culpa de la saturación.
Es triste, pero un amigo mío argumentaba en contra de éste tomo que no merecía la pena por ser "más de lo mismo".
Saludos!
Pues sí Nachete, resulta algo triste, pero no por ello exento de verdad.
Saludetes,
Sergio
¿Haciendo abanicos? ¿Estas trabajando para una mafia napolitana haciendo paipais y bolsos Gucci de imitacion?
Desde luego Nacho eres de lo mas grande.
Saludazos
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