Dibujo: François Bourgeon
Editorial: 12 Bis
Formato: Álbum Cartoné. 250 Páginas
Precio: 55€
Calificación: 7/10
Vayamos al grano y, por hoy, dejémonos de historietillas, anécdotas o reflexiones varias. Me había llegado recomicdado por varios frentes, desde los interneteros (Angux y Álvaro Pons) a los del "mundo real", por parte estos últimos de Jesús Merino e Inma, la propietaria de la tienda donde hago mis compras. Todos coincidían en tacharlo con calificativos que iban de muy bueno a magistral. Le tenía unas ganas tremendas y llevaba tiempo esperando encontrar el momento perfecto para leerlo. Y aún así, Pasajeros del Tiempo no me ha parecido nada del otro jueves. Como se suele decir, se puede afirmar más alto, pero no más claro.
Entiendo todas las justificaciones que he leído y escuchado y que ensalzan los muchos de los valores del cómic, pero no los comparto. Al menos no al cien por cien. Estoy con aquellos que defiendan con razón la extraodinaria labor documentalista de Bourgeon, una que trasluce en cada página, cada diseño de personaje y cada detalle de los que sin atisbo de dudas nos trasladan a las postrimerías del s.XVIII, resultando particularmente intensas tanto las que abundan en el día a día de un barco de la armada francesa, como aquellas que nos transmiten con todo lujo de información la vida en las colonias africanas en la época de la trata de esclavos hacia el nuevo mundo. Comparto también aquellas opiniones que van dirigidas a valorar en gran medida el que el personaje principal de esta enorme aventura sea una adolescente adelantada a su tiempo que no conoce de reglas sociales ni modos de comportamiento que no pasen por el filtro de la libertad del individuo y su capacidad para elegir el rumbo de su vida. Incluso puedo llegar a sentir cierta afinidad hacia aquellas voces que alaban lo certero de la labor del francés a la hora de la elección del convulso contexto histórico en el que transcurren las aventuras de Isa.
Más allá de lo anterior (que no es poco), me cuesta, y mucho, llegar a empatizar con dos puntales fundamentales del tebeo: por una parte el dibujo, por la otra el desarrollo de la acción y los personajes. En el primero se nota, y eso es algo que he podido corroborar echándole un vistazo a Los Compañeros del Crepúsculo, que Bourgeon era bastante primerizo cuando acometió tan ambiciosa obra en cinco actos. Y se nota sobre todo en los rostros de los diferentes protagonistas que, si bien están caracterizados correctamente (aunque no en la mayoría de los casos, siendo complicado diferenciar a muchos secundarios), adolecen en bastantes ocasiones de poca naturalidad y una fisionomía que no siempre queda bien encajada, apareciendo exageradamente deformada a gusto del dibujante. Una pega a la que, a la postre, se va acostumbrando el ojo y que no resulta tan llamativa como la segunda.
El arrancar desde la nada es un salto al vacío peligroso, sobre todo si uno es un inexperto y carece de red para amortiguar el batacazo. No estoy afirmando que Bourgeon se de de bruces con el suelo, pero sí que en muchas momentos se acerca peligrosamente a besarlo. Decía Hitchcock que una buena película (y por extensión una buena historia) era la que arrancaba de forma súbita e inesperada e iba subiendo niveles en la escala de intensidad conforme la narración avanzaba. El autor francés arranca más o menos de esta manera, presentando a Isa, Hoel, el doctor y algún que otro secundario de gran relevancia en el devenir de la historia, planteando el primer número como la base sobre la que habrá de asentarse el resto de la narración. En unas páginas en las que el autor hace de todo, desde ponernos al corriente del pasado de la protagonista, hasta desvelar los oscuros deseos que esta alberga hacia la dama a la que acompaña, pasando por las conspiraciones que se van sucediendo a bordo del navío en el que transcurre la práctica totalidad de la acción; al lector (y entiéndase que es este un indefinido mayestático que se refiere a un servidor) le cuesta entrar en el cogollo de lo que se va deshilvanando debido a tanto nombre, personaje y cambios de ritmo. Manteniéndose esto como constante casi hasta el final de la lectura, es en el quinto y último volumen cuando Bourgeon consigue atrapar mi atención al cien por cien, mostrando los números intermedios las mismas virtudes (las enumeradas en el párrafo anterior) y los mismos defectos.
No es hasta el momento en el que el autor enfila la conclusión de la historia (aunque ya se sepa que el final de Pasajeros del Viento verá la luz este año en dos tomos) cuando algunas de las muchas piezas diseminadas a lo largo de la historia comienzan a cobrar sentido, resolviendo Bourgeon otras por la vía rápida o de forma algo tosca (cierto enfrentamiento de dos personajes en tierras africanas se antoja algo burdo), no consiguiendo al final una semblanza de igualdad que aúne toda la lectura sin que existan fisuras. En fin, que era mucho lo que esperaba de tan alabado tebeo y que, una vez más, se cumple esa ley no escrita que dice que lo que uno saca de una lectura es inversamente proporcional a las expectativas que hacía ella se tienen.
Entiendo todas las justificaciones que he leído y escuchado y que ensalzan los muchos de los valores del cómic, pero no los comparto. Al menos no al cien por cien. Estoy con aquellos que defiendan con razón la extraodinaria labor documentalista de Bourgeon, una que trasluce en cada página, cada diseño de personaje y cada detalle de los que sin atisbo de dudas nos trasladan a las postrimerías del s.XVIII, resultando particularmente intensas tanto las que abundan en el día a día de un barco de la armada francesa, como aquellas que nos transmiten con todo lujo de información la vida en las colonias africanas en la época de la trata de esclavos hacia el nuevo mundo. Comparto también aquellas opiniones que van dirigidas a valorar en gran medida el que el personaje principal de esta enorme aventura sea una adolescente adelantada a su tiempo que no conoce de reglas sociales ni modos de comportamiento que no pasen por el filtro de la libertad del individuo y su capacidad para elegir el rumbo de su vida. Incluso puedo llegar a sentir cierta afinidad hacia aquellas voces que alaban lo certero de la labor del francés a la hora de la elección del convulso contexto histórico en el que transcurren las aventuras de Isa.
Más allá de lo anterior (que no es poco), me cuesta, y mucho, llegar a empatizar con dos puntales fundamentales del tebeo: por una parte el dibujo, por la otra el desarrollo de la acción y los personajes. En el primero se nota, y eso es algo que he podido corroborar echándole un vistazo a Los Compañeros del Crepúsculo, que Bourgeon era bastante primerizo cuando acometió tan ambiciosa obra en cinco actos. Y se nota sobre todo en los rostros de los diferentes protagonistas que, si bien están caracterizados correctamente (aunque no en la mayoría de los casos, siendo complicado diferenciar a muchos secundarios), adolecen en bastantes ocasiones de poca naturalidad y una fisionomía que no siempre queda bien encajada, apareciendo exageradamente deformada a gusto del dibujante. Una pega a la que, a la postre, se va acostumbrando el ojo y que no resulta tan llamativa como la segunda.
El arrancar desde la nada es un salto al vacío peligroso, sobre todo si uno es un inexperto y carece de red para amortiguar el batacazo. No estoy afirmando que Bourgeon se de de bruces con el suelo, pero sí que en muchas momentos se acerca peligrosamente a besarlo. Decía Hitchcock que una buena película (y por extensión una buena historia) era la que arrancaba de forma súbita e inesperada e iba subiendo niveles en la escala de intensidad conforme la narración avanzaba. El autor francés arranca más o menos de esta manera, presentando a Isa, Hoel, el doctor y algún que otro secundario de gran relevancia en el devenir de la historia, planteando el primer número como la base sobre la que habrá de asentarse el resto de la narración. En unas páginas en las que el autor hace de todo, desde ponernos al corriente del pasado de la protagonista, hasta desvelar los oscuros deseos que esta alberga hacia la dama a la que acompaña, pasando por las conspiraciones que se van sucediendo a bordo del navío en el que transcurre la práctica totalidad de la acción; al lector (y entiéndase que es este un indefinido mayestático que se refiere a un servidor) le cuesta entrar en el cogollo de lo que se va deshilvanando debido a tanto nombre, personaje y cambios de ritmo. Manteniéndose esto como constante casi hasta el final de la lectura, es en el quinto y último volumen cuando Bourgeon consigue atrapar mi atención al cien por cien, mostrando los números intermedios las mismas virtudes (las enumeradas en el párrafo anterior) y los mismos defectos.
No es hasta el momento en el que el autor enfila la conclusión de la historia (aunque ya se sepa que el final de Pasajeros del Viento verá la luz este año en dos tomos) cuando algunas de las muchas piezas diseminadas a lo largo de la historia comienzan a cobrar sentido, resolviendo Bourgeon otras por la vía rápida o de forma algo tosca (cierto enfrentamiento de dos personajes en tierras africanas se antoja algo burdo), no consiguiendo al final una semblanza de igualdad que aúne toda la lectura sin que existan fisuras. En fin, que era mucho lo que esperaba de tan alabado tebeo y que, una vez más, se cumple esa ley no escrita que dice que lo que uno saca de una lectura es inversamente proporcional a las expectativas que hacía ella se tienen.
Sergio Benítez (293)
7 comentarios:
Jo macho. ¿Este es el que paseamos por la playa y no hubo forma de hincarle el diente, no?
Pues te digo una cosa, gastarse 55 leros pa un 7. Ouch, que dolor.
De todas formas me encantan estas reseñas de vacas sagradas y que caen como un abeto en Navidad.
Sigue asi chaval y llegaras lejos.
Saludazos
Pozi, el mismo que vestía y calzaba. Y sí es un dolor gastarse 55€ para ponerle un siete, imagínate gastarsélos para no poder terminar de leerlo porque se ha traducido al castellano antiguo y es más duro de roer que un hueso.
Saludetes,
Sergio
Jaja, a mí también me mola eso de poner a caer de un guindo aquello de lo que nadie duda. Yo no me lo compré, la temática no me sedujo demasiado y el precio era de los que te asustan (aunque ya sé que es menos que todos los álbumes juntos).
Puede que caiga a través de la biblioteca pública.
Saludos.
Sergio, después de leer tu crítica se me ha quedado cara de bobo, tengo que decir que para mi, este tebeo, en su versión de Norma, con sus cinco partes de Extra Color, es un referente, en ningún momento se me hizo pesado, lo lei despacio y sin prisas, y el último número donde encajan todas las piezas me parece extraordinario. Digo lo de la cara de bobo, porque hace muchos años, despues de asistir al estreno de la película "La caza del Octubre Rojo" me fui a casa contento porque me gustó y pasé un buen rato. Por la noche, oyendo a Carlos Pumares (¿en Antena 3 Radio, puede ser?) le hizo una crítica a la película que la descuartizó por completo, la tiró por los suelos, empezando por los cambios innecesarios de plano que utilizó el director al comienzo cuando se ve al submarino de primeras.
Digo esto, porque este tebeo si lo leemos sin pretensiones puede ser muy agradable, pero también es cierto que con una capacidad de analisis como la tuya le salen defectos sin duda.
Espero que no hagas la crítica de "Los Compañeros del Crepusculo", porque entonces a Bourgeon habría que meterlo en un cajón y no sacarlo jamás.
Un abrazo fuerte.
Pues queda tranquilo Óscar, como decía algo más arriba, la edición de Los Compañeros del Crepúsculo de 12Bis está traducida en castellano antiguo, y se hace pesadísima de leer. De hecho, ¿alguien la quiere?.
Saludetes,
Sergio
Nada macho, que no ha habido feeling entre el comic y tu.
A mi los defectos que dices no me salen. Me lo lei saboreandolo y disfrutando, fue como un viaje, me identifique con los personjes y fue toda una experiencia.
Lo dicho, 55 euros muy bien gastados.
Eso si, si me lee algun pureta me crucificara pero los compañeros del crepusculo con el maldito castellano antiguo se hace muy farragoso.
Saludos.
Pues si te cuelgan a ti también tienen que colgarme a mi, porque me pasó lo mismo y tuve que dejar la lectura a la mitad....pufffff....que trabajito.
Saludetes,
Sergio
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