Dibujo: Craig Thompson
Editorial: Astiberri
Formato: Libro Cartoné. 128 Páginas
Precio: 15€
Calificación: 8/10
Con el paso de los años los amigos que la vida ha ido poniéndome en el camino me han demostrado una y otra vez que la amistad bien entendida puede ser más grande que cualquier lazo de sangre (tenga este el título que tenga). Ya sean aquellos perdidos que reencontré (tú sabes quién eres), como aquellos que la casualidad quiso un día que se convirtieran en mis "hermanos" (todos vosotros sabéis también quiénes sois), hace tiempo que puedo corroborar aquello de que, quien tiene un amigo, tiene un tesoro. Que mi mudanza de Sevilla a Algeciras me obligara hace más de año y medio a alejarme de muchos de ellos ha hecho que sienta que lo que Thompson trata en Adiós, Chunky Rice me sea muy, muy cercano.
Dejar a un amigo al que quieres atrás, o a un hermano, o a tu mascota y el dolor que la lejanía de ese amor produce compone la temática principal que Thompson trata de forma sencilla y deliciosa en este tierno y conmovedor cómic. Con un lenguaje escrito simple y uno visual fascinante, el autor de Blankets nos habla desde las páginas de la obra como si de un niño se tratara, dotando a las emociones de la franqueza y la cercanía que sólo un infante con su sinceridad y falta de malicia es capaz de hacer: simplificando al máximo la expresión hablada (tanto que cuando Solomon dialoga con cualquiera de los personajes lo hace comiéndose vocales o consonantes) el autor permite que los sentimientos de pérdida que los personajes van padeciendo lleguen con tanta naturalidad como fuerza a un lector al que no le queda más remedio que rendirse ante la honesta ternura que destilan cada una de las páginas del cómic.
Pero Thompson no sólo se ciñe a hablarnos de cómo los protagonistas copan con la pérdida (momentánea o permanente) con la que comenzaba el párrafo anterior, sino que también ahonda en el conflicto que se plantea cuando el amor, entendido como atadura a otra persona, es una traba para la realización de la libertad del ser como individuo, algo que expone mediante la desequilibrada relación entre Chunky Rice y Dandel, siendo el primero el que siente la necesidad de mirar más lejos, embarcándose para, qué duda cabe, descubrirse a sí mismo. Esta transición argumental permite al autor pasar de una narración lineal a una fragmentada en dos lugares: la historia arranca presentándonos a varios de los protagonistas, mezclando el artista animales antropomorfizados (Chunky es una tortuga, Dandel una rata) con humanos y pájaros (Solomon y su mascota Merle) sin que en ningún momento chirríen los goznes que articulan tan ecléctica combinación. Tras unas cuarenta páginas, la acción pasa a tener nuevos protagonistas (los peculiares tripulantes de la embarcación en la que la tortuga se irá del pueblo) y desde ahí, el autor va saltando del mar a tierra, de la tierra al mar, hablándonos aquí de otro tipo de amor, aquél que siente Charles, el hermano de Solomon, por el medio marino.
En lo que respecta a la narrativa visual, Adiós, Chunky Rice es, como apuntaba más arriba, fascinante; y aquí hay mucho en lo que apoyarse: desde la facilidad con la que Thompson hace aflorar los sentimientos en el lector, a la naturalidad con la que introduce los saltos temporales (perfectamente insertados en la trama sin que se produzcan roturas en la continuidad), pasando por la composición de cada página, en la que el autor se reinventa una y otra vez, eludiendo la repeteción de estructuras aviñetadas en un tour de force difícil de ignorar que le sirve para concretar una lectura apasionante, plena en matices y capas de significado que enriquecen sobremanera tan "bonito" tebeo.
Dejar a un amigo al que quieres atrás, o a un hermano, o a tu mascota y el dolor que la lejanía de ese amor produce compone la temática principal que Thompson trata de forma sencilla y deliciosa en este tierno y conmovedor cómic. Con un lenguaje escrito simple y uno visual fascinante, el autor de Blankets nos habla desde las páginas de la obra como si de un niño se tratara, dotando a las emociones de la franqueza y la cercanía que sólo un infante con su sinceridad y falta de malicia es capaz de hacer: simplificando al máximo la expresión hablada (tanto que cuando Solomon dialoga con cualquiera de los personajes lo hace comiéndose vocales o consonantes) el autor permite que los sentimientos de pérdida que los personajes van padeciendo lleguen con tanta naturalidad como fuerza a un lector al que no le queda más remedio que rendirse ante la honesta ternura que destilan cada una de las páginas del cómic.
Pero Thompson no sólo se ciñe a hablarnos de cómo los protagonistas copan con la pérdida (momentánea o permanente) con la que comenzaba el párrafo anterior, sino que también ahonda en el conflicto que se plantea cuando el amor, entendido como atadura a otra persona, es una traba para la realización de la libertad del ser como individuo, algo que expone mediante la desequilibrada relación entre Chunky Rice y Dandel, siendo el primero el que siente la necesidad de mirar más lejos, embarcándose para, qué duda cabe, descubrirse a sí mismo. Esta transición argumental permite al autor pasar de una narración lineal a una fragmentada en dos lugares: la historia arranca presentándonos a varios de los protagonistas, mezclando el artista animales antropomorfizados (Chunky es una tortuga, Dandel una rata) con humanos y pájaros (Solomon y su mascota Merle) sin que en ningún momento chirríen los goznes que articulan tan ecléctica combinación. Tras unas cuarenta páginas, la acción pasa a tener nuevos protagonistas (los peculiares tripulantes de la embarcación en la que la tortuga se irá del pueblo) y desde ahí, el autor va saltando del mar a tierra, de la tierra al mar, hablándonos aquí de otro tipo de amor, aquél que siente Charles, el hermano de Solomon, por el medio marino.
En lo que respecta a la narrativa visual, Adiós, Chunky Rice es, como apuntaba más arriba, fascinante; y aquí hay mucho en lo que apoyarse: desde la facilidad con la que Thompson hace aflorar los sentimientos en el lector, a la naturalidad con la que introduce los saltos temporales (perfectamente insertados en la trama sin que se produzcan roturas en la continuidad), pasando por la composición de cada página, en la que el autor se reinventa una y otra vez, eludiendo la repeteción de estructuras aviñetadas en un tour de force difícil de ignorar que le sirve para concretar una lectura apasionante, plena en matices y capas de significado que enriquecen sobremanera tan "bonito" tebeo.
Sergio Benítez (287)
5 comentarios:
Muy buenas a todos. Como Nacho está de vacaciones hoy, me veo en la obligación de sustituirlo y abrir el fuego...
Gran Crítica, jefe. Habrá que echarle un ojo, sí o sí.
Un abrazo
Pues ya te digo que sí, que tanto esta como Blankets son dos cómics que todo aficionado debería tener en su tebeoteca.
Ya me contarás cuando te los pilles.
Saludetes,
Sergio
Bonito + Bonito = Mu Bonito
Saludazos
Mi primera aproximación a Thompson, animado por las recomendaciones de la contraportada (nada menos que Alan Moore y Jeff Smith).
De vez cuando una historia, bien por el momento personal en que te encuentras, bien por otra cosa, te arranca una lagrimilla.
Esta es una de ellas.
PD: "No existe el adiós, Chunky Rice".
Pero que broche mas bonito.
Este cómic derocha ternura en cada trazo. Para los que nos gusta ese toque sensiblero, Chunky Rice se sitúa en los primeros del ránking.
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